Capítulo treinta y cuatro

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"—Te amaré aunque tenga miedo."

Seguimos en la cena benéfica, luego de cenar todos, nos juntan como en una parte tipo teatro.
Con un escenario frente a nosotros, en el cual un chico, va ofreciendo cosas, y un caballero lo ayuda con la subasta.
A cada millonario se le entregó un número en una mini pancarta, la cual se levanta solo si ofreces aumentar la subasta hasta quedarte con el premio.

—¿Alguien ofrece más? —cuestiona el caballero—. El 34.

Miro a Gaspar, el cual está apoyado en mi hombro.

—¿Por qué no nos vamos? —cuestiona aburrido.

No hemos comprado nada, no nos apetece.

—¿Podemos?

Él asiente.
Se levanta de mi hombro.

—¿Vamos a casa? 

—Mañana es el cumpleaños de Roma...

—¿Ves? Debemos descansar —levanta sus cejas—. O tal vez no —me toma de la cintura, y deposita un beso en mi cuello.

Me río.

—Iré a hablar con Roma, ¿Me esperas?

Asiente. Beso su frente.

Me levanto de mi puesto, y camino a la mesa de mi amiga. Está junto a Santiago.

—Ro —me agacho a su lado.

—Bebé —sonríe.

Toma mi mano y la acaricia.

—Nosotros nos vamos, mañana nos vemos en tu almuerzo. Cualquier cosa que necesites me llamas a mí o a Gaspar.

—Mañana comienza desde las 12:00 AM. Para ustedes, y la fiesta es en la noche.

Asiento.

—Te presento a Santiago —lo apunta.

—Hola Santiago, mucho gusto —estiro mi mano.

—Hola Isabella, mucho gusto. Roma ha hablado muchas cosas lindas de ti —sonríe y estrecha su mano con la mía.

Sonrío también.

—¿Lo veré mañana? —susurro.

Roma asiente.

—Nos vemos mañana entonces —beso la mejilla de mi amiga.

—Nos vemos mañana —me abraza—. Estoy feliz... —susurra.

—Bebé —me aparto de ella—. Siempre estaré aquí para ti.

—Gracias por todo —me sonríe.

Beso su mejilla nuevamente.

—Te amo.

—Y yo a ti —guiña un ojo.

—Nos vemos Santiago —me despido.

—Nos vemos Isabella —sonríe.

Camino nuevamente a donde está Gaspar. 

—Llegué —lo abrazo de la espalda y beso su mejilla.

—Vámonos de aquí.

Tomo su mano, caminamos hasta la salida. Gaspar llama a Aarón, el cual llega frente a nosotros en unos minutos.

—¿Cómo les fue? —nos pregunta cuando subimos al auto.

—La misma mierda de siempre —responde Gaspar.

HUYE DE ÉL ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora