Día 50: ...Y Vivieron Felices por Siempre

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Erase una vez una boda

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Erase una vez una boda.

Aunque creo que esto ya lo habrás deducido porque te deje un millón de pistas las última vez que hablamos.

Hoy hubo menos edulcorante que otros días a pesar de los eventos que se suscitaron añadiendo la incesante pesadez de clasicismo a la ecuación con la que se encuentra impregnado el ambiente por la presencia de la tía Paulina aquí en la ciudad, donde la casa de Teddy cada vez se siente más una pequeñez entre el choque fortuito de los habitantes, los visitante y su pareja toda sórdida, por favor que alguien valla allí y purifique el espíritu de esa casa.

—¿Aguarda páusala ahí, porque esta gente se casa tanto? — Dijo una voz desde la cuarta pared

Pues no lo sé, para la mayoría de las personas los finales felices se basan ideológicamente en formar una familia donde la concepción de todo se basa originalmente en la concepción bajo la bendición del señor, aunque aquí el señor tiene un acentuado peso, no hay grandes campanarios atestados de palomas, considerados como los roedores de la ciudad sino campanas victorianas que me encarcelan y me sujetan a la realidad asfixiándome en su interior desquebrajándome por el incesante calor de los días soleados de agosto, habían tumultos compactos heno cubiertos de manteles blancos que finalizaban en pliego detalladamente ornamentados, sin dudar un tipo de mesa desinhibida de la usual combinación metal – vidrio - madera, sobre ellas se encontraban pequeños floreros con una única flor azul que a pesar de ser delicada su presencia en el espacio generaba mucha fuerza en el entorno lleno simplemente de tonos muy acromatizados, la barra por otro lado estaba formada por cinco barriles situados de forma cercana y paralelamente una atrás del otro en donde reposaba una extensa tabla que recubría cada uno de ellos dejando solo pequeñas brechas de espacio entre ellos, eso sí habían muchos tipos de licores, Mike había sacado su arsenal secreto, una obra maestra para cualquier catador de licores.

El prado había florecido hace algunos días repletos de margaritas azules contrastando con la vibrante cabellera de Lorelei la cual anexándole a ello las parpadeantes luces que colgaban por todo el espacio hacían prever este espacio como verdaderamente mágico.

A diferencia de otras ocasiones Barto me acompaña el día de hoy, Teddy le hizo un collar de laurel adornada de pequeños matices con flores de esas opulentas margaritas azules, se le veía muy bien cuando estaba quieto y no intentaba quitárselo, en términos de comportamiento digamos que se porto bien en los momentos que no se intento comer las gallinas de Mike, le prepararon un pastel de boda canino solo para él la noche anterior Teddy en persona lo preparo y posteriormente horneo, el bizcocho estaba relleno de perrarina triturada finamente decorada con un lívido merengue que combinada con el pastel de los ahora casi esposos.

Este tipo de espacios todo despreocupados me recuerda de cuando éramos jóvenes y los finales felices se resumen en juego de atari y galletas, hacia una tarde preciosa con un sol radiante que se despedía degradando el cielo en tonos naranjas por el que me perdía hasta donde no me daba la vista, la novia hizo su esperado entrada en el tractor de la granja en su agonizante vaivén, su estrepitoso ruido y sus ruedas circulares con baches que cada vez se acercaban mas hasta el sitio adecuado para que la novia pudiera descender de él y termine su recorrido hasta la mesa donde contraerá nupcias bajo los dictamines de la ley del hombre.

Éxtasis [COMPLETA] [Borrador Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora