Capítulo 32

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Yongsun cruzó el pueblo en su automóvil, y tuvo que obligarse a recordar el límite de velocidad. La cena había sido interminable. Se preguntó qué habría pensado Yong Hee del silencio de Byul y ella. Estuvieron en silencio, sí, pero sin poder dejar de mirarse la una a la otra. Echó un vistazo por el retrovisor y vio que Byul la seguía muy de cerca. Apenas podía esperar a estar a solas con ella.

Moonbyul sujetaba con fuerza el volante, con la vista fija en el vehículo que iba delante de ella. Se preguntó si conseguirían siquiera hablar. Las miradas que se habían cruzado en la cena sugerían que no. Los ojos de Yongsun ardían, provocadores, y lo único que Moonbyul podía hacer era intentar mantener la respiración regular. De hecho, apenas podía quedarse quieta en su asiento. ¡Los ojos de Yongsun prometían... tantas cosas...! Habían hecho el amor la noche anterior, sí, pero había sido de un modo indeciso, titubeante al principio. Era algo nuevo para ambas, pues cada una hubo de aprender lo que le gustaba a la otra. En cambio esa noche, ¡oh, esa noche!, esa noche ya no habría titubeos. Pudo notarlo en cada una de las miradas que Yongsun le dedicaba. La vista se le nubló al imaginarse a Yongsun recorriendo su cuerpo, aquella ardiente boca localizando todos sus lugares ocultos, moviéndose entre sus muslos hasta hacerla llegar al orgasmo.

—¡Jesús, María y José! —musitó.

Para cuando llegó a la entrada de la casa de Yongsun, estaba casi temblando de nerviosismo y expectación. Respiró hondo el aire nocturno, que la lluvia caída poco antes había refrescado. Cerró los ojos e intentó recuperar algo de control sobre su cuerpo. Sin embargo, cuando volvió a abrirlos Yongsun estaba allí, esperando.

—Ven adentro, Byul.

Aquellas palabras, pronunciadas en voz tan baja, prometían un mundo. Asintió y siguió a Yongsun, cruzando el garaje y entrando en la cocina. Yongsun no se molestó en encender las luces: aferró la mano de Moonbyul y atravesó con ella la casa. Moonbyul no protestó, pero cuando entraron en el dormitorio de Yongsun apenas podía respirar. El corazón le latía con tal fuerza en el pecho que era ya casi doloroso.

Sin embargo no tuvo tiempo para pensar. Yongsun se volvió hasta colocarse frente a ella y sus manos ascendieron por los brazos de Moonbyul mientras daba el único paso necesario para que sus cuerpos se tocasen. Moonbyul gimió al tiempo que la atraía hacia sí, y sus labios buscaron afanosamente hasta encontrar la boca de Yongsun, una boca tan hambrienta como la suya. Moonbyul sintió que le flaqueaban las piernas cuando unas cálidas manos se colaron bajo su camisa.

Yongsun se apartó apenas un instante para mirar fijamente a Byul.

—Quiero hacer el amor contigo hasta que me supliques que lo deje ya —musitó.

Sus manos ascendieron hasta cubrir los senos de Byul. Sabía ya que no habría sujetador alguno que se lo impidiese.

—Yongsun...

—Y voy a hacerte el amor tal y como tú me lo hiciste anoche —añadió, gimiendo al notar que los pezones de Byul se endurecían todavía más—. Voy a...

Cerró los ojos mientras una de sus manos cruzaba el cuerpo de Byul hasta colarse descaradamente entre sus muslos. Byul se apretó contra aquella mano, y Yongsun pudo casi sentir la humedad a través de la tela vaquera.

—Quiero besarte ahí abajo, Byul.

Moonbyul dejó escapar un gemido y empujó la mano de Yongsun más fuerte contra su palpitante clítoris. Las rodillas se le quedaron literalmente sin fuerzas, pero Yongsun estaba allí para sostenerla. Volvió a encontrarse con su boca, pero fue la lengua de Yongsun la que salió a presentar batalla, dejando pocas dudas acerca de quién controlaba la situación.

Yongsun ya la había desnudado antes de que pudiese siquiera pensarlo. A continuación, Moonbyul se quedó mirando cómo Yongsun se desprendía de las últimas prendas de ropa que le quedaban. El lecho se hundió suavemente bajo su peso, y se relamió, expectante, contemplando cómo Yongsun venía hacia ella.

—Esta noche eres mía —murmuró Yongsun, al tiempo que sus labios se cerraban sobre un desesperado pezón.

—Siempre he sido tuya —musitó Moonbyul.

Cerró los ojos, abandonándose a Yongsun mientras la húmeda boca de ésta iba trazando un camino de descenso por su cuerpo. Unas expertas manos le separaron los muslos, y Moonbyul se estremeció al notar que aquella boca le cubría el sexo.

En ese instante supo que nunca volvería a ser la misma.

Tras el telon de pino [Moonsun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora