Capítulo 5

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Seguí a Oren hasta el hueco que me guardó en el sofá, alentándome a beber toda la maldita cerveza mientras me atragantaba con la pizza, estaba deliciosa joder, años que no probaba la pizza.

— ¿Quieres otro?

Oren iba por su tercer pedazo, todos comen un montón aquí.

— No gracias, es suficiente con uno.

— Para nadie es suficiente un trozo.

Luca depositó otro trozo de pizza en mi plato de cartón, más bien, dejó caer un trozo en este, volviendo a su lugar con dos trozos más en su plato ¿Cuánto come este hombre?

— No, en serio — Oren sonrió con coquetería, alcanzando otro trozo de pizza— ¿Qué le hiciste?

— Te juro que no hice absolutamente nada, sus cambios de humor me dan dolor de cabeza.

Adam y Blake entraron en la casa saludando a todo el mundo, Blake tomó tres trozos de pizza y una cerveza antes de sentarse a lo indio en el piso junto a su novio y otro grupo de chicos, ella parecía llevar un buen tiempo por estos lados, o quizá... es su personalidad la que la hizo integrarse con facilidad, estaba un poco celosa de que ella encajara tan bien.

— ¿Tierra a Jessa?

— ¡Jessa! ¡Piensa rápido!

Connor lanzó una lata de cerveza que por suerte atrapé.

Sonreí.

— ¡Gracias! La mía ya se había terminado.

— Para eso están los amigos.

Guiñándome un ojo.

— Y hablando de amigos ¿Puedes darme un par de consejos? ¿Con qué podría empezar hoy? No quiero quedarme de brazos cruzados, si estoy dentro, quiero probar un poco de todo.

— ¿De todo todo?

Preguntó una de las chicas cercanas a mi lugar, acariciando mi muslo.

— ¿Por qué no?

Sonriendo como ella.

La chica al ver que estaba de acuerdo, se apoyó en sus rodillas, acunando mi rostro para besarme en medio de los vitoreos, chiflidos e invitaciones indecentes por parte del resto. Yo también puedo jugar a esto.

Puedo dejar de ser tan correcta siempre.

— ¡Vaya Jess! Tus gustos te los tenías bien guardados.

Oren me empujó con su codo sonriendo y riendo como el resto.

— A mí también me gusta jugar ¿O creías que era una aburrida?

Riendo.

Luego de esa demostración de no estar odiando cada maldito minuto con esta pandilla, a nuestro alrededor se formó un grupo mixto, comenzando a hablar de estupideces, riendo, comiendo y bebiendo como si nada más importara.

Y por un agradable momento, así fue.

— Vamos ya, es la hora.

Luca paró frente al grupo en cuanto todos se pusieron de pie para marcharse a la fiesta del Pacto de la calavera.

— ¿Iremos juntos?

Movió la cabeza señalando la puerta principal, comenzando a caminar, y si quería que alguien me llevara a casa más tarde, más me vale seguirlo.

— Oye, en serio — prácticamente trotando para poder alcanzarlo— ¿No te molesto? ¿No perturbo tu solitaria paz? ¿No te molesta que hablen de tu cambio repentino? ¿Dónde queda tu reputación en todo esto?

La tentación del diablo #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora