Epílogo.

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Keigo empujó la puerta del apartamento con el hombro, balanceando tres bandejas de comida en sus brazos. Estaba abierto, sorprendentemente.

Shigaraki apenas le lanzó una mirada desde el sofá, volviendo a concentrarse en lo que fuera que jugaba en su celular. Señaló ciegamente hacia la derecha, y Keigo no se molestó en agradecerle.

En serio, no entendía cuál era el problema de ese tipo, ni por qué Rei permitía que Natsuo saliera con él. De todos modos, no era problema suyo. Mientras todos estuvieran felices.

Golpeó una segunda puerta dos veces con los nudillos, abriéndola sin esperar por una respuesta. Se detuvo en el umbral, parpadeando a la escena presentándose justo frente a sus narices.

—¿Qué estás haciendo?

Dabi no abrió los ojos ni cambió su postura.

—Meditando.

—Meditando —repitió, asintiendo hacia los cristales meticulosamente ordenados en un círculo y el humo del incienso en la mesa de luz. —Sí, puedo verlo. ¿Por qué?

—Terapia.

Keigo rió, sacudiendo la cabeza.

Okay. Sabes que amo cuando pruebas cosas nuevas pero tenemos un almuerzo al que llegar en- —se detuvo a chequear el reloj en su muñeca— diez minutos.

Turquesa se reveló debajo de párpados cerrados, tan rápido que Keigo temía que sus glóbulos oculares rodaran hacia atrás. Dabi apagó el incienso —era lavanda, estaba seguro— y desarmó el círculo de cristales, guardándolos dentro de un cofre debajo de la cama.

—¿Por qué no lo mencionaste antes? —gruñó, esquivándolo en su camino fuera de la habitación.

Keigo esperó. Contó uno, dos-

Dabi regresó sobre sus pasos, acunando su rostro y besándolo suavemente en los labios.

—Buen día para ti, también.

Él estaba progresando. Ambos estaban progresando. Keigo podía confrontar un problema sin recurrir inmediatamente al alcohol y Dabi no tocaba una sola droga en cinco meses, a pesar de vivir con Shigaraki.

Era... bueno. Agradable. A veces tanta sobriedad lo volvía loco, pero a la misma vez se sentía mejor que nunca. Como si hubiese vivido veintitrés años completamente entumecido.

Encontró una nueva familia, recuperó a Dabi y al fin Natsuo lo convenció de comprar un coche. Era mucho más de lo que podía haber pedido.

—¡Keigo! —dos dedos tronaron frente a su cara. Dabi rodó los ojos al tener su atención, haciéndole una seña para que lo siguiera. —Fuyumi estará furiosa si no llegamos ya.

—¿Oh? Creí que no te importaba llegar en hora a estas cosas.

—No me importa.

Keigo apretó los labios en una sonrisa, encogiéndose de hombros.

—Lo que tú digas, amor.

Shigaraki fingió una arcada, siguiéndolos fuera del apartamento. Esta vez trancó la puerta con llave.



































+/

Dato: la canción en multimedia, Seasons of Love (específicamente esa versión), es la que me inspiró a escribir este fanfic en primer lugar. Originalmente, Dabi iba a morir al final. Decidí cambiarlo sobre la marcha porque quería darles un final feliz después de tanto sufrimiento.

Recién estábamos entrando en cuarentena en mi país en ese entonces, si no recuerdo mal. Escribir este fanfic me mantuvo entretenida y concentrada, y me ayudó en un montón de cosas en este período tan difícil.

Esto no va a ser lo último que lean de mí, espero. Tengo un par de ideas más que me gustaría explorar. Una ya comencé a escribirla (DabiHawks), otra tengo que reescribirla (Bakusquad) y la tercera ni siquiera la he empezado pero es la que más me emociona (DabiHawks).

Muchas gracias, otra vez y, por favor, cuídense. <3

SEASONS OF LOVE ; DABIHAWKS 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora