Capítulo cuarenta y uno

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"—Deseando que estés aquí, pero no estás."

—Espera —me detiene Nicolás—. Estás llena de sangre.

Me observo.

—Ayúdame —me aparto la camiseta que tengo debajo de la sudadera—. Sostén esto, por favor.

Nicolás afirma mi camiseta. Levanto la sudadera hasta quitármela. Piero va en busca de mi chaqueta. Me ayuda.

—Ahora sí —asiente—. Era como si vinieras de una película de terror.

—Gracias —beso su mejilla.

Salgo de mi departamento junto a Nico, el cual cierra la puerta mientras yo presiono el botón del ascensor.

—No estoy segura... —susurro.

—Debes pensarlo bien.

—Tampoco es normal que reaccione así cada vez que vienen sus inseguridades y paranoias... —observo mi brazo.

El cual apretó tan fuerte que dejó una marca morada en reemplazo de la roja.

—Isabella...

Es Gaspar. Me giro y quedo frente a él.

—Perdón —susurra apenado.

Observa mi brazo con terror.

—Sabes que no te haría daño nunca...

—Ya lo hiciste. Y no es la primera vez...

—Perdóname, me vuelve loco pensar en que él también te dañe —comienza a llorar.

—También te vuelve loco pensar en que Valentino me dañe, pensar en que tengo algo con Nicolás, pensar que estoy a favor del gilipollas ese. Todo te vuelve loco Gaspar, esto ya no es normal...

—Sólo quiero cuidar de ti, estoy muy enamorado de ti —me mira fijamente.

—Quizás no es amor Gaspar. Yo también estoy enamorada de ti, y no pienso que follas con Anne, o que me engañas con x persona, no me vuelve loca pensar en nada, porque a diferencia de ti yo pretendo tener una relación sana, tú no.

—No quiero hacerte daño, no fue mi intención... Dante fue el causante de que Alice muriera —sus lágrimas corren por sus mejillas—. Alice era mi hermana pequeña, le dije que él era una mala persona, pero no me escuchó —se acerca a mí—, al igual que tú. No me estás escuchando, y él solo quiere acercarte para hacerte daño.

—¿Por qué no me dijiste esto?

—Me duele el alma hablar de ella.

—Me duele el alma hablar de ella

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Mierda...

Intento acercarme a él, pero me aparta despacio.

—Tienes razón, yo soy el que te está dañando... —llora.

—Gaspar.

—Perdón por todo...

—Solo debes controlar tus impulsos.

—No puedo hacerlo cuando se trata de ti, es que si te dañan yo no sé qué haría...

—Debemos cuidarnos, protegernos.

Gaspar toma mi brazo delicadamente, observa mi moretón.

—Discúlpame pequeña... —acerca su mano a mi mejilla y la acaricia.

Observa a Nicolás.

—Disculpa... —le dice.

Observo a Nicolás el cual solo asiente.

—La cuidas muy bien. No estás despedido, jamás lo haría...

Nicolás nuevamente asiente. Aún está enojado...

—Lo mejor es que me vaya de aquí —se acerca a mí y besa mi frente—. Te amo, sé que esto es una mierda, debes tomar tu tiempo y pensar lo que quieres hacer. Si ya no quieres estar conmigo...

Lo detengo tomándolo del cuello y juntando sus labios a los míos.

—Ese cabrón caerá y pagará por todo el daño que te ha hecho —afirmo.

Sonríe débilmente.
Entramos los tres al departamento.

—No debí haber justificado que no era él, si no estaba segura...

—No lo sabías —dice Nico.

—Exacto, no lo sabías... —susurra Gaspar.

Tomo mi celular, observando miles de notificaciones de Roma, y batería baja.

—Mierda —digo.

Ambos me miran.

—Dejé el cargador de mi celular en el auto, iré a buscarlo —camino a la puerta.

—Te acompaño —dicen ambos.

—Ustedes deben hablar... —afirmo.

Se observan mutuamente demasiado incómodos.

—Por favor, sólo hablen...

Salgo del departamento cerrando la puerta tras de mí. Toco el timbre del ascensor, cuando llega me subo esperando pacientemente a que llegue al piso subterráneo.
Me bajo y camino en busca de mi auto.
Llamo a Roma.

—Maldita, ¿Ya se te pasó el enojo? —contesta.

—No sabía lo de Gaspar...

—¿Qué cosa?

—Lo de su hermana... —susurro.

—¿Qué hermana? —cuestiona sorprendida.

—¿Tampoco lo sabes?

—No bebé.

—¿No mientes?

—No Isabella, ya me tienes cabreada con tu desconfianza...

—Es que no lo sé, ¿Y tu papá?

—No sabría decirlo, lo más probable es que si... Conoce a Gaspar desde los 15 años...

—Es una historia terrible, y el causante de todo es el hijo de puta.

¿Quién?

—Dante Hermman.

—¿Y qué pasó con la hermana de Gaspar

—Se suicidó por culpa de Dante.

Mierda... —dice sorprendida.

—No sé si debí decirte, pero necesito saber si podemos hacer algo para que él pague, Nico me dijo que podía ser él...

Ya no se puede hacer nada...

Observo una figura masculina.

—Espera, te llamo en unos minutos —cuelgo.

Llego a mi auto, lo abro y saco el cargador rápido.
Alguien nuevamente se esconde en uno de los autos.

Tomo el celular marcando el número de Gaspar.

—Ya es tarde, preciosa —me toman de las mano, y ponen algo en mi boca—. Eres hermosa... —susurran en mi oído.

Voy cayendo en un profundo sueño...

HUYE DE ÉL ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora