Capítulo 7

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La feria de Avonlea, que había sido una semana antes de navidad, logró vender bastantes cosas. Unos días antes de año nuevo, Gilbert y Anne observaban la pequeña esfera de nieve que esta se había comprado. Estaban sentados en las escaleras del pórtico de la casa del pelinegro.

—Y mira, si hago mover esta pequeña palanca, comienza a sonar Canon in D —dijo la pelirroja, moviendo la palanca. Al instante el chico que estaba dentro de la esfera de nieve, acompañado por un violín, comenzó a moverse y la melodía resonó.

—Suena... eh... muy bien.

Una idea se posó en la cabeza de Anne, cuan mariposa en una flor.

—¡Oye! ¿Por qué no vienes conmigo al Club de cuentos mañana? De seguro te encantará.

—¿Club... club de cuentos? 

—¡Sí! Tenemos una pequeña casita en el bosque donde guardamos los cuentos que escribíamos cuando éramos niñas. Junto con Ruby y... —se detuvo, sintiendo un nudo en su garganta al recordar a la pelinegra—... y alguien más, hacíamos concursos de cuentos. Dios... eso sonó tan infantil...

—¡No! —exclamó el chico, bastante más fuerte de lo que esperaba. Anne lo miró sorprendida, a lo que Gilbert carraspeó—. No... no sonó infantil. Fue... tierno.

—Oh —musitó Anne, por primera vez sin saber que decir.

Se mantuvieron en silencio por unos minutos, escuchando todavía aquella melodía hermosa. Sin saber por qué, la pelirroja, dejó caer su cabeza en el hombro de Gilbert. El chico dejó de respirar por unos segundos, nervioso. ¡Anne estaba recostada en él!

—Eres una buena almohada, Gilbert —susurró ella una vez que la melodía terminó.

Gilbert sonrió.

Nevada (Anne x Gilbert)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora