➺Capítulo Treinta.

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Lo primero que hizo Jungkook al día siguiente, fue despertarse por el exquisito olor de la comida entrando por la puerta de su habitación. Su estómago tembló cuando pudo percibir esos olores, panqueques recién hechos, miel y tal vez algún licuado por el hecho de que la licuadora  hacía un estruendoso sonido.

Se revolcó en la cama de una lado a otro hasta que por fin sus ojos se abrieron de golpe.

Inspeccionó todo en su habitación, como tratando de buscar algún tipo de broma pesada, tal vez algún tambo de agua fría, o miel para resvalar en el suelo y chocar contra una pared, o tal vez electrocutarse cuando este en la ducha.

Sus cumpleaños anteriores habían sido un tragedia gracias a su pequeña hermanita. Pero al parecer, está mañana no había nada peligroso que le pasara, agradecía que su madre siguiera su consejo de encerrarla en su habitación.

Tal vez la había amarrado a la cama para que no saliera de ahí.

Jungkook rió al imaginarse esa escena, su hermanita siempre estaba presente con alguna broma para su cumpleaños y aunque ya se le había hecho costumbre, era prácticamente imposible que ella fuera la que estuviera cocinando algo que olía tan delicioso para Jungkook.

Sin más pegó un brincó de la cama y corrió al cuarto de baño para asearse, hoy era su cumpleaños y ni él mismo sabía porque le emocionaba tanto, a ser verdad, a él le importaba muy poco si su familia le organizaba algo. Jungkook no era de las personas que pedía toda la atención posible el día de su cumpleaños, pero hoy, efectivamente quería la atención de alguien en particular.

Se miró en el espejo mientras lavaba sus dientes, los enjuago y se dio un suave golpe en las mejillas para terminar de quitar el sueño, se observó en el espejo y antes de que su mente comenzara a divargar en las imperfecciones que él veía en si mismo, sus ojos se enfocaron en su cuello. Un chupón levemente morado se alcanzaba a ver, Jungkook rodó los ojos minetras reía, pasó su mano por aquel lugar y acarició lentamente aquella zona.

De pronto, bajo solo un poco su camisa de dormir para dejar al descubierto sus clavículas, abrió su boca en una perfecta "o" al ver como estaba. Sus mejillas se calentaron de la vergüenza al ver como las marcas que Jimin le hacía aun no desaparecían.

—Ugh, te odio Park Jimin — gruñó tratando de convencerse que todo era culpa del rubio.

Bufo rendido y se peino con sus manos sus cabellos para después salir del baño y cambiarse con algo decente. Eligiendo nada más y nada menos que una playera olgada negra y unos pantalones de mezclilla, salió corriendo de su habitación para bajar las grandes escaleras de su casa hasta llegar a la cocina, en donde esperaba ver a señora Go.

Pero no fue así. Sus ojitos se iluminaron en cuanto vio a quien estaba cocinando junto con la señora Go, era su preciado mochi.

—Minnie— chillo emocionado y se apresuró a abrazarlo, quien le devolvió el abrazó con solo una mano ya que la otra la tenía ocupada.

—Buenos días, cielo— beso su frente suavemente mientras le sonreía.

Jungkook se alejó de él y se sentó en uno de los bancos del comedor mientras veía todo a su al rededor.

—Este querido niño quiso venir a ayudarme, él preparo especialmente para ti este desayuno— habló la señora Go mientras seguía picando algunas verduras.

Jimin sonrió avergonzado mientras vaciaba el licuado en un vaso de vidrio para darselo a Jungkook, seguido de eso puso aquel desayunó frente a sus ojos. El estómago de Jungkook rugió cuando apreció todo lo que iba a desayunar, se le hizo agua la boca con solo verlo. Jimin le tendió un tenedor para que se animará a comer.

Blessing (Jikook)[Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora