Declarar tus sentimientos a alguien, una tarea fácil para los audaces, y difícil para aquellos sensibles que quieren proteger su corazón de un rechazo.
Kim TaeHyung, hipnotizado por la imagen del perfecto Jeon JungKook, era de aquellos audaces, quer...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El despertador estaba sonando, pero totalmente ajeno a la realidad, JungKook solamente se removía sobre las sábanas con ese incesante sonido concentrándose en sus oídos.
La puerta de su habitación se abrió y alguien apagó el despertador al lado en la mesita de noche, agradeciendo al cielo por tal detalle, pero maldiciendo cuando la misma persona comenzó a tambalearle el hombro.
—No...— rechazó la idea que sabía tenía SeokJin para sacudirlo, enterrándose más dentro de las cobijas.
—Recuerda que estás aquí para ayudarme, no para pasarla como en tu casa— dijo SeokJin molestándose.
—Ésta es mi casa.
—Ah, ¿Sí?— inquirió con sus manos en sus caderas.
—Sí— afirmó aferrando sus manos a la almohada.
—¿Quién paga la maldita hipoteca, mocoso?— cuestionó y el menor comenzó a reír— Párate de la estúpida cama si no quieres que saque el colchón por la ventana— sentenció saliendo de la habitación con un portazo.
De verdad no quería levantarse, pero veía capaz a su hyung de sacar el colchón por la ventana, ya lo había hecho una vez, cuando le había apagado la consola por accidente y veía el colchón salir por la ventana mientras le decía «A ver en donde duermes, maldito mocoso"»
Desganado se puso las pantuflas y en ropa interior bajó a la primera planta.
El desayuno estaba servido y SeokJin estaba en la cocina sirviendo los jugos en vasos grandes de cristal.
—¿Qué te tenía tan desconcertado ayer, JungKook?— preguntó SeokJin aproximándose con los vasos en manos.
—¿Mh?— repuso en el vaso en la mesa y empezó a beberlo con sus ojos cerrados.
—Ayer, cuando el chico de cabellera azul se fue— mordió sus sándwich y la memoria del menor recordó lo de anoche.
—No fue nada— mintió restándole importancia.
—Qué mentiroso, te conozco bastante bien, cuéntamelo—insistió terminando de masticar su bocado—¿Él te gusta?
—No lo hace.
—No tendría nada de malo.
—No lo haría.
—¿Entonces?
—Solamente estoy confundido— confesó aturdiendo más al mayor— No nos hemos llevado muy bien desde que nos conocemos—suspiró— Y no sé qué es exactamente lo que lo tiene así, porque a decir verdad, mi actitud fue a causa suya.
—Sé más específico— pidió recargándose en la palma de su mano.
—Tuvimos una pequeña rivalidad— explicó soltando el tenedor y dejándolo en el plato—Intenté disculparme en varias ocasiones pero en cada una sin falta él se alejó con cualquier tonta excusa con tal de no dirigirme la palabra— detalló carraspeando su voz— Pero anoche lo pensé un poco más y me interesa saber sus razones.
