XXIV

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Fuyumi soltó la espátula para sostenerse la cabeza. La claridad colándose a través de las cortinas le hizo cerrar los ojos involuntariamente.

—Creí haberte dicho que esperaras en la sala.

Una mano helada se posó entre sus omóplatos, guiándola a ciegas de regreso al sofá. Se recargó en el respaldo, dejando los lentes de lado para presionarse las cuencas de los ojos con la base de las manos. El dolor se adormeció poco a poco, hasta no ser más que un espectro. Levantó los párpados lentamente, encontrándose con el techo de su apartamento.

Agradecía tanto dejarse convencer de mudarse en ese entonces, porque no creía poder soportar los gritos de su padre si aún viviera con él. La pacífica voz de Shouto era mucho mejor.

—No puedo quedarme haciendo nada todo el día —entrecerró los ojos hacia el reloj. No veía nada, pero estaba segura que era pasando el mediodía. —Deberías estar en clases.

Shouto chasqueó la lengua.

—¿Si no te ayudo yo, quién lo hará?

—Eso fue cruel.

Él se encogió de hombros.

Fuyumi lo vio desaparecer dentro de la cocina y se permitió cerrar los ojos mientras esperaba a que regresara. Ni siquiera tenía la energía para recriminarle por saltarse clases porque, apesar de todo, tenía razón.

Natsuo debía estar preparando todo para comenzar la universidad. Enji no era una opción, Rei mucho menos. Y hasta ahí llegaba la lista de personas que se preocupaban por su bienestar, más o menos.

No escuchó a Shouto regresar, pero sintió cómo se hundía el asiento a su lado. Él le tocó el hombro, ofreciéndole una taza al tener su atención.

Fuyumi le sonrió con agradecimiento.

—¿Touya ha venido a verte?

—Sí, debe haberse asustado cuando lo fuiste a buscar al trabajo.

Contó como una victoria la pequeña curva en el rostro de su hermano.

Touya no había ido a verla, ni al hospital, ni al apartamento. La verdad era que Fuyumi no escuchaba nada de él desde la última llamada antes del accidente, pero Shouto no necesitaba saber esas cosas. Ella no necesitaba que su hermano menor se involucrara en cosas que no comprendía. Le asustaba no estar segura de que Touya lo protegería.

Fuyumi sacudió la cabeza para librarse de esos pensamientos, arrepintiéndose al instante del brusco movimiento. Se llevó una mano a la frente.

Shouto le quitó la taza de las manos.

—¿Quieres que busque las medicinas?

Su respuesta se ahogó bajo el timbre de la puerta. Shouto le hizo una seña de que esperara, parándose para abrirle a quién-quiera-que-fuera.

Fuyumi escuchó la inconfundible voz de una mujer. Se sentó derecha, estirando el cuello para intentar ver algo aunque no llevara los lentes puestos. El cuerpo de Shouto le obstruía el camino, pero estaba segura de lo que había escuchado.

Vio a su hermano asentir y hacerse a un lado. La otra figura se adentró al apartamento, reclamando la iluminación del lugar para sí misma.

Fuyumi quería arrastrarse hasta la esquina más oscura de su habitación.

—Rumi —murmuró, en cambio, mientras ella tomaba asiento a su lado. —Qué- ¿Qué haces aquí?

—¿Qué? ¿No puedo visitar a una vieja amiga? —preguntó con una sonrisa, apesar del peso de sus palabras.

SEASONS OF LOVE ; DABIHAWKS 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora