16- despertar en el sur

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        Despertar en el campo es definitivamente mágico, jamás había descansado de esa manera, el aroma a flores, pasto y animales era algo que me envolvía  y arropaba como a una niña recién nacida. Dormí más o menos hasta las dos de la tarde, habría seguido, pero el bullicio que alguien hacía era insoportable. Sentía que corrían, registraban y volvía a correr. Obviamente no podía reclamar contra eso ya que esa no era mi casa y como buena invitada tenía que aguantar sin reclamos.

Cuando abrí el primero ojo pude ver que era Luna la que tanto alboroto hacía. Ella estaba a los pies de la cama,  ella sola había entrado muestras maletas y guardaba todo muy ordenado en un viejo mueble que ahí había.

-que haces, porque metes tanta bulla, acaso no sabes que hay que respetar el sueño ajeno- le dije tapándome la cabeza con una almohada.

-ya es hora de que te levantes dormilona. Guarde tus cosas en los dos cajones de abajo Y puse tus condones en una bolsa cerrada para que nadie los vea por si llegaran a abrir este cajón por error- cuando dijo la palabra "condón" más me tape la cara con esa almohada. Me moría de la vergüenza y no tenía idea de que diría si me preguntaba por qué los tenía.

-no creo que acá tengas mucho sexo con hombre, pero me alegra saber que te cuidas- dijo ella en un tono que no alcanzaba a distinguir si era irónico o de molestia. La cosa es que yo no dije ni hice nada, solo me quede ahí escondida, creo haber hecho el sonido de un par de ronquidos, solo para disimular mi vergüenza.

-ya levántate, mueve ese culo de la cama, quiero que vengas conmigo... sé que no estas dormida- decía Luna. Mientras que yo seguía ahí roncando y fingiendo dormir, no quería verla a la cara.

-ok... contare hasta tres, si no te mueves te juro que traeré agua y te mojare completa- dijo amenazante.

Yo seguía mirando el rincón sin mover ni un musculo, mientras que ella dijo... Uno, Dos, Tres... y desapareció de la habitación. Casi al instante la escuche volver y solo sentí el frio recorrer  todo mi cuerpo.

La muy loca había vaciado una cubeta de hielos a medio derretir encima de mí. Sobre la cama quedaron lo cubito esparcidos por todos lados, hasta en el piso habían caído, di un salto como nunca y me levante solo para perseguirla por la habitación. Ella se ría a carcajadas y yo temblaba por el frio que me dieron los cubitos de hielo. Ella corría para que yo la persiguiera y era adorable verla con su pelo negro suelto y alborotado, me sentía feliz de correteándola. Nuevamente era una niña que disfrutaba de juegos tontos, ella me esquivo un par de veces y esos segundos eran usados para ver su rostro, su sonrisa amplia y mirada alegre. Luna sabía que a cada mirada me enamoraba más y lo usaba a su favor. La perseguí más y más, éramos dos locas corriendo por el dormitorio. Ella saltaba encima de la cama gritando y riendo.

Yo no pude evitar saltar a su lado, se veía divertido y así fue. Esa cama era muy resistente y las dos dimos brincos como si esa fuera una cama elástica.

-¿y si esto se rompe?- le pregunte a Luna.

-¡pues que se rompa!- dijo ella.

-¡entonces que se rompa!- le conteste  y seguimos saltando. Estuvimos así por largo rato. Solo deje de hacerlo cuando mis pechos comenzaron a doler. Me senté a un costado de la cama y quite los últimos cubos de hielo que quedaban. La cama estaba empanda de agua fría.

Luna no dejaba de saltar y hacia que mi cuerpo se moviera por culpa de su brinco. Mis pechos seguían moviéndose bruscamente.

-Luna, Luna deja de saltar que me duelen las tetas- le dije casi gritando, y sirvió, ya que dejo de hacerlo.

-a mi igual me duelen, toca y siente lo dura que están- dijo ella y tomo mi mano para ponerla encima de sus pechos.  Los toques con mucho cuidado, sentí sus pezones duros y no negare que eso me calentó enseguida. Estaba a punto de tocar con ambas manos cuando ella se puso de pie y me dijo.

La Pasión de FlorenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora