12 ¿sera pecado?

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                    Al rato cuando ya habíamos arreglado ese pequeño mal entendido, Luna me invito a comer. Los comics ya habían quedado atrás, no pude encontrar el que buscaba y el hambre era mucho, así que nos fuimos a comer. Caminamos hasta la plaza de armas en donde están los pintores.

Había un señor que hacia retratos a lápiz y se me ocurrió que nos dibujaran, después recordé que eso se paga y las ganas se fueron. De verdad que soy muy pobre y me da plancha pedirle cosas a Luna, a pesar que sé que no me lo negara.

Seguimos caminando y vimos cuadros bellísimos, paisajes de paya, de campo y cordillera. Había uno que me encanto. En él había una pareja sentada a la orilla de un lago, se reflejaban arboles lejanos y el sol en el agua, tenía un efecto  espejo que jamás antes había visto, resultaba difícil creer que solo era una pintura y no una fotografía, pero sí lo era, la mire por largos minutos, veía esa pareja ahí pintada y me imaginaba estar dentro de esa pintura junto a Luna. Cuando miraba los cuadros le conté a Luna que me gustaba mucho dibujar, no soy muy buena pero hago el intento. Creo que toda expresión de arte es liberadora para el alma. Luna dijo que a ella le gustaba escribir y que un día me mostraría la novela que estaba escribiendo. Me conto que hablaba del amor entre un caballero en armadura y una princesa atrapada en su torre de cristal. Me intereso mucho la historia y ese día nos llevamos hablando de ella. Le preguntaba en que se inspiraba o que era lo que más quería destacar de cada personaje.

Ella dijo que el caballero era muy valiente y estaba dispuesto a todo con tal de salvar a la princesa. Ella en cambio era temerosa y siempre necesitaba de alguien para salir adelante, a pesar de su gran corazón le hacía falta un compañero de vida, alguien que sea capaz de amarla así tal cual es.  Yo escuchaba a Luna hablar de su novela y me sentía reflejada en la princesa y creí que ella sería mi caballero de armadura.

Estábamos comiendo un helado sentadas en la calle cuando ella me dijo que quería hacer algo especial. Me llevo nuevamente a donde estaban los pintores y nos sentamos frente al señor de los retratos. Ella iba a pagar ese dibujo y agrego  que sería un obsequio para mí. También  dijo que no se tímida, si quiero algo que se lo pida. Entonces  hice caso y le pedí algo.

-no quiero que te alejes nunca de mí-

-¡jamás lo hare Florencia, te lo prometo!-

El señor que nos retrataba solo sonrió y siguió dibujando. Quizás no tuvo palabras frente un amor tan extraño como el nuestro. Cuando el artista ya había terminado, nos mostró el dibujo. Luna y yo quedamos sorprendidas al ver la maravilla que había hecho. El señor nos dio las gracias por dejar que nos dibuje, decía que pocas veces veía a dos chicas tan lindas. Siempre llegan viejas feas y cabros chicos que no dejan de moverse. Nosotras le agradecimos por tan bello trabajo y nos fuimos felices

Ese regalo lo guarde con mucho cariño. Era algo especial, ahí se había  plasmado la esencia nuestra, ojos brillantes, abiertos al mundo, Profundo, capaces de perderse en un mar de amor.

Ya eran más o menos las dos de la tarde y mis tripas sonaba de hambre, ya no era helado  lo que necesitaba, tenía que ser algo más contundente, algo así como un completo y una bebida, lo típico que siempre como. Pero en mis bolsillos  no había más que una tarjeta de dragón ball y una moneda de cien pesos. La tarjeta la tenía ya que hace días estaba tratando de dibujarla y la moneda era lo que me había quedado del pasaje. No tenía ni para volver a casa, así que me trague mi orgullo y le pedí a Luna que me comprara algo de comer.

-hasta que lo dijiste Florencia. Si no lo pedias te morirías de hambre. Quiero que seas más abierta conmigo, si quieres algo, que me lo pidas, para eso yo soy tu novia- cuando ella dijo eso, me sentí mal. Todavía no quería asumir que me gustaba una chica y menos que tenía una relación con ella, era algo difícil de creer todavía.

La Pasión de FlorenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora