Capítulo veintiocho

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"—Corazón roto".

—Necesito salir de aquí —le digo a Roma.

Se acerca asustada, y toma mis manos.

—¿Qué pasó?

—Me dejó... —comienzo a llorar.

—¿Qué? —cuestiona impactada.

—Escuchó cuando dije que me confundía con Valentino...

—Se le va a pasar —me abraza y acaricia mi cabello.

—No, no se le va a pasar, y no se lo voy a perdonar.

Me separo de Roma.
Camino a la habitación que comparto con este gilippollas.
Está sentado en la cama.

—Isabella —me dice Roma—. Nos iremos con León...

Se calla cuando lo ve.
Busco en mi armario mis maletas de equipaje.

—Roma, ella se puede ir en mi avión privado...

—No Gaspar, no creo sea buena idea vayan juntos.

—Yo no iré.

Roma lo mira mal.

—Jódete Gaspar.

Cuando termino con mi equipaje, le pido ayuda a Nico.

—León nos espera en el aeropuerto —dice Roma.

Asiento.

—No es necesario que te vayas con ellos —suspira el imbécil.

—No me iré en tu jet, ya no confío en ti, por algo estás tan interesado en que me vaya ahí.

—Yo no soy Valentino —dice bruscamente—. No te mataré, y jamás hubiese dañado a tus padres.

—Vete a la mierda.

Seguimos empacando algunos bolsos, para ayudar a Nicolás.

—Queda el último —dice Roma.

Entro a buscarlo. Gaspar está apoyado al lado de donde estaban mis cosas.

—Ten —estira su mano.

Veo la tarjeta bancaria.

—Métetela por el culo —sonrío.

Se para bruscamente y me toma del brazo.

—Ten —dice cabreado.

—No la quiero.

Comienza a acariciar mi espalda, hasta llegar a mi trasero.

—Ten —sonríe maliciosamente.

Niego.

Juega con la tarjeta y con su mano desocupada, comienza a jugar con mi entrepierna.

—No.

—Sí, te llevarás esto, y cualquier cosa que necesites, te lo comprarás con esta tarjeta, lo que quieras —jala mi cabello.

Se me escapa un gemido. Al instante me arrepiento al ver su sonrisa de satisfacción.

—No —me separo de él.

Se cruza de brazos victorioso.

—Te veré muy pronto —dice.

—No creo que me vuelvas a ver en tu puta vida, apenas llegue correré a los brazos de Valentino —suelto victoriosa.

Me toma del brazo nuevamente.

—Ni se te ocurra —me amenaza.

—¿Quieres ver? —lo desafío.

Se acerca a la puerta de entrada y sale.

Observo cada parte de esta casa, momentos que recordaré para siempre...

—Ven aquí —dice bruscamente.

Mierda.

—Me asustas.

Toma mi brazo, camina rápidamente hasta llegar a las escaleras.

—¿Dónde vamos? —intento detenerlo.

No responde.

Sube conmigo afirmando mi brazo.

—Gaspar —digo.

—No te irás con ese capullo —escupe cabreado.

Sonrío, lo que hace que su enojo crezca.

Entramos a nuestra pieza.

—Eres mía —me apega a él en un beso.

No pongo mayor resistencia, me gusta estar con él, y sé a dónde va esta situación.

—Tú me dejaste, soy libre.

—Te dejé porque te confundes —besa mi cuello.

—¿Y en qué momento dije que te cambiaría por él?

—Ya no confío en ti —desvía su mirada.

—El sentimiento es mutuo —juego con el cierre de sus pantalones.

Nos desnudamos por completo.

—Eres hermosa —sonríe.

—Tu no.

Toma el control de la situación.

Acabamos juntos.

Me va a abrazar, pero me aparto.

—Me iré, no sé qué le dijiste a Roma.

Me levanto de la cama, y me visto.

—Que triste todo.... —dice él.

—Fue tú decisión.

Salgo de la habitación. Le marco a Roma.

—Maldita zorra, ¿Ya volvieron? —contesta.

—No —digo al borde del llanto.

—Tranquila bebé, Aarón te traerá, te amo.

—Y yo a ti...

Veo a Aarón.

—Vamos señorita.

Limpio mis lágrimas, me ayuda a subir al auto. Comenzamos nuestro camino a casa de León.

HUYE DE ÉL ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora