Stephen:
Pongo mi almohada en mi cara y gruño con frustración. Las palabras de Ángela siguen taladrándose en mi cabeza, una y otra vez, como una tortura que yo mismo me gané.
"Sé tus intereses en las chicas como también las destrozadas mentalmente que las dejas..."
Esos intentos desesperados por sacarla de mi cabeza. Esas noches pensando que, si talvez y solo tal vez salía con otra persona, si intentaba distraerme de sus ojos mieles divinos, si...buscaba ese calor que deseaba de ella en otra chica, lo que fuera, podría olvidarla. Sacarla de mi vida, hacerme entender por fin que sólo es hermana de mis amigos, que prácticamente crecimos juntos, sí, no somos tan cercanos, pero, aunque lo niegue crecimos jugando juntos.
Todos esos intentos fueron inútiles. Y ahora estoy pagando el precio de ello. Cada inútil conquista, cada falsa sonrisa, cada nombre que ya ni recuerdo porque siquiera me importó aprender...todo ahora me está pasando factura.
Me detesto...
Si tan solo no hubiera sido un imbécil desde el principio. Si tan solo hubiera tomado decisiones diferentes, habría sido alguien mejor. Habría sido alguien digno de ella. No el tipo de idiota que todos esperan que sea, la oveja negra que parece destinada a decepcionar.
Tal vez sus hermanos confiarían en mí. Tal vez no me mirarían con esa mezcla de advertencia y desprecio cada vez que me acerco a ella. Porque, lo admito...
Si mi hermana crece y se enamorara, no querría que fuera de un cabrón como yo.
Y esa verdad me golpea más fuerte que cualquier cosa que Ángela haya dicho.
Me quito la almohada de la cara y miro al techo. Perdido en mis pensamientos, sintiéndome cada vez más inútil, quiero cambiar, pero ¿Cómo lo hago?, ¿Por dónde empiezo?, sé que no la merezco, lo sé. Pero verla cerca de cualquier otro chico que no sea su familia me pone la sangre caliente.
Y peor me pongo al verla con ese chico nuevo que parece un chicle pegado a ella.
Mis celos empeoran incluso cuando la veo regalarle esas lindas sonrisas, una sonrisa que debería estar dirigida a mi y sólo a mí.
Estaba tan centrado en mis pensamientos que me sobresalto cuando oigo un toque en la puerta, la cual no me di cuenta de que habían abierto. Pero al mirar hacia el sonido mi semblante frustrado cambia a uno frío cuando veo a la persona en el marco de la puerta.
El causante de mis traumas.
Nos quedamos un rato en silencio. Yo mirándolo con frialdad y él parece buscar las palabras.
— Estaba llamando a tu puerta desde hace un rato...—Comienza en un tono bajo —No respondías, me preocupé y entré...Lamento asustarte — Lo miro tenso.
— ¿Qué haces aquí Daryl?
— Esta es mi casa — responde obvio en tono de humor. Al ver que no respondo a su sarcasmo y en cambio me vuelvo más frío carraspea — yo...
— Di lo que tengas que decir y vete de mi habitación, por favor — Respondo y vuelvo a recostarme en la cama.
El silencio llena mis oídos nuevamente, hasta que lo escucho suspirar.
—Stephen — Me llama. Lo miro, parece dudar lo que dirá, al final niega con la cabeza — Tu madre te espera para cenar — Y se aleja de la habitación.
(. . .)
La tensión en la mesa era tan filosa que se podía comparar con una cuchilla.
Acostumbraba a cenar en esta mesa con la abuela, hablando de cualquier cosa que se nos atravesara, por más insignificante que sea, pero esta vez ella brillaba por su ausencia, ya que había tenido que llevarla a la iglesia y no regresaría hasta las 9 y apenas son las 7 de la tarde. Ahora solamente estamos María, mía y por más extraño que parezca, Daryl, quien es raro que estuviera en casa a estas horas de la noche, ya que usualmente suele quedarse hasta tarde en la oficina.

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Un amor que nadie esperaba
RomanceStephen Smith lleva años enamorado de Ángela Collins, pero tiene un problema: es un egocéntrico, un orgulloso y un mujeriego que no sabe cómo mostrar sus verdaderos sentimientos. Ángela Collins es una de las chicas más dulces, amables y solitarias d...