Capítulo 29

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Yongsun despertó primero, con la poco familiar sensación del peso de otro brazo que le rodeaba la cintura. ¡Poco familiar y, sin embargo, tan, tan familiar! Hubiese sabido que era Byul la que la estaba abrazando incluso en el caso de que los sucesos de la noche pasada no siguiesen frescos en su mente, porque sería capaz de reconocer el tacto y el olor de Byul en cualquier parte.

Cerró lentamente los ojos, intentando ahuyentar el ataque de pánico que tenía la certeza de estar a punto de sufrir. La noche anterior no había tenido tiempo de pensar. Lo único que deseaba era que Byul la acariciase, y acariciar ella la suave piel de su amiga. Nada más tenía importancia. Sin embargo ahora, ahora que la luz del sol comenzaba a colarse por entre las persianas, la realidad la

«¡Ay, Dios!»

Tenía que huir de allí. No podía mirar a Byul a la cara en esos momentos. ¿Qué iba a decirle? ¿Que había sido un error? No; lo había vivido como algo demasiado perfecto para que fuese un error. Perfecto y acertado. Sin embargo, ¿ahora, qué?

«¡Oh, Dios mío, soy lesbiana!»

«¿Lo soy?»

Movió la cabeza de un lado a otro. No estaba preparada para enfrentarse a ello en esos momentos. No estaba preparada para hablarlo. De modo que hizo lo único sensato que se le ocurrió.

Huyó.

Moonbyul rodó sobre sí misma, notando el cuerpo placenteramente molido. Supo que estaba sola incluso antes de abrir los ojos. Aunque al principio se sintió decepcionada, pronto se dio cuenta de lo tarde que sería: Yongsun debía de estar ya en su trabajo. De modo que apartó las mantas de golpe y se desperezó, dejando escapar un gemido de satisfacción cuando los recuerdos de la noche pasada inundaron su mente.

«¡Hemos hecho el amor!»

¡Quién le iba a decir que llegaría el día en que eso sucediera! Ni en sueños, pensó, sonriente. Y sin embargo, la noche anterior la inexperta Yongsun se había adueñado de lugares de su cuerpo que ninguna mujer había poseído antes de ella. Yongsun sabía exactamente cómo tocarla. Era como si... como si Yongsun lo hubiese soñado mil veces.

Se dio una ducha y se puso los vaqueros del día anterior, recordándose a sí misma que debía volver a hacer la colada. No había café preparado... ni tampoco nota alguna. De hecho, casi no había pruebas de que Yongsun hubiese estado allí.

Mientras iba contando las medidas de café que sacaba de la lata, miró a su alrededor, pensativa, preguntándose qué estaría pensando Yongsun, qué sentiría en aquellos momentos. Era una pena que no la hubiese despertado para poder hablar, porque sin duda lo necesitaría.

Mientras se hacía el café, estuvo rebuscando en los cajones del escritorio de Yongsun, intentando encontrar la agenda de teléfonos. Dio con el número de la «Tienda Hallmark de Yongsun» y lo marcó. Una involuntaria sonrisa le iluminó el rostro al oír la voz de su amiga.

—¡Buenos días! —susurró.

Silencio.

—Hola —se oyó por fin.

Moonbyul enarcó las cejas.

—Si te hubieses quedado un ratito, podríamos haber hablado sobre lo sucedido, Yongsun —musitó—. ¿Estás bien?

Oyó un largo suspiro y un suave carraspeo.

—No estoy segura, Byul.

Moonbyul cerró los ojos.

—¿Debo pedirte perdón?

—¿Perdón? Me parece que lo que sucedió ayer noche fue cosa mía —susurró Yongsun, y a continuación volvió a carraspear—. Ahora no es buen momento para hablar.

—Lo comprendo.

«¡Mierda!»

—Esto... hasta luego.

Moonbyul asintió y se quedó escuchando la señal de fin de llamada unos segundos antes de colgar.

—Supongo que se ha puesto histérica —musitó.

«¡Mierda!»

Tras el telon de pino [Moonsun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora