Capítulo 26

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Moonbyul se duchó antes de atreverse a ir hasta la cocina. Había oído antes las risas de los niños, la voz burlona de Yongsun. Aquel día había dormido más de lo habitual, pero temía quedarse a solas con Yongsun. Mientras los niños estuviesen allí, haciendo de amortiguador entre ambas, no habría tiempo para charlas... ni para besos.

Se apoyó en la repisa del baño para tranquilizarse y por fin se atrevió a mirarse a los ojos en el espejo. Había evitado a propósito pensar en lo sucedido la noche anterior... en lo que estuvo a punto de suceder. Seguía sin poder creer que había estado tan cerca de besar a Yongsun después de tantos años. La palabra que Yongsun había susurrado seguía resonando en su mente.

«¡Sí!»

Pero ¿qué quería decir aquello? ¿De pronto tenía curiosidad? ¿O estaba expresando en voz alta sentimientos que había estado reprimiendo todos aquellos años?

Fuese cual fuese la respuesta, Moonbyul no estaba muy segura de poder enfrentarse a ella.

Yongsun alzó la vista cuando Byul entró en la cocina, yendo directamente hacia la cafetera, sin dedicarle ni una mirada. Ya esperaba aquello: sin duda, Byul estaba avergonzada por lo que casi había llegado a suceder. También lo estaba Yongsun. Después de todo, había sido ella quien lo comenzó todo: era ella la que quería hablar, y después la que prácticamente le había rogado a Byul que la besase.

Sin embargo, a la luz del día ya no estaba tan segura. Tal vez sólo se había imaginado aquella expresión en el rostro de Byul. Tal vez la atracción que sentía por Byul, la que seguía sintiendo después de tantos años, no tenía nada que ver con el sexo. Tal vez no era más que eso, atracción, una extensión más de su amistad. Tal vez estaba sacando demasiadas conclusiones.

—¿Qué tal te encuentras esta mañana? —preguntó Moonbyul en voz baja y titubeante.

Yongsun la miró a los ojos, sumergiéndose en aquellas castaños profundidades tal y como había hecho cientos de veces antes, sólo que ahora aceptó lo que había visto en ellos y también lo que sentía por Byul. Y sí, tenía que ver con su amistad, y al mismo tiempo no tenía nada en absoluto que ver con ella.

—Estoy muy bien, ¿y tú?

Moonbyul miró un momento hacia los niños, ocupados comiendo tortitas, y volvió a mirar a Yongsun.

—Sobre ayer noche... Yongsun, lo siento mucho —susurró.

Yongsun asintió.

—Sí, yo también lo siento. Si Yesol hubiese esperado tan sólo cinco minutos más, yo ya sabría lo que es besarte.

Moonbyul abrió unos ojos como platos.

—¿Quieres tortitas?

—¿Cómo? ¡Yongsun!

—¿Mmm?

—Me estás volviendo loca —susurró Moonbyul.

—Bien, ya era hora. Entonces, ¿quieres tortitas o no?

Moonbyul negó con un gesto.

—No, no creo que pueda comer nada —murmuró.

Cogió su taza de café con la intención de volver a su dormitorio... y pensar. Pero una manecita le tocó el brazo.

—¿No vas a comer? La tía Yongsun ha hecho tortitas sólo para ti.

—Ah, ¿sí? ¿Para mí?

Moonbyul alzó la vista hacia Yongsun y pudo ver que se ruborizaba ligeramente.

—Dice que solías comerte diez a la vez.

—Ah, pero eso era cuando cocinaba tu abuelita. Me da miedo comer lo que cocina la tía Yongsun.

Su frase fue recompensada con un trapo húmedodisparado contra su cara.

Tras el telon de pino [Moonsun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora