Capítulo 35

747 78 31
                                    

Yongsun alzó la vista del libro que estaba leyendo, sobresaltada por los golpes que había oído en la puerta principal. —¡Soy yo!

Yongsun suspiró, dejó una marca en el libro y lo arrojó sobre la mesita que había junto al sillón reclinable. ¿Qué demonios podía querer Yong Hee a esas horas?

Abrió la puerta y se quedó allí, mirándola.

—¡Son las nueve y media!

Yong Hee se señaló la muñeca.

—Tengo reloj, pero gracias.

—¿Qué haces aquí? ¿No tienes niños que cuidar?

—Los niños llevan una hora durmiendo, y acabo de acostar a Yesol. Cree que ya es mayor y que puede quedarse con nosotros hasta más tarde.

—¿Y tu marido?

—Minying está con la nariz metida en su ordenador, como siempre.

Yongsun siguió a Yong Hee hasta la cocina y la vio servirse un vaso de té.

—Pues aquí estoy, porque ya no podía aguantarlo ni un segundo más —anunció Yong Hee.

—¿De qué estás hablando? ¿De Minying? ¿Estáis teniendo problemas?

—¿Con Minying? No, estamos estupendamente —contestó, reforzándolo con un gesto de la mano—. Siempre ha querido más a su ordenador que a mí, en eso no ha cambiado nada. Me refería a ti.

—¿A mí?

—Sí, a ti, y no me digas que no tienes ningún problema, porque eso ya no cuela.

Yongsun dio media vuelta y regresó hacia la sala.

—No sé de qué me hablas.

—¡Y una mierda! Estás volviéndome loca con tanto silencio. Mamá está enferma de preocupación, Yesol cree que estás preparándote para morir o algo así, y Henry, mira tú, cree que es un asunto de pantalones.

—¿Un asunto de pantalones?

—Sí, se cree un gran psicólogo. Piensa volver a traerse a Josh dentro de quince días.

Yongsun se rodeó el cuerpo con los brazos y miró a Yong Hee.

—Dile a Henry que me deje en paz con lo de Josh —dijo en voz baja—. Lo digo en serio, Yong.

Su hermana se le acercó.

—Por favor, Yongsun, dime lo que te ocurre.

—Nada.

—Maldita sea, Yongsun, llevas así desde que se fue Byul. Sé que la echas mucho de menos, pero no es como si no fueses a volver a verla nunca más. Conociéndoos a las dos, seguro que habláis por teléfono a diario.

Yongsun negó con un gesto.

—No hablamos.

—¿Que no habláis? ¿Por qué no?

Yongsun se encogió de hombros. ¡Dios, no quería tener esa conversación con Yong Hee! Pero tampoco era capaz de sacudirse de encima la depresión que la devoraba desde que Byul se alejó de su vida. Incluso ahora, la sonrisa que intentaba fingir se negaba a dibujarse en su rostro. Se sentía completamente vacía por dentro.

—¿Por qué no quieres hablar conmigo, Yongsun?

—¡Oh, Yong Hee! Porque no lo entenderías.

—¿Te sientes mal? O sea, ¿estás enferma?

Al oír aquello sí sonrió.

—No, Yong Hee, no estoy enferma.

—Entonces, ¿qué? ¿Es sólo porque Byul se ha ido?

Tras el telon de pino [Moonsun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora