Día 71: Dinastía

62 14 61
                                    

Floto...

Hay un mar inmenso entre las cabalidades del ser naciente y la muerte.

Me encuentro nuevamente en este lugar donde las gaviotas me parecen abandonar como un sucio y vejo espantapájaros ante la inclemencia del sol, inerte y sin vida flotando sobre el agua, sigo sin saber cuál es la cúspide de este iceberg que me mantiene transitando en medio de la nada.

Empiezo a toser siendo cada vez más frecuente de repente esa calma se vuelve intranquilidad rompiendo violentamente el estado de zenc, empiezo a patalear pero mis brazos se sienten pesados y mi alma cansada el agua me traga sucumbiendo ante su pesar solo puedo ver la luz que se cristaliza como rayos en la superficie fragmentando las ondas del mar pero ya no se ve densamente negra manchas rojas la invaden un suave hilo rojo que camina desde la superficie hasta mi nariz parece originar su anomalía intento tocarlo con mi dedo causando un reacción en cadena en ella esparciéndose por todo el liquido hasta que no existió nada...

Un ruido estruendoso de sirenas se escuchaba a lo lejos indicándome que algo ha pasado, abro mis ojos, hay dos paramédicos conectándome aparatos miro a mi alrededor de mi cama en casa de mi abuela estaba cubierta de sangre tenía un extraño sabor en mi boca.

—Paraste de respirar por segundos y empezaste a toser mucha sangre por la boca, dale las gracias a tu perro y abuela, sino no la hubieras contado —dijo la paramédico.

Procedieron a retirarse semi trancando la puerto dejándola entreabierta dejando entrar un diminuto rayo de luz que invadía mi habitación que juzgando por la oscuridad que habitaba en la habitación me indicaba que era muy tarde por la noche. Por donde las pude escuchar murmurar.

—Señora le recomiendo que este paciente se interne lo más pronto posible en el hospital no pueden seguir teniéndolo en su hogar, su estado está cada vez más... delicada —dijo aquella paramédico que estaba al tanto de mi caso.

—Si estamos al tanto sin embargo, el especialista nos aconsejo que diéramos unos días pues... bueno usted sabe —dijo mi abuela mientras la escuchaba partirse en llanto.

—Debe tranquiliz... —decía la especialista pero mis oídos se volvieron necios y no quisieron seguir escuchando aquella conversación.

Escuchar ese llanto devastar contra el picaporte de la habitación hizo que algo dentro de mí se volviera añicos, tuve que conformarme con reclinarme sin sollozar, si en este clara sucesión de hechos las luchas son posibles sofócame en tu piedad.

La mañana siguiente parecía todo más calmado llegaron mamá y papá haciendo que el desespero que ahora murmuraba en el aire como virutas de polvo se acrecentara como un alud. Sé que más pronto que nunca tendré que internarme en aquel hospital sin remedio alguno, sé que mi libertad será presa de la claustrofobia al ser herméticamente sellada en cuatro paredes, mis actitudes cambiaran porque tendré que lidiar con querido pésame incluso antes de morir y que incluso cuando llegue aquel fatídico día yo seré la calma y tu mi corazón.

Pasos apresurados se acercan desde el pasillo externo de mi habitación después de que a lo lejos escuchara como el ordinario sonido de un motor descendía a cero. Cuando la puerta se abre abandonando si inevitable inercia por una accionar aparece mi madre superponiéndose sobre mi papá quien la secundaba quien mostraba signos de ebriedad, una mano vendada y una carente existencia de alma que se a recostó en un rincón como las sombras totalmente inmóvil pero posiblemente devastado.

—Hola Eli —dije intentando no darle importancia a los hechos de la noche anterior.

—Mi cielo —dijo ella con esos ojos llorosos que tanto la caracterizan un hecho premonitorio que tiene toda madre de perder a sus hijos.

Éxtasis [COMPLETA] [Borrador Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora