Declarar tus sentimientos a alguien, una tarea fácil para los audaces, y difícil para aquellos sensibles que quieren proteger su corazón de un rechazo.
Kim TaeHyung, hipnotizado por la imagen del perfecto Jeon JungKook, era de aquellos audaces, quer...
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—¿Hablas en serio?
—Te lo juro, YoonGi hyung es increíble.
Le hubiera dicho todo a JiMin de lo sucedido la misma noche anterior, pero la maldita tormenta había cortado el internet.
—Entonces irás a Seúl hoy y te quedarás allí todo el fin de semana?— inquirió el rubio sin poder creerle todavía.
TaeHyung asintió frenéticamente y JiMin soltó un pequeño grito de emoción.
—¡Por fin podrás ir a verme!—el castaño volvió a asentir— Te enviaré la dirección del lugar por mensaje y la hora creo que ya la conoces. Sólo no te vayas a quedar dormido, por favor.
—¿Puedes superar lo del cine? Ya pasó un año—pidió por el recalque de JiMin, viendo a su amigo fingiendo desconsuelo frente a él.
—¡DUELE! Tuve que entrar sólo a una película de terror, y los de atrás no dejaban de burlarse de cómo gritabaen los screamers—respondió señalándolo con el dedo y TaeHyung se rió.
Una de las cosas por las que TaeHyung quería vivir en Seúl era el ver a JiMin bailar, su amigo tomaba clases en el centro de Seúl desde los 8 años y siempre que hacía alguna presentación él no podía ir a verlo, ni siquiera a sus prácticas, su madre nunca le daba permiso y le dolía mucho el corazón cada vez que JiMin lo invitaba y tenía que decirle que no.
JiMin siempre había echo todo por él y le dolía no poder hacer algo tan simple pero a la vez tan significativo. Pero desde que YoonGi asistió a la universidad siempre tenía la esperanza de que su madre lo dejara ir a esa ciudad aunque sea para ver a su hermano mayor, y claro, de paso ver a JiMin.
—Kim.
El castaño giró la mirada y se encontró con JungKook sosteniendo su mochila y mirándolo con intensidad. Aquello lo hizo estremecerse, pero se mantuvo imperturbable, mostrándole que no le temía.
—Llegas tarde—bufó.
—Oh, ya voy— contestó sin hacerle mucho caso.
—Ahora—alzó la voz un poco y el menor lo miró.
—Ve, nos vemos más tarde—enunció JiMin con un tono afable, dedicándole una mirada al Jeon antes de marcharse.
—¿Tienes prisa?— despotricó comenzando a caminar.
—Bastante, sí—respondió siguiéndole el paso.
La verdad es que él también tenía prisa, si salía aunque fueran 2 minutos tarde podía esperarse lo peor, YoonGi honraba a la paciencia.
Desde que empezaron a entrenar había rabia en sus ojos cada vez que se miraban, ninguno sabía el por qué, pero su actitud les molestaba.
—¿Ésta vez no huirás?— preguntó de forma serena, soportando en decirlo más bruscamente, pues las escenas en que el castaño siempre se apartaba de él sin conocer la razón volvían a su mente y no eran nada agradables.
