Nevada (Anne x Gilbert)

Prólogo

PRÓLOGO

En medio del bosque, había una banca. Todos estaban en sus hogares, celebrando la navidad. Eran las doce de la noche. Los niños impacientes estaban abriendo sus regalos, mientras que los niños pacientes se iban a dormir para abrirlos el día siguiente.

Una pelirroja caminó de su hogar hasta la banca. Estaba cubierta de nieve. Con sus guantes de cuero la apartó y se sentó. Estaba temblando de frío. No llevaba chaqueta, solo estaba con una delgada camiseta. Quizá se enfermaría, aunque bien poco le interesaba eso.

Pasaron unos minutos antes de que sintiera los pasos de alguien, sin embargo no miró. Tampoco miró cuando sintió que se sentaron a su lado.

Todo podría ser obra de su imaginación, porque la suya era muy buena.

Pero la voz que se escuchó no venía de su cabeza.

—Feliz navidad.

Con temor, temblor y ansiedad, giró lentamente su cabeza.

Ahí estaba el pelinegro. Ella pudo haberse fijado en que se veía más guapo de lo normal, pero no se fijó en eso. Solo miró sus ojos. Esos hermosos y cautivantes ojos avellana. Tampoco cayó en cuenta de que el joven traía un regalo en sus manos.

—Gilbert... —susurró, sintiendo como la voz le apretaba la garganta.

El muchacho se quitó la chaqueta que tenía encima y se la puso por los hombros a la pelirroja, siendo consciente de lo mucho que temblaba. Las lagrimas acudieron a ella, pero las retuvo. No quería llorar. No esa vez.

—Anne... —correspondió en el mismo susurro.

Se miraron, después de no haberlo hecho durante un año. Un año en el que ninguno había hablado y en el que la distancia los había separado. Un año en el que sus corazones latían insistentes para ir en busca del otro, pero que ninguno quería ser rechazado.

Se amaban. Con locura.

Entonces, antes de que alguien pudiera hacer algo más, la chica, débil, cerró sus ojos y cayó desmayada sobre el chico, viendo los ojos llenos de preocupación de Gilbert antes de sumirse en la oscuridad.