Capítulo 3

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Gilbert levantó su cabeza justo al momento en el que cierta pelirroja pasaba por fuera de su ventana. La miró hasta que la chica se perdió de vista, y cuando eso pasó, dejó caer sus ojos sobre el escritorio, en donde tenía abierto tres libros de los cuales estaba estudiando para los exámenes finales. Faltaba una semana para aquellos exámenes y luego podría finalmente darse un descanso y pasar unas felices fiestas junto a su familia.

Apoyó su cabeza en el escritorio, con su mente comenzando a vagar por los recuerdos. Se había cumplido una semana desde que Anne había ido a su casa por primera vez y no había podido dejar de pensar en ella. Sí, se podía decir que era bonita. Bastante guapa. Hermosa. Preciosa. Llegó a compararla con la belleza de Afrodita, hermosa, la más hermosa entre todas las diosas.

Pero lo más hermoso de ella, definitivamente era su extraña mente, atestada de majestuosas ideas, brillantes citas de libros, estrategias divinas, inteligencia desbordante y unas ganas de aprender.

Los días de escuela la había estado observando, deseoso de saber más de ella. Si bien no era una persona que pudiera hacer amigos de inmediato, tampoco tenía amigos más que Moody o la novia de Moody, Ruby, pero esta vez sí que hizo un esfuerzo.

Quería ser amigo de esa chica. Quería poder escucharla hablar por horas y horas. Estaba seguro de que jamás se cansaría de escucharla hablar. Gilbert creía que eso era lo que más le había cautivado. El escucharla hablar con palabras extrañas, no muy comunes, pero que saliendo de sus labios parecían el poema mejor declamado, el soneto más hermoso, el verso más perfecto.

Pero sabía que para ser amigo de alguien como ella, probablemente debían tener gustos similares, al menos en algo. Tuvo suerte de que Ruby Gillis fuera amiga, quizá no muy cercana, pero al cabo amiga, de Anne.

—¿Que qué le gusta a Anne? —repitió ella, un poco anonadada por la extraña pregunta.

—Así es —respondió Gilbert, sonriendo.

Ruby miró a Moody, preguntándole con los ojos que qué bicho le había picado a Gilbert.

—Está enamorado a primera vista de Anne —contestó el chico, riendo—. No ha dejado de hablar de ella en una semana.

—No estoy enamorado —replicó el pelinegro, frunciendo el ceño—. Solo que me parece una chica muy culta y nunca está demás rodearse de personas cultas.

Ni Ruby ni Moody creyeron a tal replica, pero decidieron dejarlo ahí. Era la primera vez que Gilbert mostraba interés por algo que no fueran sus estudios o su guitarra.

—Bueno, eh... —comenzó la rubia, sin saber muy bien por donde comenzar—. Ama leer, pero creo que eso ya lo sabes.

—Se leyó los tres o cuatro libros favoritos de Anne en una semana solo para tener un tema de conversación —dijo Moody, comiendo papitas—. Está taaaan enamorado.

—Tesoro, no hables con la boca llena —reprochó Ruby. Luego, volviéndose al pelinegro, añadió—: Adora los gatos. También le encantan las películas de suspenso. Eh... ¡Oh! Tiene una fascinación por la época antigua. Recuerdo que cuando éramos más niñas, nos hizo vestirnos con ropas de 1800 y corrimos por todo el campo de Green Gables, gritando que éramos damas de la corte. Buenos tiempos.

—¿Ya no son tan amigas?

El semblante alegre de la rubia decayó un poco.

—Seguimos siendo amigas, es solo que... —dudó si decirlo, ya que había pasado hace algunos años, pero al final decidió que sí. Gilbert quería saber que había pasado—. Nos distanciamos. Bueno, ella y Diana se distanciaron cuando enviaron a Diana a la escuela de etiqueta en París.

Nevada (Anne x Gilbert)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora