XIII

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El hospital estaba particularmente lleno de gente para un martes, aunque Keigo supuso que se debía al horario de visitas. Se vio obligado a esquivar varios grupos de personas para llegar a la sala de espera y, una vez allí, tuvo la maravillosa suerte de no encontrar el cabello albino que buscaba —¿Dónde estaban los Todorokis cuando se los necesitaba?

Con un bufido se apresuró al elevador, logrando mantener las puertas abiertas con una mano y escabullirse dentro junto a otras tres personas.

Natsuo estaba afuera de la habitación cuando Keigo encontró el pasillo correcto, con los antebrazos apoyados en el marco de la ventana abierta y su atención únicamente en el celular.

—¿Recibiste mis llamadas?

Él volteó a mirarlo, cejas levantadas en sorpresa. Una sonrisa se extendió por su rostro mientras sacudía el celular en el aire.

—No las escuché, lo siento.

Keigo no señaló el elefante en la habitación. Le sonrió de regreso, intentando mantenerse genuino y no forzar expresiones en su rostro que no deberían estar ahí.

—Está bien. Creí que sería buena idea pasar a ver cómo estaba todo por aquí —señaló la puerta cerrada de la habitación. —¿Ella cómo está?

Natsuo suspiró, pasándose una mano por la frente. No sería una sorpresa que le doliera la cabeza, considerando las bolsas oscuras debajo de sus ojos que delataban las pocas horas de descanso. Pasar las veinticuatro horas del día en un hospital no debía ser —lo que Keigo llamaría— refrescante.

—Igual que los últimos días; estable, aún no da señales de despertar pronto pero sé que lo hará. Fuyumi es una de las personas más fuertes que conozco.

—Claro que lo hará. Sólo necesita tiempo.

Y por más egoísta que sonara, Keigo también lo necesitaba.

—Lo sé, lo sé. Probablemente no debería decir esto, pero... Nada es igual desde que ella no está, ¿sabes? —suspiró. Keigo ladeó la cabeza, incitándolo a continuar. —Fuyumi mantiene la familia unida.

Keigo se mordió la lengua para no decir algo de lo que fuera a arrepentirse luego. Como remarcar el obvio positivismo tóxico que antes había observado como una cualidad de Fuyumi, siempre viendo la bondad en las otras personas —Incluso si esa persona era el padre abusivo que atormentó a su madre y hermanos por años. Que los golpeaba y hería. Que no se había interesado en buscar a su propio hijo, cuando éste huyó de casa porque ya no podía soportarlo.

En ese hombre no había nada, excepto crueldad. Pero Fuyumi se esforzaba en mantenerse positiva, a pesar de todo.

—¿Por qué dices eso? —preguntó, en cambio. —Tú haces un excelente trabajo.

Natsuo negó con la cabeza. Una risa cínica burbujeó en su garganta.

—Te aseguro que no. No tengo la menor idea de qué hacer.

Keigo se permitió sonreír más abiertamente, aún sin enseñar los dientes. Se atrevió a posar una mano en su hombro y darle un leve apretón, intentando no prestarle atención a los músculos firmes debajo de la ropa. Aún le atraían los hombres y tenía ojos, muchas gracias.

—¿Ahora mismo? Podrías ayudarme a encontrar a tu hermano.

Natsuo soltó un quejido, cerrando los ojos hacia el techo. Apoyó la cabeza contra la ventana.

—¿Qué hizo esta vez?

Bueno, ¿por dónde empezar?

Le encantaría decirle que Dabi había sido un dolor en el culo desde el día que se conocieron, pero eso ya debía saberlo. Después de todo, era su hermano— ¿Quién mejor para saber lo insufrible que podía ser?

SEASONS OF LOVE ; DABIHAWKS 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora