Cuatro

634 117 78
                                    

—Solo dámelo.

—No Beomgyu, ya comiste más de dos kilos de helado —retiré el bote de sus manos, no podía seguir de esa forma, además, ya estaba actuando raro.

—¿Llevaste la cuenta?

—Compré un bote de tres kilos, pensé que duraría al menos dos días y mírate —lo señalé, Beomgyu no dejaba de comer del helado que había comprado y tenía mucho miedo que hago malo le pasará.

—No quiero nada más —cruzó sus brazos mirándome con su entrecejo fruncido.

—Una de las razones por las que me quedé era para que comieras adecuadamente y no te comportarás como un ridículo solo porque tu novio te dejo de hablar —expliqué —. Creo que deberías buscar algo mejor, algo mucho mejor. Lo vales.

—¿Qué deje a Dohyun? Soobin, él no es así siempre, solo cuando lo hago enojar y nada más. Cuando se le pase el coraje hablaré con el seriamente y veremos como solucionar el problema.

Suspiré, eso comenzaba a provocarme mareos.

—No voy a opinar nada al respecto.

—Así es mejor, creo que dirías cosas muy absurdas y después volverías a ser igual de neutral que ahora. Esa es una de tus muchas formas para intentar hacerme cambiar de opinión —habló como si quisiera darme un lección.

—Me mantendré en silencio.

Cerca de cinco minutos solo podíamos oír nuestras respiraciones. Beomgyu me miraba, pero volvía a actuar indiferente. Yo también lo miraba, a diferencia de él, yo no quité mi vista de encima suyo.

Dohyun no merecía tanto arte, Beomgyu parece una pintura del renacimiento, casi como un Dios griego. No solo quiero apreciar su físico, tiene cualidades morales que no pueden ser ignoradas, quizás estén muy dentro de él, pero me da gusto saber que las tiene. Al contrario de él, Dohyun es egocéntrico, cree que todo lo que hace está bien, que es el ser más perfecto en este planeta y que solo él tiene la razón absoluta.

Yo no quería decir “Quiero ser como Dohyun para que Beomgyu me ame” No, yo no quería ser Dohyun, quería que Beomgyu me amará a mi, quería que Beomgyu ame a Choi Soobin, no a una copia de Dohyun.

Seguía mirando a Beomgyu, él lo notó y no tuvimos una mejor opción, él se recostó sobre mí recargando su cabeza sobre mi hombro izquierdo. Oía sus sollozos, pero prefería quedarme en silencio los primeros minutos, cuando estuviera listo para hablar, le preguntaría y sí, la respuesta es tan clara que quizás de un poco de pena ajena preguntar aparentando no saber nada cuando es evidente que sabia hasta el más mínimo detalle.

Casi brinqué de miedo cuando sentí la respiración de Beomgyu en mi cuello. Suspiré antes de proceder a hablar.

—¿Te sientes bien?

No me respondió, en su lugar, dio pequeños besos en mi cuello. Cerré mis ojos, no quería terminar haciendo algo más que sabía muy bien que era prohibido. Beomgyu tenía a Dohyun, pero estar así de cerca con él, resultaba tentador.

—¿Ya no estás triste? —pregunté en automático.

Dejé de sentir su tacto y se levantó para verme a los ojos, asintió con la cabeza y sonrió aunque sea un poco, pero no estaba convencido. Extendí mis brazos y lo enrrollé con ellos, nada más que para darle ánimos.

—Sea lo que sea que pasé, estoy aquí y no quiero que estés triste por algo estúpido. Te amo, Beomgyu.

—Gracias —susurró en mi oído destruyendo las pocas esperanzas que había en mi corazón. No quería obligarlo a amarme, pero a veces era tan difícil no ilusionarme.

Amaneció, abrí mi ojos de par en par y con mi dedo índice, froté uno de ellos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Amaneció, abrí mi ojos de par en par y con mi dedo índice, froté uno de ellos. Ví como Beomgyu estaba hecho bolita en el sofá de un lado con las cobijas haciendo un nido a su alrededor. Me levanté para arroparlo mejor, él tembló un poco por el frío y lo entendía, era una mañana bastante fría.

Abrió sus ojos, apenas iba a darle una de mis cobijas para que se abrigará y no cayera en un resfriado. Primero moví mi mano a la altura de sus ojos para comprobar que estuviera completamente despierto y sí, él estaba consciente.

—Buenos días, pequeño oso.

Sonrió un poco, su sonrisa tiene el poder de mejorar la vida de cualquier persona.

—Hoy es sábado, ¿Quieres hacer algo divertido?

Frunció su nariz.

—¿Tienes hambre? —me acerqué mínimamente y acaricié su cabello hecho un nudo.

—Un poco.

—Te haré de desayunar, solo espera un momento, ¿Vale?

Asintió, tenía que dirigirme a la cocina y ver lo que había disponible, pensé en hacerle un desayuno como me enseñó HueningKai que se hacía en América.

Pude oír un teléfono celular sonando no muy alto, si no era el mío, era el de Beomgyu.
Derramé un poco de aceite fuera del sartén, por suerte aún no encendía la estufa. Pude oírlo feliz y es por eso que preferí poner más atención en su conversación que en mis asuntos.

Al parecer era lo que no quería que sucedería.

Weekend | SooGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora