Ocho

569 96 40
                                    

Estaba sorprendido, Dohyun no fue tan odioso cuando hablamos, tan solo fueron unas palabras a las que ambos fuimos obligados a pronunciar. No, no digo que Beomgyu haya sido un malévolo que hizo que nos habláramos con chantajes, pero creo que ambos lo queríamos demasiado como para hacerlo sentir mal aún cuando solo quería un buena convivencia entre nosotros.

Cuando ellos dos salieron del departamento, yo tomé bastante aire y salí al termino de doscientos cuarenta y tres segundos, los cuales yo conté conteniendo mis inmensas ganas de tirarme bajo un árbol y mirar como movía sus hojas mientras que yo solo lamentaba el hecho de haber llegado en el momento incorrecto a la vida de Beomgyu.

Yeonjun lo dijo, recuerdo ese día, yo estaba detrás de ellos, pero no lo notaron.

“Soobin es el indicado, pero llegó en el momento equivocado.”

Llegué tan tarde. Aunque mis primeros días en su departamento fueron indiferentes, después de meses todo cambió y me adapte tanto a él, que era difícil apartarlo de mí y todo lo que conllevaba haberle cedido aquel lugar en mi mente y corazón.

En esos días, solo tenía una cosa que hacer y esa era tratar de llevar una buena relación con Dohyun, de esa forma evitaría alejarme de Beomgyu, solo así aseguraría su amistad por un tiempo más y eso satisfacía mi vida. No quería actuar como un avaricioso, terminaría resultando mal, preferí ser más recto y conformarme con su compañía durante las mañanas y sus besos durante el fin de semana.

Pesares y pesares, esa palabra me acompañó aquel día. Aún recuerdo el nauseabundo olor de aquel vómito en la entrada de la tienda. Lo limpié yo porque ninguna de mis compañeras quería hacerlo, era comprensible. Pero lo que recuerdo con mayor estimación era la escandalosa risa de HueningKai y Taehyun que aparecieron en el momento de mi desgracia. Al menos cuando terminé de limpiar el desastre me reí con ellos cuando no aprecian clientes.

Justo antes de cerrar apareció una chica, no muy alta, pero no tan pequeña, aparentaba casi mi misma edad; entre dieciocho y veinte años aproximadamente, con una larga cabellera teñida de rubio y esa sonrisa por todos lados. Pidió un licuado de frutos rojos con avena, con gusto, fuí a prepararlo.

Los dos entrometidos miraban mis movimientos, como una cámara de seguridad. Salí con el vaso entre las manos, nunca supe en que momento me distraje, pero si supe que tire aquella bebida sobre la misma persona que la había ordenado.

—Lo siento tanto —corrí rápidamente por un trapo a la cocina, volví cuando lo tuve entre las manos, limpie con eso mi pequeño gran desorden.

Las manos delgadas de la chica me detuvieron, ella me sonrió agradablemente, no sabía si reaccionar bien o quizás correr a esconderme tras el mostrador mientras lamentaba haber nacido.

—No hay cuidado... —dijo, dirigió su mirada a mi gafete, volvió a sonreír— Soobin.

Apreté mis labios, mis ojos, todo.
Volvió a intentar tranquilizarme con sus palabras, pero yo no pude escucharla, escuchaba más a Taehyun murmurando palabras con HueningKai.

Ese fue mi día, salí cuando acabo mi jornada. Ese par me acompañó hasta casa, donde creí que Beomgyu estaría, más no fue así. En su lugar, había un sándwich en la mesa con una nota en a su lado.

“Tardaste mucho, espero estés bien.
Tuve que salir, pero me preocupo por ti, así que deje esto para que tengas algo en el estómago antes de irte a dormir.
Por cierto, últimamente hace mucho frío de madrugada y tú habitación es la más fría, saqué unas cobijas más abrigadoras y con ellas tendí tu cama, espero no te moleste.

Descansa, te quiero.”

Fue como una carga de serotonina en todo mi organismo, llené mis ojos con lágrimas involuntarias, estaba a punto de correr a actuar como niño enamorado, pero HueningKai y Taehyun seguían ahí detrás mío de seguro solo juzgando.

Giré sobre mis talones para verlos a la cara, lo que sospeché, me estaban mirando como a un especimen. Les sonreí por un momento.

—Saben que los quiero muchísimo, ¿Verdad? —inquirí actuando tierno, aunque mis intenciones solo estaban disfrazadas.

—¡Claro que sí! —respondió Kai casi a punto de gritar.

Taehyun se limitó a asentir.

—Vale.

Con ambas manos los saqué a la fuerza del departamento, después cerré la puerta. Oí los gritos de Tae, pero los pasé de largo.
Llevé ese detalle a mi habitación, me tiré a la cama que recién había tendido Beomgyu, acaricié las cobijas y sentí el olor a suavizante, tal parecía que no hace mucho tiempo fueron lavadas.

Antes de enloquecer por completo, me detuve a reflexionar, ¿Dónde estaba Beomgyu? ¿Por qué no estaba en casa si estaba a punto de anochecer? Saqué mi móvil del bolsillo de mi sudadera, busqué entre mis contactos su número, un segundo antes de marcar, me detuve.

Tiré el móvil e igualmente, volví a tirarme sobre las almohadas.

Weekend | SooGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora