Capítulo XXI: La riña del mañana

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"A la tercera va la vencida"
Es la expresión famosa derivada de la antigua ley británica que dictaba que quien sobreviviera a tres colgaduras sería puesto en libertad.
"A la tercera va la vencida"
Comúnmente usada para atraer la suerte después de haber fracasado en dos intentos previos.
"A la tercera va la vencida"
Se había vuelto una frase recurrente en Leonard.
Dado que sus anteriores planes para atraer a la morena a la cama habían fracasado, se permitió tener una última esperanza, una última oportunidad y después dejaría que ella ganase; aceptaría sus condiciones y se resignaría a esperar hasta que las secuelas de su 'infantil broma' (como Helena la había catalogado) desaparecieran.
Pero es que ella era su debilidad.
¿Cómo resistirse después de haber probado la manzana?
Muy fácil podría salir a buscar alguna morena que se le pareciese, llevarla a un motel o simplemente en su auto, hacerle lo que le hacía a su novia y abandonarla en la esquina donde la había hallado.
Sin embargo, había un solo problema que lo atormentaba y le impedía llevar a cabo su plan.
Ellas no eran Helena.
Ellas no tenían su cuerpo ni su amor.
Ni siquiera aquel tatuaje que tanta intriga le causaba pero que no se atrevía a preguntar.
O esas piernas, largas y bien formadas a pesar de no levantarse más que a correr la persiana.
Snart ansiaba volver a besar esa pequeña barriga que se le formaba a Kast cuando encogía las piernas.
Quería volver a acariciar sus senos. Perfectos para sus manos. Casi hechos a la medida.
Extrañaba acercarse hasta el interior de sus muslos, la parte de su cuerpo donde ella bajaba la guardia. Deseaba morderlos, besarlos...
Hacia un par de días que la había escuchado masturbándose en el baño.
Sus gemidos eran callados, silenciados a voluntad.
Si prestaba suficiente atención podia escuchar su nombre en susurros entrecortados.
Su figura, a pesar de la opaca puerta corrediza del baño, se podía vislumbrar en una pose casi erotica.
Y aunque en Navidad logró hacer que lo besase bajo el muérdago, su cuerpo parecía no ceder.
-¿Quieres la última porción? -la voz de la mujer lo devolvió a la realidad-.
-Gracias, estoy bien.
La chica se guardó el último pedazo en un trasto que posteriormente introdujo al frigorífico.
Mientras el ojiazul terminaba de secar y guardar los utensilios usados, la morena de cabellera púrpura comenzó a extraer la ropa de la secadora para después doblarla y arrojarla en los cajones correspondientes.
Le parecía divertida aquella tarea, le gustaba cuando las prendas comenzaban a escacear y tenía que meterse casi por completo a esta.
Le restaban no más que un par de calcetines y remeras cuando el cuerpo de Snart la aprisionó contra el electrodoméstico.
Habría pasado por alto ese jugueteo si su entrepierna no hubiese estado rozando su nalga izquierda.
Un fugaz pero agudo chillido se le escapó desde el fondo de su garganta.
-Len... -mencionó cuando pudo neutralizar su voz-. Dame permiso.
-¿Eso es lo que quieres? Parece que necesitas ayuda.
-No. Ya... Terminé. Solo quítate.
Hizo un esfuerzo por zafarse pero Snart guío sus manos hasta su cintura, donde comenzó a apretujar su piel.
Continuó acercando su masculinidad contra los glúteos de la chica, quien en ocasiones tentada por el deseo, giraba el rostro para admirar cómo sus cuerpos saciaban el espacio que quedaba entre ellos.
-Dime que no lo extrañas.
-¿Q-Qué? -tragó saliva-.
-¿No extrañas que este dentro de ti? -susurro en su oído, arremetiendo contra su culo, asemejando estocadas leves-.
La piel se le erizo al recordar dicha sensación.
Por supuesto que lo extraño, idiota. ¡Me muero por correrme en ti! -pensó-.
-No. -mordió su lengua-. Ni siquiera había pensado en ello.
Snart no pudo ocultar una sonrisa cuando sintió el pulso de Helena acelerarse.
-Siempre has sido una mala mentirosa.
Kast giró su rostro hasta toparse con el de Leonard. Estaba demasiado cerca. Sus narices casi se rozaban, si levantaba la mirada podía distinguir el verdadero color de sus ojos; no obstante, cualquier movimiento que ejecutara sería su perdición.
Snart fue quien se aventuró a dar el primer paso, siempre cauteloso, dominando primero la mente de la chica para después controlar su cuerpo. Jugueteó un poco con sus narices, asemejando el tierno beso de eskimal. Después, acarició sus labios con los suyos, un momento breve donde Helena casi le suplica que la besase, más ya era tarde, se encontraba degustando su cuello; suavemente besaba debajo de su mentón, sintiendo como su garganta se esforzaba por tragar saliva cada vez que él suspiraba contra su cuerpo.
A la par que mantenía esta treta, las manos del varón abandonaron su cintura y buscaron ambas manos de la chica para entrelazar sus dedos. Una vez hecho esto, ejerció más firmeza sobre su cuerpo. Esta vez no escaparía.
-Di que quieres lo mismo que yo, Helena y olvidaremos el estúpido castigo.
Kast gimió al sentir como Len estiraba su lóbulo; Snart le estaba ganando.
-¡N-no! -exclamó desesperada-. ¡No puedes seguir manipulandome así, maldición!
-¿Soy yo el que manipula? -se separó de ella, dándole espacio para una reta de miradas-.
-¿Por qué no entiendes que no puedes tener todo lo que quieres? No tendrás sexo hasta que mi cabello se componga.
-¿Por qué estas tan obsecionada con eso? -se llevó ambas manos a la cabeza, denotando su impaciencia-.
-Porque sabías lo importante que era para mí y aún así lo hiciste. ¡No tienes límites, Snart! Crees que por ser intimidante y autoritario puedes ser el amo de todo.
-Es curioso que lo digas ya que me ha funcionado bastante bien.
Helena estuvo a punto de contestarle, sin embargo, el timbre de la residencia resonó hasta el patio trasero.
Antes de atender, le dedicó una mirada amenazadora mientras lo apuntaba con un dedo.
-Esto no ha terminado.
Leonard, aunque con gesto serio, le mostró las palmas de las manos, asemejando una burlezca tregua.
-¡Ey! ¡Barry! Que gusto. Pasa.
-Perdón por molestarlos, linda, pero... necesito ayuda de Snart.
-¿Estás bien? Te ves algo cansado.
Helena se acomodó en el sillón junto a él.
-Es sobre Iris. Hace unos meses que estamos teniendo problemas con mi yo del futuro.
Helena lo miró desconcertada, más por la normalidad con que decía aquello.
-Muy larga historia. El punto es que quiere matar a Iris. Y bueno, primero tendría que morir yo antes que algo le suceda a ella.
Es mi vida, Lena. Estamos por casarnos y...
Su tono de voz era apagado, los ojos comenzaron a cristalizársele, no obstante, ninguna lagrima brotó de sus lindos globos oculares.
-En fin, tenemos un plan -dijo después de una pausa-, pero dependemos de la ayuda de Snart, si es que acepta.
-¿Por qué yo?
-¡Len! -lo reprimió Helena-.
-Solo es curiosidad.
-Necesitamos de tus habilidades ilícitas. Además, ARGUS todavía tiene tus registros.
-Creí que teníamos un trato sobre mi expediente. -se cruzó de brazos-.
-Sí, hablamos de tu dossier de Central City, no de todo el país. A parte, Cisco no ha conseguido infiltrarse en esa zona; Felicity ayudó a Lyla con los Firewalls. Es incorruptible.
-No por mucho.
Barry dirigió su mirada sorprendía a Helena.
-¿Qué? Me gustan los retos.
-Entonces, -retomó el asunto-, ¿Podrías hacerme ese favor?
Leonard observó fijamente al ojiverde. Reparó en la fragilidad de su mirada, la palidez de su piel, su estado casi anémico, y todo porque su prometida estaba en peligro de muerte.
Se preguntó si él haría lo mismo por Helena.
Sí.
Mil veces sí.
-¿Nos vamos ya?
Allen exhaló todos sus nervios de que la respuesta fuera una negativa.
-En cuanto estés listo.
Sin otra palabra más, Leonard subió a alistar tanto su vestimenta como su arma.
Pudo distinguir el preocupado murmullo de su novia cuestionando sobre la riesgosidad de aquella misión.
-No te preocupes -respondió el velocista-, no es nada comparado con la invasión.
-De acuerdo. -contestó ella tratando de confiar en el castaño-.
-Oye, Lena, sabes que nunca pondría en peligro a mis amigos. Te lo regresaré sano y salvo.
Kast se acercó a Barry y lo rodeó suavemente.
-Gracias, rojito.
En ese instante Snart descendió.
-Bueno, andando.
Scarlett fue el primero en salir, impaciente por salvar la vida de su amada Iris.
Frío, por otro lado, quería suavizar las cosas antes de irse.
-Hay comida en la nevera. -comenzó-. Y si no, sabes donde está el número de...
-No me interesa la comida.
Snart cerró la boca, dejando que Helena ordenara sus ideas y hablara primero.
-Hemos tenido algunos desacuerdos, y no me gustaría que... -agitó su cabeza desviando un pensamiento-.
-Oye, regresaré para que terminemos de discutir.
Me intriga mucho la fiereza que muestras al debatir.
Kast sonrió ante el intento de Snart por aligerar su altercado.
-Por favor, cuídate mucho.
El ojiazul asintió acercándose a despedir los labios de su novia.
Estaba por salir de su hogar cuando ella lo volvió a llamar.
-Espera.
El varón giró, expectante a lo que ella diría.
-Te amo.
-Idem.
Por medio de un portal de Cisco fue cómo se transportaron hasta los Laboratorios S. T. A. R.
Helena los perdió de vista al instante.
Suspiró y sentose en el sofá a juguetear con su cabello: tres cuartos de este seguían violáceos.
Se concentró en el acabado del techo. Intentó formar patrones con las manchas levemente más oscuras que sobresalían por el estilo del diseñador.
Estaba por terminar su tragicomedia de borrones cuando el teléfono comenzó a sonar.
-¿Sí?
-Ah, gracias a Dios que eres tú, Heli. ¿Está Snart contigo?
-No, se fue con Barry a...
-¡Maldición! ¡Dejen de golpearse par de idiotas!
Perdón, nena, pero necesito tu ayuda... Sal en cuanto puedas, ocurrió algo.
-Descuida, voy para allá.
Seguido de eso Kast tomó las llaves de la motocicleta de su novio y montandose en ella, arrancó hacia la vieja construcción que servía de guarida.
-Wow, sí que eres rápida. -comentó Lisa al abrir la puerta-. Oye, ¿qué...?
-Ni lo menciones, fue tu hermano.
Las chicas se adentraron al salón principal, una vez allí, Helena se encontró con Sam Scudder sangrando de un labio en una esquina y siendo atendido por Rosa. En el lado opuesto estaba Axel, quien sangraba de... todos lados.
-¿Qué sucedió? -cuestionó Helena, mirando a los tres personajes-.¿Dónde está Hartley?
-En prisión.
-¡¿Qué?! ¿Por qué?
-Resulta que el genio no es tan brillante como creímos -contestó Scudder, separándose un poco de su novia-. Rathaway se dejó convencer por ese idiota para robar un banco. Había revisión de rutina. No planes, no escape. Usaron esas armas antimetahumanos con Hartley, lo llevaron a Iron Heights.
A esa altura de la historia, Helena ya se encontraba sujetada de la mesa.
Un miembro del equipo en prisión, ¡genial! -pensó-.
-¿Y él? ¿Por qué no se lo llevaron?
-Sam y yo intervinimos. -está vez respondió el alter ego de Top-. Escuchamos la radio y condujimos hasta allí. Si no hubiéramos llegado, habría volado el banco.
Kast se restregó los ojos. No podía sucederle eso en dicho instante.
-¿No vino Snart?
-Para su suerte, y desgraciadamente para mí, no. -suspiró-. Tendremos que resolverlo nosotros.
Miró el reloj. Casi el medio día.
-¿Mick te contesta las llamadas?
Lisa negó con su cabeza.
-Creo que está en Palm Beach.
-¿Haciendo qué? -interrogó arqueando las cejas-.
-Quemando su dinero, tal vez.
Kast sonrió por el juego de palabras; no obstante, enserió de nuevo, no podía distraerse: tenían un aproximado de 8 horas para infiltrarse en la prisión tanto sistemática como físicamente: debía borrar el registro de Hartley, evitar ser buscados por los federales y todo ello sin la colaboración especial de sus amigos del lado "moralmente bien visto" de la ley.
Vaya día.
-Bien. Amm... Lisa, eres la que más conoce esa cárcel, hablame de ella.
Scudder, Dillon, quiero información de todo, noticieros, revisen las cámaras del satélite de S. T. A. R, necesito saber específicamente donde está Rathaway.
Y tú -se dirigió a Axel-, lávate la cara y prepara un distractor de bromuro de bencilo. Y cicuta por si fracasa el plan.
Todos obedecieron a Helena sin rechistar. Independientemente de ser la novia de su jefe, su don de mando era imposible de refutar. Tenía ese algo en la voz y en su manera de ordenar que los hacía comer de su mano. Y sabía aprovecharlo muy bien.
Mientras su cuñada se encargaba de hacerle un mapa mental sobre aquella fortaleza, Lena encendía su equipo, lista para diseñar sus algoritmos y ejecutar el rapto de Hartley.
-Está dividida en tres zonas -explicaba la Snart menor-, la primera es para los más buscados, usualmente criminales estratégicos e inteligentes, los mantienen monitoreados las 24 horas; en la segunda estación tenemos a los enfermos mentales, los mantienen dormidos casi todo el tiempo, la seguridad es escaza, sin duda la mejor opción para adentrarse.
Helena asintió, comprendiendo cada palabra de lo que Lisa relataba.
-Entonces, supongo que el otro extremo es donde se encuetra Hartley.
-De hecho, no.
Kast se volvió hacia Rosa.
-Hicimos todo lo que dictaste pero no detectamos las ondas que el rarito despide. ¿Cómo dijiste que se llamaba?
-Son ondas sónicas. Vibra a una frecuencia diferente a la nuestra. -explicó la morena, revisando qué fallo había en la triangulación-.
-Está funcionando bien... No entiendo qué es lo que ocurre.
-Tal vez no puedes encontrarlo porque no quieren que lo encuentres.
-¿A qué te refieres?
-Debajo de la tierra hay un convento,
y todas las monjas visten de negro,
y se alimentan de su sustento.
-No tenemos tiempo para tus adivinanzas, loco. Recuerda que todo es por tu cul...
-Hormigas. -resolvió Helena, aún divagando-. ¡Los metas están bajo tierra!
Walker asintió riendo a lo que la morena había respondido.
-¿Cómo lo supiste? -la cuestionó Lisa-.
-Mi ex era un nerd. Le encantaban los acertijos. Pero era pésimo para saber lo que quería. En fin, gracias a él salvaremos el trasero de Hartley.
Cambiando la frecuencia del satélite de los laboratorios fue como pudo obtener las emisiones de sonido de Rathaway.
-Perfecto. Tengo al genio ubicado... esa es la buena noticia.
-¿Y la mala? -quiso saber Rosa-.
-Ustedes no podrán entrar.
-¿Por qué?
-Detectores de metas. En todas partes.
Tendrás que quedarte al mando. Iré con Axel. -se dirigió a Lisa-.
-Creí que tú no te infiltrabas.
-No suelo hacerlo, y por eso, la misión se facilitará.
Estoy falsificando un DNI para Iron Heights. El rostro poco conocido y el uniforme que le robaremos a un guardia será suficiente. Llevaré a Walker como si hubiera sido capturado, el incidente de hoy reducirá las preguntas.
Tú me guiarás una vez dentro.
Top y Mirror Master ayudarán a la fuga, eso será lo complicado.
Si todo sale bien, tendremos una historia divertida que contarle a Snart.
-¿Y si no? -interrogó Scudder-.
-Más vale que reserven vuelos para Palm Beach.

Viviendo con frío [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora