Nueve

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¿Cómo describir un día que fue aburrido sin sonar repetitivo y absurdo? Dejaré en eso mi miércoles para quien sea que quiera entenderlo. Ni siquiera mis amigos fueron a verme cuando más los necesitaba, a causa de que Beomgyu no apareció en todo el tiempo que estuve ahí como un tonto esperando verlo y asegurarme que estuviera bien, más no fue así y aún seguía preguntándome a mi mismo lo que había hecho que partiera. Aunque algo muy dentro de mi decía que la respuesta llevaba seis letras en su nombre, me aferraba a la idea de que estaba equivocado.

El local estaba a punto de cerrar, solo reflexionaba mientras fingía limpiar la barra con un trapo que ni siquiera tenía algún líquido para desinfectar las bacterias que había ahí mismo.

Chaeryeong anunció que podíamos salir, Jennie y yo nos sonreímos mutuamente, nos despedimos de Chaer, que más que nuestra supervisora, se había vuelto nuestra amiga muy cercana. Salimos a la par, Jennie se dirigía a la parada del autobús y yo siempre iba a pie, no quedaba muy lejos, eso era una gran ventaja.

Ese día salimos más temprano de lo habitual, el dueño llevaría equipo para hacer remodelaciones y nos pidió salir cerca de las tres y media, justo eran las tres cuarenta.

Por primera vez no me dirigiría a casa como todas las veces que tengo permiso de salir antes. Iría directo donde sabía que Beomgyu estaría forzosamente. Tomé la ruta de camión adecuada y partí esperando que no tardará mucho o tal vez mi plan no funcionaría.

Cuando bajé, muchos más entraron al autobús. Me detuve un momento más en la parada para ver si estaba Beomgyu cerca, o tal vez uno de sus amigos, no lo sabía, solo tenía que asegurarme de tener todo en orden.

Estaba a punto de rendirme, muchos me miraban y sonreían, creo que por simple amabilidad, eso fue un tranquilizante para mis nervios. Antes de irme, está vez si al departamento, sentí como una mano tocó mi hombro izquierdo, pensé que sería Beomgyu y abracé fuertemente aquel cuerpo, que al sentirlo, supe definitivamente que no se trataba de mi osito. Está persona era aún más pequeña y con cabello largo y sedoso.

—El chico tierno del licuado —aquella sonrisa la reconocí al instante, era la joven a la que derramé licuado encima.

Me puse rojo de vergüenza. Es muy poco probable que te ocurran esas casualidades, así que sonreí cubriendo un poco mi semblante. 

—Lo siento, otra vez —musité, ella golpeó delicadamente mi hombro otra vez.

—No pasa nada —acomodó la mochila en sus hombros —. Creo que debes estar buscando a alguien, estás un poco distraído.

No noté mi supuesta distracción hasta que la oí decir aquello. Asentí afirmando la suposición de la desconocida.

—Espero que lo encuentres pronto —dijo tambaleándose sobre sus talones con las manos en sus bolsillos.

—¿Cuál es tu nombre? —pregunté para aligerar el paso del tiempo, deje de ver a mis alrededores y dí toda mi atención a la fémina.

—Soy Yoomi —me respondió con una alegría incomparable, yo asentí y ella se detuvo a pensar para luego tomar su parte nuevamente —. No sabía que estudias aquí, ¿En qué rama estás? 

De repente mi sistema dejó de funcionar, busqué dentro de mi mente una respuesta en la cual no tuviera que mencionar mi estado económico, sonreí para aparentar ser más agradable.

—No pasé el exámen de admisión, probablemente el próximo año lo tome nuevamente.

Yoomi pareció haberse vuelto más seria, según sus expresiones, creyó mi mentira. Lamento mucho haber tenido que mentir, pero a veces es necesario.
Nuestra plática se volvió tan trivial, sonreímos y comenzamos a saber detalles del contrario, nada fuera de lo común. Hasta que sentí otras manos sobre mi cuerpo, justo en mi aferrándose a mi brazo derecho.

Yoomi hizo señas, me anunció que había alguien a un lado mío, aunque yo lo sabía.

—Choi Beomgyu —llamé rotando un poco mi cabeza hasta mirarlo. Él tenía el entrecejo fruncido y la mirada clavada en la chica frente mío. Cada vez apretaba más fuerte mi brazo, pero no al grado de lastimar o llegar a dejar marcas.

—Son lindos juntos —dijo Yoomi, me alegré un poco por aquello, lástima que Beomgyu aún no lo tenía claro.

Choi no respondió nada, su mirada no dejaba de seguir en cada movimiento a Yoomi, comencé a preocuparme un poco.
Traté de hacer que comenzarán a socializar, Yoomi fue muy linda con Beomie y estaba feliz, más sin embargo, Beomgyu fue más frío y cortante.

—Beomgyu, vine por ti —agregué al último tema del que conversábamos, enserio quería hacer que su cuerpo dejará de estar tan tenso, nunca lo ví de esa forma.

—Lo sé, gracias, Soobin —hubo tres tipos de reacciones en ese momento; Yoomi sonrió con ternura. Beomgyu actuó tan adorable, que quería abrazarlo, solo imaginen tener a Beomgyu a tu lado con esa sonrisa brillante y un pequeño rubor en sus mejillas. Por último, yo estaba sorprendido, él nunca me llamaba así.

Me tomó terriblemente por sorpresa el hecho de que levantó sus pies en puntitas y me besó la mejilla. Apreté mis ojos y labios, no pensé que eso empeoraría el sonrojo en toda mi cara. Supe que estaba del color de un tomate, gracias a que Yoomi hizo hincapié en eso cada que podía mientras seguíamos frente a frente.

Pude notar que Beomgyu se fastidió, así que, me despedí de Yoomi y nos fuimos al departamento tomando el autobús. Ya estaba cansado, cuando entramos me dirigí al sillón y me recosté en el un momento, pero señor empalagoso también lo hizo, me abrazó y deje que me diera cuantos besos y abrazos el quisiera darme.

Estaba feliz, muy feliz, pero todos sabemos que estás tristes fantasías siempre se quiebran con una de tres razones; unos toques en la puerta, un sonido de teléfono o una voz en particular. Ese caso correspondía al primero.

Rápidamente ambos nos levantamos como si nada hubiera pasado, encendí la televisión para no levantar sospechas y generar problemas en la relación de Beomgyu, aunque lo que más quería era que terminará.

Weekend | SooGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora