3- Extraños sentimientos

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En el año 1999, yo tenía quince años. Ya hace mucho tiempo que no tenía ninguna de mis crisis, la medicación que llevaba era buena y me mantenía calmada. Ya no recordaba que se sienta estar desesperada por sexo, no había nada que me provocara por esos días. Los recuerdos de mi violación se disipan por temporada y hay meses que esas imágenes no pasan por mi mente.

Los chicos no llaman mucho mi atención y creo que yo tampoco la de ellos. En esos años yo era delgada y con mucho busto para mi edad, mi pelo ya era negro porque lo comenzó a teñir, tenía un buen físico y a pesar de que me gusta comer de todo, no engordaba y eso era magico.

A pesar de todos los atributos no llamaba la atención, creo que era por mi personalidad, la cual se volvió esquiva después de mi trauma. Los chicos de entonces no buscan a chicas con mis gustos, Yo amo los comics, películas y buena música rock, en mi mochila nunca falta algún libro de J.R.R Tolkien, él es mi escritor favorito, pero no el único, también me gusta mucho Lovecraft y Edgar Allan Poe, me identifico mucho con la personalidad del último. Por un lado era bueno ser distinta a todas las demás chicas, Así no me molestaban los chicos y ocupaba ese tiempo en leer y no sentirme bacía de la cabeza como todas las demás.

Después de algunos meses y mucho tiempo a solas, comencé a descubrir mi cuerpo. Partí masturbarme y aprendiendo los placeres que mis manos producían. eso ayudo a calmar mi ansiedad varias veces. Hubo un tiempo que sentía que mis dedos eran suficiente, después eso ya no lo era, así que comencé a usar algunos objetos.

Probé con muchos, algunos me hacían daño y otros eran muy pequeños y no me provocaban nada. Tenía una crema con un frasco fálico, era un poco más grande que una pasta dental. Cada vez que jugaba con eso, lograba satisfacer mis ansias y calmar mis impulsos. Había encontrado el objeto ideal para mi vagina. Cada vez que jugaba con ese frasco de cremas volvía a recordar al hombre que me violo y a pesar de que suena enfermizo, eso me calentaba mucho y me hacía llegar al orgasmo.

A veces, cuando ya había acabado, lloraba de rabia por ser tan tonta y permitirle a mi cuerpo que excitara con esos recuerdos, pero mi mente y cuerpo trabajaban a otro ritmo y volvía a masturbarme casi de inmediato, solo para poder dormir en paz. Pero habían noches en que no dormía por seguir masturbándome, el deseo de tener sexo con otra persona se calmaba con la masturbación, para mí no existía otra cosa más placentera que tocar mi clítoris con la yema de mis dedos, no había nada más rico que introducir ese frasco de crema por mi vagina. Con eso yo me mantenía tranquila y en paz. A veces me iba al colegio desvelada y llegaba directamente a los baños para seguir masturbándome.

También había veces que me costaba satisfacer mi lado animal, era un deseo que nunca se agotaba. Pero prefería la masturbación a teneres que buscando algún chico, así lo mantenía. Era un secreto que nadie podía saber, lo disimulaba muy bien entre clases y clases. A lo mucho me trataban de rara y eso me daba lo mismo. Yo siempre decía que estaba enferma del estómago, así me dejaban ir al baño y me seguía masturbando. Una vez, Hasta me mandaron al doctor porque creían que tenía una infección al estómago, jamás tuve infección, ni en el estómago, ni en la vagina. Cuando me masturbaba me preocupaba de poner un condón nuevo cada vez, puedes imaginar la cantidad de condones que gastaba en esos tiempos.

En un principio no lo hacía, hasta que a nuestra escuela fueron personas del hospital e hicieron una charla sobre sexo. Hablaron sobre lo importante de cuidarse y esas cosas. Mostraron fotos de las distintas infecciones y enfermedades, de como quedaban los genitales al contraer una de ellas, y dijeron lo fácil que era el contagio de enfermedades atreves del sexo, pero como yo no lo hacía con nadie, no me asustaba mucho el hecho de infectarme o embarazarme. Si me preocupe y tome conciencia de que en mi vagina introducía un frasco que muchas veces quedaba en el suelo o guardado en mi mochila. La doctora que nos dio la charla dijo una frase que a mí me encanto, ella dijo y lo recuerdo bien:

La Pasión de FlorenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora