Capítulo quince

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"—No caeré."

Llego nuevamente al estacionamiento de la universidad.
Es día Viernes, Valentino sale a las 12:00 pm; y son las 11:55 pm. Camino a su facultad.

—Hola Isabella —me saluda uno de sus amigos...

—Hola, ¿Valentino ya saldrá? —cuestiono.

—Valentino se fue temprano, como hace una hora —mira su reloj.

—¿Sabes a dónde fue?

—A casa, Valentino es un zombie éstos últimos días...

Suspiro.

—Gracias... —sonrío.

—No hay de qué —sonríe igualmente.

Camino nuevamente a mi auto, me subo y avanzo camino al departamento de Valentino.

Cuando llego me bajo, bloqueo el auto y me acerco a recepción.

—Buenas tardes señorita —me recibe el conserje.

—Buenas tardes, vengo a ver a Valentino...

—Señorita Isabella, su entrada está estrictamente prohibida... —dice apenado.

—¿Cómo?

—El señorito Valentino prohibió su entrada... —comienza a explicar, pero dejo de escuchar.

Salgo a la entrada y me siento en la gran escalera que está al comienzo.

—¿Cómo me hace ésto? —comienzo a llorar.

Suena mi celular iluminando la foto y el nombre de Gaspar...

—¿Qué? —contesto.

—¿Qué haces ahí...? —pregunta en un tono molesto.

—¿Me estás siguiendo? —observo a todos lados.

—Al frente tuyo hay una camioneta esperándote, déjalo todo atrás...

Efectivamente hay una Range Rover negra, frente a mí.

—No iré, y deja de seguirme, pareces psicópata.

Sólo quiero lo mejor para ti...

No escucho más y cuelgo.
Me levanto y vuelvo a entrar al edificio.
Llego a donde está el conserje, nuevamente...

—Necesito entrar, tuvimos una pelea, cosas de jóvenes —sonrío.

—Pero señorita...

—Usted me entenderá, de seguro peleaba con su señora y se enojaban demasiado, pero luego una buena conversación y unos besos de por medio, y todo volvía a estar bien —junto mis manos en forma de súplica.

—Está bien —sonríe.

Camino apresurada al ascensor, presiono el botón y las puertas se abren.
El tiempo en llegar al piso de Valentino me desespera...

Toco su timbre, me verá por cámara y no querrá abrirme... Vuelvo a tocar.

—¿Qué quieres? —me abre la puerta.

Se apoya en el umbral con los brazos cruzados.

—¿Sabes que puede perder su trabajo por dejarte entrar? —vuelve a preguntar.

—¿Qué nos pasó? —aguanto las ganas de llorar.

Desvía la mirada.

—No dejaré que entres Isabella, ésta vez necesito tiempo y sinceridad...

—¿Qué ocultabas en tu celular?

—Cosas turbias...

—¿Qué cosas?

—Vete Isabella... —me pide.

Tomo su cara entre mis manos.

—Mírame —le ordeno.

—Isabella...

—Te amo, y sea lo que sea te entenderé, porque eres el amor de mi vida, quiero estar junto a ti... —comienzo a llorar.

Valentino se aparta.
Suena mi celular, es una notificación.

"Él sabe la verdad... Vamos, descúbrelo. No sé si después de eso lo vas a amar... "

Es Gaspar...

—¿Qué sabes? —le pregunto a Valentino.

—No te puedo decir... Si hablo me odiarás —comienza a llorar.

—Valentino...

Me interrumpe.

—Llamaré a seguridad Isabella, vete de aquí...

—Sólo quiero saber de qué verdad hablan... —susurro.

—Yo no te la diré, no puedo perderte de por vida, sin ti no soy nada...

—Te apoyaré, creeré en ti.

Niega.

—No Isabella, no es tan fácil... —eleva la voz.

—Te daré un tiempo Valentino, confía en mí como yo confío en ti... —acaricio su mejilla—. Te amo.

Me giro, voy al ascensor.
Suena una notificación nuevamente.

"Él no tiene sinceridad contigo. Vamos mi pequeña ardillita, oblígalo."
Gaspar...

Marco su número.

—¿Qué mierda quieres? —pregunto cabreada cuando contesta.

—Que estés junto a mí, en éstos momentos... —habla con dulzura.

—Vete a la mierda, no te hablaré, no responderé tus mensajes y no sabrás nada de mí hasta que estés dispuesto a decirme la verdad. Yo no soy el juguete de nadie.

—¿No te lo dijo? —pregunta con ironía.

—No, en este juego perdemos los tres.

—¿Qué pierdo yo?

—A mí...

—¿Y tú?

—A los dos... —contesto llorando.

—No puedes tener a los dos Isabella, es momento de que decidas... ¿El lado bueno? ¿El lado de seguir viviendo en un mundo de mentiras?

—¿Cómo sé que no eres el lado de las mentiras?

—Ven a mi casa, y compruébalo... —propone.

—No.

—Entonces jamás lo sabrás...

—Tú sólo quieres follar conmigo.

—Isabella —me reprocha.

Llego al primer piso.

—Muchas gracias, que tenga una linda tarde —me despido del conserje.

Vuelvo a poner atención al teléfono.

—Sabes que para mí no eres un juego...

—No Gaspar, no lo sé.

Veo el mismo auto de recién, en el mismo lugar.

—Gaspar, ya te dije que no iré a tu mansión, mucho menos subiré al auto...

—Era una segunda oportunidad bonita...

—Menudo gilipollas —susurro.

—¿Sabes de qué fallecieron tus padres? —cuestiona Gaspar.

—En un accidente automovilístico.

—¿Accidente? Yo no lo llamaría así.

Hijo de puta, con mis padres no juegues, cabrón de mierda —suelto.

—No fue un accidente Isabella...

—Gaspar, por favor —susurro.

Comienzo a ver todo borroso, me desplomo al lado de mi auto...

HUYE DE ÉL ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora