Capítulo 24

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LUCA.

La infancia es un episodio de mi vida que no olvidaría jamás. Mis primeros recuerdos son a los cuatro años, mi madre estaba en el sofá, follando con el hijo de puta de mi padrastro mientras yo me ahogaba con un trozo de manzana justo al lado de ellos, mi madre empujó al sujeto para ir en mi ayuda, y este me dio una paliza descomunal por haberlo interrumpido. Estuve en el hospital tres semanas completas, casi pierdo la visión de mi ojo derecho por ese accidente, el bastardo me fracturó la órbita, pero afortunadamente mamá pudo salvarme.

La siguiente paliza que recibí fue apenas puse un pie en la casa luego de regresar del hospital, el hijo de puta tuvo problemas con la policía por mi culpa, me golpeó para "Hacerme un chico rudo" y así soportar más de sus abusos.

Joder... si yo enumerara todas las veces que ese sujeto me golpeó, todas las veces que terminé en el hospital por su culpa, todas las veces que mamá lloró por mí y me pidió perdón, diciendo que jamás podría dejarlo.

La única vez que pensó en mí, fue cuando me llevó al orfanato abandonándome en ese horrible lugar, dijo que cualquier cosa era mejor para mí que quedarme en esa casa con ese abusador, ella dijo que no volvería a tener hijos para poder quedarse a su lado, me dejó mi oso de peluche y se marchó, dejándome atrás.

Y todos sabemos lo que pasa en los orfanatos de ciudades de mierda, las cuidadoras en realidad no te cuidan, se gastan todo el dinero que les da el gobierno, nosotros moríamos de hambre, éramos violados, golpeados, castigados de forma física para "corregir nuestro comportamiento", si dormíamos con varios niños, robaban tus pertenencias, peleabas por la comida, peleabas por la sobrevivencia, en fin... hubiese preferido quedarme en la casa de mierda con mi madre y ese abusador, al menos había comida en el refrigerador y tenía un cuarto donde podía esconderme de su ira.

Mi madre me fue a ver una vez al año para mi cumpleaños siempre llevando regalos, siempre pidiendo perdón por no haber cuidado de mí como debía, pedía perdón por haberme dejado nacer cuando en realidad debió abortarme apenas se enteró que estaba preñada, pero a pesar de todo eso... yo la quería, quería mucho a esa mujer, y la extrañaba, no sabía si yo estaba ya muy cagado de mente, pero entendía que ella hizo eso porque pensaba que era mejor para mí, y por eso nunca le dije que el orfanato era mucho peor. Supongo que, al hacerme mayor, ella no pudo con la culpa, porque cuando cumplí catorce, ella dejó de venir.

Rezaba para que siguiera viva al menos.

A los diecisiete años me patearon fuera del lugar, no tenían espacio ni ganas para alimentar y vestir a una escoria como yo, y díganme ¿Cómo sobrevive un chico sin trabajo, familia, dinero o techo?

Por supuesto que en un prostíbulo carajo.

Estuve dos años en ese maldito prostíbulo, recibiendo dinero por penetrar mujeres mayores, hacer shows en tanga y dejar que me tocaran el paquete por buenas sumas de dinero, había noches en las que bebía tanto que no me podía el culo para llegar al cuarto que compartía con otros sujetos, así que solo me tiraba en la blandita basura y dormía un poco hasta que mis piernas ganaran fuerza y pudiera marcharme del lugar, fue en una de esas ocasiones que me encontró el entrenador. Las primeras veces, me dio comida y botellas de gaseosa, cada vez que me encontraba, tenía algo para mí. Cuando el invierno se hizo más pesado, llevó comida caliente y ropa abrigada, muy abrigada joder, mis zapatos de nieve favoritos son los que me regaló él, ese hombre es el puto cielo, y cada vez que hablábamos, me hablaba con orgullo de su hijo, el perfecto de Connor que tenía una pandilla y se cuidaban todos entre sí. Él me lo contaba como si todo fuera flores, arcoíris y colores, pero no era tan así, claro que no sería yo quien rompiera la ilusión del buen hombre.

Me atrapó trabajando en el prostíbulo cuando tenía diecinueve años, joder... que enojado estaba ese hombre, recuerdo como si hubiese sido ayer, que entró por mí, me golpeó en el rostro, me ordenó recoger todas mis cosas y esa misma noche comencé a vivir con él en su casa, se hizo cargo de mí, terminé el año de escuela que me quedaba y comenzó a entrenarme en su gimnasio, él me hizo su super estrella, al tiempo después, me mudé con Connor, su hijo, y me uní también a la pandilla.

La tentación del diablo #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora