Capítulo 4

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—Tienes que contratar a alguien que quite la nieve del camino, papá. 

John Blythe miró a su hijo con sorpresa. Miró la hora en su reloj. Solo eran las once de la mañana. Normalmente Gilbert emitía su primera palabra a eso de la una de la tarde para preguntar si ayudaba con la comida y luego volvía a hablar con monosílabos. Era raro que su hijo estuviera hablándole tan temprano e inmiscuyéndose en un tema como ese.

—Tenemos a Randy, Gil —dijo, prestándole atención a la sonrisa que acompañaba el rostro iluminado de su hijo.

Llevaba a lo menos dos semanas así. 

—Randy se fue a Boston el mes pasado, papá —le recordó el chico, paseándose por el despacho de su padre—. Y tenemos que contratar a alguien que quite la nieve del garaje porque  apenas se puede abrir y no puedes sacar tu auto. Y si no sacas tu auto, no vas a trabajar. Y si no vas a trabajar, no te pagan. Si no te pagan, no tendremos dinero y si no tenemos dinero no compraremos comida y sin comida moriremos por desnutrición. En conclusión, tienes que contratar a alguien que quite la nieve y ya sé quien puede ser. Se llama Anne, vive a unas millas e aquí y es muy buena en su trabajo. Toda Avonlea la contrata.

Va, había que reconocer que Gilbert había hablado más en esa mañana que todas las otras y ese era un acontecimiento muy grande que dejó perplejo al señor Blythe.

—Tienes que contratarla, o ya sabes lo que pasará, papá —volvió a decir ante el silencio de su padre—. Moriremos. 

Puede que también se le haya pegado un poco del dramatismo de Moody.

—Claro, como quieras —contestó John. Al instante en el que dijo eso, la sonrisa de Gilbert se ensanchó y salió del despacho de su padre no sin antes darle las gracias y asegurarle que por ello, nadie moriría.

***

Anne había recibido una noticia bastante buena. Gracias a que era una de las mejores de la escuela, la llevarían a dar un recorrido por la universidad de sus sueños, pues como el próximo año debía hacer las postulaciones, tenía que tener en claro a cual iría. 

Era un catorce de diciembre. La inspectora que les acompañaría ya los esperaba. Claro, Anne no iría sola. Los mejores de la escuela de Avonlea tendrían en privilegio de ir con un guía que les mostraría cada parte de Queen's.

Ni siquiera debería especificar lo siguiente, pero aún así será dicho. Gilbert Blythe iba dentro de ese grupo de estudiantes, junto a unos dos chicos y dos chicas más. Y él estaba pletórico de felicidad, pues podría ir junto con Anne.

El grupo de los mejores de estudiantes se conformaba por la pelirroja imaginativa y el pelinegro tímido, un rubio con grandes dotes artísticas, un castaño deportista, una rubia que aspiraba a la abogacía y una pelinegra con grandes dotes de actuación. Todos con promedios y notas que superaban a los demás adolescentes de Avonlea.

Las tres chicas y los tres chicos caminaron detrás de la inspectora, directo al bus que los llevaría. Habían muchos asientos ahí dentro, por lo que cada uno tomó un lugar alejado. No se conocían entre ellos y no tenían intención de conocerse.

Excepto por Anne, claro, que era la personificación de la amabilidad y el optimismo. Gilbert la miraba desde su lugar —se había sentado al costado de la otra hilera de asientos, quedando enfrente de la suya—, viendo con deleite como su sonrisa iluminaba todo.

—Hola, soy Anne —dijo la pelirroja en dirección al rubio, que levantó su mirada del cuaderno de dibujos—. Que lindo dibujo.

—Soy Cole —sonrió él—. Gracias, es...

Nevada (Anne x Gilbert)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora