➺Epílogo.

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La vida puede ser cruel y espléndida al mismo tiempo, las personas están destinadas a encontrarse en su primer vida o en la segunda, dicen que cuando alguien es para ti, están condenados a vivir enamorados durante toda la eternidad. 

La vida de Jimin y Jungkook comenzaba desde pequeños, desde el nacimiento de Jungkook para ser exactos. 

Pues desde que Jungkook nació, Jimin estuvo presente como un dulce bebé de dos años llorando por ser obligado a posar para la foto a lado del bebé recién nacido. Aunque en ese momento Jimin no pensó que aquel niño iba a terminar siendo su esposo.

Pero es que cuando lo vio llegar con solo seis añitos, siendo un Jungkook de figura delgada, mejillas pomposas, y ojos brillantes no pudo controlar su corazón. Sentía que sus nervios relucían y temía que se dieran cuenta que su corazón latía tan rápido.

Park Jimin estaba enamorado de aquel chico que se fue apoderando de su corazón poco a poco y que hoy en día, ere su esposo, aquel chico despertaba todas las mañanas a su lado, con dulces besos por el rostro, con marcas en el cuerpo, con su pijama de pareja o algunas veces desnudo. Aquel chico ahora tomaba su mano cuando salían, tomaba su brazo con fuerza cuando iban a las fiestas de la empresa y se relucían como la pareja que eran.

Jimin podía ser el primer jefe al mando de la empresa de los Park, ahora era Jimin quién siempre vestía de elegantes trajes ante los ojos de los demás, era él quien dirigía todo y aterraba a los empleados del lugar, el que le sacaba más de diez suspiros a treinta de las chicas de la empresa, era él quien tenía toda la atención del mundo de los CEOS.

Ahora era sólo él, quien tenía de esposo a Park Jungkook. 

Y ese era su más grande orgullo, su más grande triunfó.

Jimin se sentía el hombre más afortunado cuando veía a su esposo entrar por la puerta de su oficina con la excusa de que iba de paso a casa de Seokjin, cuando le pedía acompañarlo a las fiestas de la empresa o fiestas de convivencia entre todas las familias, amaba decir que Park Jungkook era su esposo. Y que ahora portaba su apellido.

Y Jungkook se había acostumbrado terriblemente a eso, a ser llamado Park y ya no Jeon, le gustaba ir en ocasiones a la empresa de Jimin para pasearse entre los pasillos para llegar a la oficina de su esposo, con todas esas miradas de las chicas sobre él,  algunas de ellas lo maldecian y otras babeaban al igual que algunos hombres.

Le gustaba sentarse en su regazo y besarlo como si fuera el fin del mundo y necesitará de Jimin, incluso había momentos en los que su cuidado se iba a la basura y terminaban haciéndolo en la oficina de Jimin, sin importarle a ninguno de los dos ser escuchados. De hecho, eso era lo que más disfrutaban y esperaban ambos, que los demás escucharán de quién era Jungkook, y que a las chicas les quedará claro que Jimin tenía dueño.

Su intimidad no había acabado, incluso era mucho más grande, a pesar de que ya habían decidido adoptar a dos niños.

Porque sí, hace solo dos meses habían decidido adoptar a un niño, pero Jungkook no pudo evitar fijarse en una parejita de niños que jugaban muy felizmente en el patio, uno de esos niños colgaba de una rama y el otro estaba al pie del árbol llorando por su mejor amigo. Sin dudarlo, Jungkook había querido de aquellos dos fueran sus hijos, y es que a Jimin no le importaba adoptar a dos niños, por él estaba perfectamente bien mientras todo fuera con Jungkook, al final de cuentas, esos niños se volvieron su más grande tesoro.

Jungkook creía que mantener a dos niños sería difícil, que ser padre de dos niños a sus diecinueve años sería todo un problema, pero no fue así.

Pronto comenzó a ver a su madre por las mañanas acompañada de su hermanita HeSoul, quienes veían a cuidar a los niños y hacerles compañía mientras papá Jimin seguía trabajando. Así Jungkook tenía tiempo para él y para organizar la casa, y su abuela y tía podían disfrutar de estar con los niños.

Blessing (Jikook)[Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora