Declarar tus sentimientos a alguien, una tarea fácil para los audaces, y difícil para aquellos sensibles que quieren proteger su corazón de un rechazo.
Kim TaeHyung, hipnotizado por la imagen del perfecto Jeon JungKook, era de aquellos audaces, quer...
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22 de enero 2016
La adrenalina le corría por las venas, JungKook llevaba su nota preparada en su mano, escondida del mundo cuando la introdujo entre la tela de su suéter, era el primer paso para la misión más importante de su vida hasta ahora.
Cuando dejó el auto en el estacionamiento de la escuela, ya había decenas de estudiantes observándolo; seguramente el rumor de las personas que fueron testigos del viernes en la lluvia difundieron el suceso, y con eso, más especulaciones, o mejor llamados, chismes.
Tuvo que jugar con los hilos de la tela dentro de las bolsas de sus jeans con sus dedos para intentar tranquilizar los nervios que crecían en su interior, aunque estaba seguro de lo que quería hacer, los nervios no desaparecerían, se encargaría de controlarlos.
Entró a la institución y lo primero que hizo fue fijarse en la hora: 6:50am
TaeHyung siempre llegaba después de las 6:55am, eso le daba cinco minutos para llevar a cabo su plan.
Corrió hacia los casilleros y cuando encontró la taquilla del Kim sacó el papel de su suéter, hizo memoria de la combinación –porque TaeHyung lo había obligado a aprendérsela si alguna vez él la olvidaba– y la abrió, dejando la nota a la vista. Acto seguido, cerró con rápidez la puertilla y se fue por los pasillos.
Al darse la vuelta se topó con Brianna, la chica venía corriendo hacia él y lo que hizo para frenarla fue poner ambos brazos enfrente suyo para recibir los hombros de la rubia cuando llegó, después la soltó y decidió dejarla hablar.
—Feliz lunes, Brianna—dijo el Jeon en forma de saludo, mediando una sonrisa.
—Claro que son buenos—afirmó-Ya me estoy encargando de tu problema, no te preocupes por eso.
—¿Mi problema?—inquirió confundido por la afirmación, esperando por la respuesta con sus manos inertes en los bolsillos de su suéter.
—Los chismes—contestó—Me aseguro de que no surja nada falso—afirmó con movimientos de cabeza, sintiéndose orgullosa.
—Oh, gracias—respondió con poca emoción, en realidad ese tema no le importaba mucho. La campana resonó en las instalaciones poco después—Debo irme, adiós—no quiso aplazar más la charla y se fue en dirección a su clase de álgebra.
A pocos metros de él, sin saberlo, llegó el objetivo de sus planes, Kim TaeHyung, luchando con las punzadas en su pecho y tratando de lucir sonriente frente a las miradas que los alumnos, sobre todo chicas, le daban. A esas alturas, creía que conocer a Jeon JungKook había sido lo peor que pudo haberle pasado.
Su mirada era perdida, pero atenta, así que cuando abrió su casillero pudo encontrar con facilidad la hoja doblada en cuatro que reposaba junto con sus libros. Extendió su mano y la tomó, curioso, la desdobló, leyendo el contenido para terminar con una expresión cansada.
