Capítulo 11

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Yongsun se despidió con un gesto mientras el Lexus negro se alejaba. Después entró en el café, encontrándose con Yong Hee y con su madre, que la esperaban de uñas.

—¿Dónde demonios te habías metido?

—No sabía que controlases mis idas y venidas, Yong Hee.

—Por supuesto que no, Yongsun, tan sólo estábamos preocupadas —dijo su madre, enarcando las cejas al fijarse en sus vaqueros y en la manta que traía doblada bajo el brazo.

—Hemos ido al río.

—¿Al río? ¡Ya no estás en el instituto, Yongsun! ¡No puedes andar escabulléndote así, y pensar que vamos a quedarnos tan tranquilas!

—Si utilizas esas tácticas con tus hijos no me extraña que me prefieran a mí, Yong Hee.

—¿Os escapasteis al río mientras estaban enterrando a su padre?

—Pues la verdad es que sí, y no fue idea mía.

Su madre se echó a reír.

—Nunca ha sido idea tuya. Siempre era por culpa de Byul, si no recuerdo mal.

—¡Tan sólo lleva dos días aquí y ya te has ganado una bronca! —soltó Yong Hee por encima del hombro, mientras volvía tras el mostrador.

Yongsun se volvió hacia su madre.

—Tan sólo queríamos hablar.

Hizo una pausa antes de continuar:

—Le conté lo de Eric.

—¡Dios santo! ¿Y qué hizo ella?

Yongsun sonrió.

—Amenazó con matarlo.

—Sí, siempre ha sido tu ángel guardián. Pero ¿dices que habéis hablado? Eso es bueno; Yong Hee está convencida de que hasta ahora te lo habías guardado para ti. Desde luego, a nosotras nunca nos has contado todos los detalles. No puede ser nada bueno tener eso dentro de una, Yongsun.

—Lo sé, mamá. Pero había algunas cosas que no quería compartir con vosotras. Sin embargo, con Byul siempre he podido hablar de todo.

—¿Incluso después de tanto tiempo?

—Sí. Por supuesto, ambas hemos cambiado, pero esa... esa conexión que teníamos sigue ahí. De hecho, va a quedarse en mi casa el resto de su estancia.

—Ah, ¿sí? Pues estupendo. Te vendrá bien un poco de compañía.

—¡Por aquí necesitamos una cocinera! —clamó Yong Hee.

—La jefa está chasqueando el látigo —le dijo su madre guiñando un ojo—. ¿Te quedas?

—Esperaba que Yong Hee me acercase a casa.

—Tardaremos una hora más en acabar de limpiar —advirtió su madre.

—No pasa nada. Os ayudaré.

Más tarde, mientras Yongsun la ayudaba a cargar la lava vajillas, Yong Hee le dio un codazo.

—Dice mamá que le has contado a Byul lo de Eric.

—¡Dios! ¿Es que no sabéis guardar un secreto?

—No me puedo creer que hayáis bajado al río —continuó Yong Hee—. ¿Cuándo fue la última vez que fuisteis?

Yongsun sonrió.

—Pues supongo que la última vez que Byul me llevó.

—La echabas de menos, ¿eh?

—Sí, más de lo que creía. Es como si hubiésemos reanudado nuestra amistad justo donde la dejamos, ¿sabes?

—Siempre he sentido celos de vuestra relación —admitió Yong Hee—. Yo nunca he tenido una amiga tan íntima como lo erais las dos.

Yong Hee cerró la puerta del lavavajillas y lo puso en marcha. De inmediato se oyó el zumbido del agua a presión, tan familiar para ambas.

—Sé muy bien que, desde que Byul se fue, no has tenido ninguna amistad igual de íntima.

—Es cierto.

—Es extraño. Minying y yo tenemos un puñado de amigos, otras parejas con hijos, pero tú has sido mi amiga más íntima. Y sin embargo no he podido reemplazar a Byul. Has estado más o menos sola. Me preocupas. Ojalá salieses por ahí a divertirte, o te citases con alguien... algo.

—Estoy bien, Rosie, deja de preocuparte por mí.

—El día más emocionante de la semana para ti es cuando te quedas cuidando a mis niños para que yo salga. Acabarás como la vieja señorita Cutter, lo sé.

—¿Por qué todo el mundo la llama vieja? Apenas tiene sesenta años.

—Siempre ha vivido aquí, y siempre sola. Por eso.

—Tal vez sea simplemente que no salga con nadie del pueblo porque tenga a alguien fuera de él.

Yong Hee puso los brazos en jarras.

—¿Qué es lo que estás diciendo?

—Nada, no me hagas caso.

—¿Has conocido a un tipo de otro pueblo? ¿Quién es? —la interrogó Yong Hee, mirándola con gesto desconfiado.

Yongsun hizo una mueca de desesperación. ¡Su hermana no sabía pensar en otra cosa!

—No he conocido a nadie, Yong Hee, créeme. Si así fuese, tú serías la primera en enterarte.

Yong Hee se quitó el delantal y lo embutió dentro del bolso.

—Ya. ¿Quieres venir a comer? Minying va a traer una pizza.

—No puedo, tengo compañía.

—Ah, ¿sí?

—Byul; va a quedarse en mi casa.

—¿De veras? —Yong Hee la escrutó detenidamente antes de sonreír—. Podéis venir las dos.

—¿Para qué, para pelearme con tus hijas por cada trozo de pizza? No, gracias.

Yong Hee sonrió.

—Me alegro de que tu amiga haya vuelto, Yongsun, pero ya sabes que volverá a marcharse, ¿no?

—Lo sé; simplemente, es una alegría volver a verla.

—Cierto. Venga, vamos, te acercaré a casa.

Tras el telon de pino [Moonsun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora