Florence está obsesionada con el asesino serial apodado Petirrojo, lee sobre él en foros de misterio, su forma de actuar es fría, calculadora es inteligente y escurridizo, su firma personal: un petirrojo que dibuja con la sangre de sus víctimas. La policía lleva años intentando capturarlo pero es como una sombra. Su enigmática mirada y cabello rojizo, es ciertamente hipnotizante, casi tan hipnótico y aterrador como el rastro de sangre que deja tras de sí. No se saben detalles de la vida del Petirrojo, es totalmente anónimo, apenas tienen una fotografía de una cámara de seguridad, sus motivaciones son un misterio y Florence se ha sentido atraída a él durante años. La intriga se incrementa cuando de pronto hay un chico en su pueblo, con un parecido increíble y esa mirada penetrante que él le dirige es tan aterradora como el hecho de que se esta enamorando de él.