XV

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Cinco días en el pasado, 9:17 AM.

—Oh, ¿fumas ahora? 

Keigo ojeó con indiferencia el cigarrillo entre sus dedos. Se lo llevó a la boca y le dio una calada, encogiendo un hombro. 

—Culpa a Dabi, si quieres. 

Rumi tomó asiento en la silla vacía a su lado. Sostenía un vaso desechable con café en una mano, mientras con la otra tamborileaba sobre la mesa de madera. Keigo meneó los dedos en el aire y ella le pasó el vaso sin rechistar. 

—Algo me dice que es una mala influencia. 

—No tienes idea —rió sin humor. —Es como arsénico. Nicotina-

Rumi lo interrumpió con un silbido. Recuperó su café, dándole un trago y arrugando la nariz ante el agrio sabor. Sí, estaba de acuerdo en que sabía a mierda.

—¿Cuántas horas dormiste anoche?

—Tres. 

—¿Mucho trabajo? 

—Mucho pensar —quitó las cenizas en la punta del cigarrillo con un leve golpe. El viento se encargó de llevárselas lejos. —Creo que la cagué. 

—¿Crees? —Keigo la vio levantar una ceja por el rabillo del ojo. —¿Qué fue lo que hiciste?

Eso era justo lo que se preguntaba. ¿Qué carajos había hecho? ¿Qué mierda estaba pensando? No, claramente no estaba pensando. Si lo hubiera hecho, no hubiese aceptado allanar la casa de Todoroki Enji junto al hijo que menos soportaba. Había sido estúpido, imprudente e ingenuo, al creer que todo estaría bien y que ambos saldrían ilesos de esa. 

Pero Dabi lo estaba mirando con esos sobrenaturales ojos azules, con una sonrisa torcida en sus labios, y Keigo simplemente no pudo decir que no. Quería creer que era mejor que eso, que se necesitaba más para hacerle perder la compostura, pero ya no le encontraba sentido a mentirse a sí mismo. Lo hecho, hecho estaba —y esa era la prueba de su incompetencia. 

En ese momento no existieron consecuencias. Recordándolo ahora, Keigo hubiese deseado haber escuchado la voz en su cabeza que le gritaba que no lo hiciera. Enji lo había visto sentado en el alféizar de la ventana. Hicieron contacto visual. No había forma de librarse de esa. 

Un libro cayó sobre la mesa con un golpe sordo. 

—¡Hablando del rey de Roma! —Keigo esbozó su mejor sonrisa. 

Enji se sentó en el banco enfrentado a ellos con un gruñido. Utilizó los antebrazos sobre la mesa como soporte y le clavo una mirada rebosante de ira. Tenía el ceño fruncido —más fruncido de lo normal— y la punta de las orejas de un rojo que no podía ser sano. 

—Creí haberte dicho que te alejaras de Touya —dijo con la voz grave.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo, pero la sonrisa se mantuvo en su rostro. Keigo alcanzó el vaso de Rumi y se lo ofreció con un gesto. 

—¿Café? Podría ir a buscar más. Este sabe a mierda-

—Takami. 

—¿Sí? —se forzó a mirarlo a los ojos. 

—¿Qué estabas haciendo en mi casa el viernes por la noche?

Rumi lo pateó por debajo de la mesa y abrió los ojos en una pregunta silenciosa. Él le devolvió la patada, bebiendo del café lentamente para ganar tiempo. Negar haber estado allí no tenía caso, eso estaba claro. Enji podía ser cruel cuando quería, pero no era estúpido. Ni ciego. 

SEASONS OF LOVE ; DABIHAWKS 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora