XVIII

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Dabi creyó por un segundo que se estaba ahogando. 

Se reincorporó de golpe con las cuencas bien abiertas, y el mundo dio un vuelco. Tomó el control suficiente para evitar que los ojos le rodaran hasta la parte trasera de la cabeza, pero de todas formas necesitó sostenerse del respaldo del sofá para no volver a caer de espaldas. Sentía el rostro mojado, el cabello pegándose a su frente.

Volvió en sí después de unos cuantos parpadeos y sólo en ese momento notó que no estaba solo. La inmensa silueta de su padre se alzaba a los pies del sofá. Tenía los brazos cruzados con un vaso vacío en una mano y el ceño fruncido de una forma que pretendía ser intimidante, pero que había perdido el efecto sobre él años atrás. 

—¿Qué mierda estás haciendo en mi apartamento? —Dabi arrastró la lengua, casi mordiéndola en el proceso. 

El ceño de Enji se acentuó aún más, si era posible, haciendo que el azul de sus ojos por poco desapareciera detrás de los párpados.

—Estás en mi casa —respondió con voz de ultratumba, sin mover un músculo. 

—Eso no es verdad, estaba en- —se detuvo en seco al echarle una ojeada al lugar. Se levantó del sofá como si de repente quemara, intentando estabilizarse sobre piernas de gelatina. —¿Qué demonios hago aquí?

—Es lo que me gustaría saber. 

—No estoy hablando contigo, cierra la puta boca. 

Volvió a ojear la sala de estar y halló su chaqueta en el rincón detrás de la televisión. Cómo había llegado a allí sólo Dios sabía. Una pequeña botella blanca se deslizó fuera del bolsillo cuando la recogió y rodó hacia los pies de Enji. Hubo un momento en el que Dabi se debatió cuánto tiempo tenía antes de que él la tomara, pero cuando quiso moverse ya era demasiado tarde. 

Enji leyó la etiqueta, pero no dijo nada. Le ofreció la botella y Dabi se la arrebató, volviendo a empujarla dentro del bolsillo de la chaqueta una vez la tuvo puesta. Los ojos de Enji permanecieron clavados en él.

Hizo su mejor esfuerzo por ignorarlo mientras atravesaba la sala en dirección a la cocina, pasando por su lado en una infantil muestra de valentía. 

Pasos pesados que conocía muy bien no tardaron en seguirlo, los había oído tantos años en los pasillos de la casa que ahora lo perseguían hasta en sus pesadillas. Dabi tomó un vaso del escurridor y lo llenó con agua directo de la canilla. 

—¿Y bien? —insistió la grave voz de su padre. 

—¿Y bien qué?

—¿No vas a decirme qué haces aquí?

—¿No tienes mejores cosas que hacer como... hacer lo que se supone que hagas cuando no estás siendo un pedazo de mierda?

—Touya. 

—No me llames así —murmuró contra el vidrio del vaso. 

Una mano se posó sobre su hombro y Dabi se volteó escandalizado. El vaso se le resbaló de las manos y explotó contra el piso en cientos de pedazos.

Enji simplemente miró el desastre de reojo y volvió a concentrarse en Dabi. 

—¿Qué-?

—No me toques —forzó entre dientes apretados. 

—Cálmate.

—No recuerdo qué demonios hago en esta casa, ¿sí? Pero ya me voy, no es como si quisiera estar debajo del mismo techo que tú y tener que mirarte la cara por más de un segundo, de todos modos. 

SEASONS OF LOVE ; DABIHAWKS 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora