Capítulo I: Risitos de oro

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Gotham City
Mejor conocida por ser el hogar de la leyenda viviente: el hombre murciélago.
Pero es mucho más compleja que eso.
Gotham es un territorio dividido entre las mafias más poderosas de dicha ciudad, sobresaliendo los Falcone y los Maroni por su prolongada permanencia en el poder. Sin embargo, el imperio italo-americano comenzó a venirse abajo gracias a la tríada de mujeres que supieron sobreponerse a las arcaicas reglas criminales: Las Sirenas de Gótica.
Catwoman, Hiedra Venenosa y la novia del príncipe payaso del mal, Harley Quinn.
Ellas controlaban su parte del distrito desde su impresionante y siempre habitado club nocturno.
Todos las trataban como reinas... ¡Diosas!
No había nada que no hicieran por ellas, o que ellas no hicieran para que obedecieran.
Sin embargo, a pesar de su popularidad, seguía siendo poco conocida la historia de la cuarta sirena. El último pilar del Partenón femenino de la ciudad.
Helena había dejado Oriente tras la detonación de un nuevo conflicto territorial entre las provincias inmediatas, llegando a América, junto a su familia, como refugiados de guerra.
Sus padres apenas poseían lo suficiente para subsistir.
Los primeros meses recorrieron casi todos los albergues de la ciudad en busca de un techo bajo el cual pasar la noche; mientras que, en el día, movían cielo y tierra para encontrar un empleo lo más pronto posible para recuperar la estabilidad que gozaban en su tierra natal.
Fue una mañana de otoño cuando su padre, por fin, logró conseguir una plaza como profesor de lenguaje en la Universidad de Gotham. 
Aquel empleo cayó de maravilla en la familia. 
Helena tendría cubierta la educación media y superior; su madre ya no se preocuparía más por hipotecar las reliquias familiares y su padre, finalmente, dormiría en paz.
Lamentablemente, la buena suerte no duró mucho para la pequeña familia.
Regresaban de sus primeras vacaciones en Gotham cuando un vehículo de carga perdió el control y se estampó de frente a ellos.
Sus padres murieron al instante.
Ella quedó en coma por poco más de mes y medio.
Al despertar, las cosas no mejoraron. Ni siquiera un poco.
Entre acreedores y buitres burócratas se repartieron el patrimonio que por derecho le correspondía a ella, pero que no podía alegar por falta de un testamento que la respaldase.
Ahí nació su creciente odio por las autoridades y por el injusto sistema policial, que no consiguió mantener tras la rejas al asesino de sus padres más que año y medio.
Si bien el costeo de la Universidad no era problema para ella, no conseguía enfocarse ni siquiera en sus materias favoritas, lo que muy pronto la llevó a ser dada de baja por malas notas y por inasistencia a clases, cuando tiempo atrás solía ser de las mejores estudiantes.
Así, con tan sólo los estudios básicos terminados, no tuvo más remedio que infiltrarse en el mundo criminal para subsistir. Y curiosamente, fue la decisión más acertada que pudo tomar.
Conoció a Selina de una manera muy paradójica: trató de robarle.
De cierta manera Kyle terminó proyectándose en la menor, recordando cómo era ganarse la vida a su edad y los sacrificios que hizo con el fin sobrevivir por su cuenta propia, en una ciudad donde la mujer tenía dos opciones: venderse o ser marioneta de un aristócrata. 
Por ello y por el potencial que sintió dentro de la menor, es que decidió acogerla no solo en su casa, sino también en su vida.
Le enseñó todo lo que sabía sobre la criminalística: distracciones, robos, defensa, uso de armas y manipulación. Y claro, la hizo regresar al colegio por medio de una beca, porque en Gotham no se podía ser un villano sin tener -cuando menos- una maestría.
Cuando hubo cumplido la mayoría de edad, la acogió en su equipo, donde comenzó a utilizar el alter-ego de "Black Diamond".
-¡Helena, concéntrate! ¿Ya las tienes? -escuchó a través del comunicador-.
-Puedo verlas. -contestó enfocando sus lentes-. Pero sigo sin entender por qué hago esto, ¡tú eres la mujer gato! Tú puedes entrar sin ser vista y sin dejar huellas. Yo soy la mente criminal. El cerebro que le falta a Harley y a Ivy.
-Por un momento creí que me incluirías.
-Oye, conozco mis límites.
-Eso espero.
Kast rio. Aunque inmediatamente supo que aquella carcajada se debía más a los nervios que sentía por hablar con su protectora, que por su reprimenda. 
-Oye, Sel... Sé que no es el mejor momento pero hay algo que ne-...
-Lena, Lena, Lena, obedece a mamá si no quieres que papi murciélago se quede con las perlas de tu tía favorita -la voz de Quinn inundó los oídos de Helena-.
-Comunícame con Selina, Harley. -le pidió algo irritada- Sel, en serio necesito hablar contigo.
-¿No puede esperar? Te necesito concentrada. Mucho.
Kast resopló. De nuevo, no sabía por qué estaba metida en eso.
-Yo no debería estar haciendo esto. No es como yo trabajo... ¡Ni siquiera me enseñaste a atravesar láseres de seguridad!
-Pero te enseñe ballet -contestó Kyle de vuelta-, tienes el mejor split que haya visto. El grand battement de aquella presentación...
-Oh, sí, el que casi me cuesta un esguince.
-Casi, Helena; gracias a tu habilidad saliste intacta. Y es precisamente en eso en lo que debes concentrarte. Eres capaz, has tenido entrenamiento previo y nunca, escúchame bien, nunca dejaría que hicieras algo que no te haya enseñado. Ahora, respira, cierra la boca, enfoca tus sentidos en mi joyería y tráeme ese lindo collar de perlas que estoy segura valdrá una fortuna.
Helena cortó la comunicación, mientras reflexionaba en lo que Selina le había dicho. 
Decidió que si era capaz de salir victoriosa de esa misión, estaba lista para separarse de sus hermanas y comenzar una carrera fuera de aquella ciudad.
Suspiró.
Cerró los ojos y poco a poco visualizó aquel lúgubre lugar como un estudio de ballet.
Empezó a sentir la música vibrando debajo de su cuerpo y se movió al compás de sus pensamientos.
Abrió de los ojos, y con todos sus sentidos puestos en ella, atravesó el cuarto mediante piruetas.
No negaba que era mala en las artes del escape, algunas veces, hasta llegaba a gustarle la adrenalina que corría de un extremo a otro de su cuerpo; sin embargo, prefería estar detrás de la organización, ser la autora intelectual de los planes. En verdad gozaba dejar patrones altamente codificados en las escenas del crimen para demostrar lo patético que eral a jurisdicción de Gotham.
Burlarse brillantemente del gobierno y de su vigilante estrella... Eso la satisfacía mucho.
Y así, entre divagaciones, llegó hasta el collar; deteniéndose un momento a inspeccionarlo.
En verdad era hermoso.
Le dio gusto que su último crimen en Gotham fuera el robo de una joya como esa.
La tomó delicadamente de la caja de vidrio donde se encontraba y la guardó en el maletín que llevaba atado a la espalda.
Una vez recuperada la joya salió del lugar, no sin antes dejar su marca personal en lugar de la gargantilla.
Llegó al Siren's Club, que estaba a punto de abrir, y se encontró con sus tres amigas; su única familia.
Harley, como siempre, se encontraba coqueteando con Ivy, quien de vez en cuando correspondía a los flirteos de la anterior.
Selina terminaba de arreglarse. Portaba su vestido favorito: uno de los pocos ejemplares que Givenchy había diseñado para las amantes de "Breakfast at the Tiffany's".
-Solo lo usas en ocasiones especiales, me gustaría saber por qué esta es una. -preguntó Helena acercándose y dejando el encargo a un lado-.
-Los rumores han dicho que Bruce Wayne estará en el club.
-¿Y Bruce Wayne merece verte con ese vestido...? Me parece que no solo se fijará en él.
Una sonrisa ladina apareció en el rostro de Selina, no era secreto que entre ella y el heredero de Wayne Enterprises había algo de historia.
-¿Revisaste que las joyas no llevasen el número de rastreo? -preguntó tiempo después-.
-Están tan limpias como mi consciencia.
-Entonces deberías registrarlas de nuevo.
Helena rio sarcásticamente.
-Me daré una ducha, saldré un rato.
-¿A qué? -la cuestionó mientras se aplicaba labial-.
La morena se encogió de brazos.
-Quiero salir un rato, despejarme, beber...
-¿Y no lo puedes hacer aquí? Tenemos la presentación, Helena, nos serías de mucha ayuda si te quedas.
Kast hizo una mueca. No tenía ganas de estar entre tanta gente. Además, quería meditar sobre su futuro y sobrepensar sus decisiones hasta que esta acción o el alcohol la noquearan, lo que sucediera primero.
-¿Qué pasa? -inquirió Selina dándose vuelta para poder observar a su amiga-. Esto no es por quedarse en el club, ¿verdad? 
Helena le devolvió la mirada, algo indecisa sobre lo que diría.
-No; bueno, sí. -suspiró-. Necesito aclarar mis ideas, Sel. Por favor...
La ojiverde la observó de hito en hito. Esa no parecía su Helena. Tan indecisa, tan inquieta... Casi podía ver los engranes de su cerebro trabajando sobre algo que la agitaba. 
-Está bien, tienes la noche libre. 
Pero en cuanto regreses quiero hablar contigo.
-De acuerdo, capitán. 
Kyle le dirigió una mirada materna y regresó a su labor.
Helena salió de la habitación no sin antes haber molestado un poco a Harley, cortándole sus colitas.
-¡LA PAGARÁS CARO, HELENA! -gritó mientras abría la puerta para que sus hienas alcanzarán a la menor-.
Helena corrió hasta su alcoba, dónde las bestias se le lanzaron encima, pero en lugar de lastimarla como cualquiera hubiera pensado, le lamieron el rostro y se acurrucaron con ella en el suelo por un rato, antes de regresar al lado de su madre.
Después de limpiarse los restos de saliva de sus mascotas, Kast comenzó a desnudarse y a internarse en el cuarto de baño, dispuesta a darse una ducha de agua fría para aflojar su semblante y limpiar los restos de estrés que la misión pudo haberle provocado.
Para ella no había mejor remedio que aquel.
Dejaba que el oscilante chorro de agua delineara su cuerpo, que, a pesar de ser el de una criminal, estaba casi limpio de las heridas y moretones acostumbrados en uno de su tipo.
Solo un par de tatuajes y una cicatriz de bala destacaban de entre todos sus atributos. 
Las ventajas de ser la cabeza y no la fuerza bruta, le dijo alguna vez a Selina, mientras esta se remendaba una herida.
Al terminar la ducha, comenzó a arreglarse para salir a explorar por última vez la ciudad que tanto amaba a pesar de lo mucho que le había sido arrebatado.
Es un amor curioso, -pensó cierto día-. ¿Cómo tenerle aprecio a algo que una vez te destruyó?

...

Deambuló en su motocicleta por todos lados, hasta que encontró un llamativo bar. Y no por el ambiente de adentro, sino por el espectáculo que estaba dando el 'gorila' de afuera.
-Nena, ya te dije que si quieres pasar tendrás que obsequiarme uno de tus servicios.
-Lamento decepcionarte, cariño, pero mis servicios son robar y de vez en cuando... matar.
La mujer aproximó su mano hacia su pantalón, de donde pretendía sacar una peculiar arma color oro, pero por desgracia, el hombre era realmente grande y pudo someterla antes de que ella logrará defenderse.
-Creo que no entendiste, zorrita. -advirtió el hombre una vez que la tuvo contra la pared-.
-¿Chuck? ¿Como Chuck, 'El degenerado'? -inquirió Helena mientras se desenfundaba el casco-.
-Piérdete, Helena. -le respondió al reconocer la voz de su antigua empleadora-.
-¡Hey! No me digas que no te da gusto verme.
-No en realidad.
-Oh, qué lástima, porque a mi me encanta verte. -Helena lo recorrió con la mirada, reparando en la mujer que tenia sujetada-. Y más si estas una situación de estas. ¿Qué te he dicho de tratar así a las chicas.
-¿Qué te importa lo que haga? No te temo.
-Oh, ¿entonces prefieres que hable con Sel? Seguro no le importará venir a patear tu gordo trasero.
¿O prefieres a Ivy? Supe que entre ustedes hay historia..
Si bien recuerdo, incrustó una de sus ramas en tu...
-¡Ya, para! -exclamó el hombre palideciendo-. 
-Entonces, suéltala.
Sin volver a rechistar, aquel hombre aflojó su agarre y la mujer pudo liberarse de sus sudorosas manos, no sin antes haberlo pateado en la entre pierna.
-Ahora dime, Chuck... ¿Sucederá de nuevo?
Él negó con la cabeza mientas se sostenía sus testículos.
-Buen chico.
Helena le dio un par de palmadas en sus mejillas para después regresar al lado de la castaña clara, que la miraba entre fascinada y divertida.
-Ahora veo quien manda en tus relaciones. -comentó con una sonrisa-. Soy Lisa.
-Helena. -contestó tomando su mano-. Bueno, ya que tuviste que olfatear el asqueroso olor de ese sujeto ¿te parece si te invito algo para disipar el mal tiempo?
-Claro, ¿por qué no?
Helena sonrió y le abrió la puerta a su nueva amiga.
Ambas se adentraron en el lugar; una banda de rock inundaba los oídos de las personas que disponían a ponerse a saltar en medio del lugar, chocando sus cuerpos y agitando sus manos tratando de desvanecer todas las penas que los habían llevado a embriagarse.
-¿Sabes, Lisa? He visto muchas cosas en esta ciudad. Pero un arma como la tuya... Es algo completamente nuevo para mi. ¿Dónde la conseguiste?
Lisa no esperaba aquella pregunta, pero aun en medio de su sorpresa, no negó respuesta.
-Mi novio la hizo. Aunque en contra de su voluntad ya que en ese tiempo no éramos novios y teníamos sometido a su hermano.
-¿Criminal?
La mayor asintió de nuevo.
-Golden Glidder.
-Ingenioso.
-¿Qué hay de ti? -inquirió Lisa mientras bebía del tequila que habían dejado en la barra-. ¿Justiciera feminista o sólo misántropa?
Helena rio por aquella suposición.
-Criminal. Black Diamond.
La ojiverde terminó dilatando sus pupilas y con gran asombro se lanzó sobre Kast.
-¿La mente criminal maestra?
Lena asintió repetitivamente con su cabeza.
-¿Miembro de las Sirenas? ¿Catwoman, Harley y la loca de las plantas?
-Exacto. Pero próximamente independiente... Espero.
Tequila -se dirigió al barista-.
-¿A qué te refieres? ¿Las dejarás?
-Sí... Ellas tuvieron su aventura privada y creo que es tiempo de que yo tenga la mía. Quiero ser algo más que la cuarta sirena, quiero formar mi reputación de Black Diamond, quiero intentar en otra ciudad. 
En ese momento a Lisa se le iluminó el rostro. Una fugaz sonrisa mefistofélica asaltó sus labios.
-Bueno Heli, es tu día de suerte. Conozco a alguien que estará feliz de aceptarte tanto en su casa como en su equipo.
-No soy mucho de fraternidades. Las orgías entre adolescentes no son lo mío.
Lisa casi escupe su shot. Al parecer, Helena tampoco tenía filtro.
-No, linda -respondió una vez que logró parar de reír-, me refiero a que, para iniciarte en tu carrera en solitario, lo mejor es asentarte en una ciudad en donde el caos y el peligro reinen en las noticias dando a conocer a los villanos tan rápido como su cobardía les permite.
-Central City, ¿eh? -adivino Helena por la descriptiva de Lisa-.
-Es tu mejor opción si quieres formarte como criminal. -aceptó mientras terminaba su segundo jigger de tequila-.
-¿Qué hay de esos humanos alterados? ¿No se roban toda la atención?
-Metahumanos, sí. Tenemos algunos en el equipo, y créeme, es más el revuelo sobre su origen que lo que pueden llegar a hacer.
-¿Equipo?
-Mi hermano, el líder, el todopoderoso, el Capitán Frío, aunque a veces tanto hielo le llega a congelar el cerebro.
Helena cambió de posición al escuchar aquel nombre. 
-¿El Capitán Frío es tu hermano?
Lisa asintió con la cabeza. 
-Dime más.
-Nos hacemos llamar los Rouges, inadaptados que pelean por lo que quieren, cuando quieren.
-¿Y los planes? ¿Quién los diseña?
-Mi hermano suele hacerlo, pero últimamente nos hemos quedado sin ideas, por eso necesitamos un mente fresca que revolucione nuestra reputación. Y si no sabes notar las indirectas, me estoy refiriendo a ti.
Helena sonrío algo avergonzada. 
Se fijó en Lisa un momento: era una mujer atractiva, con un aire de rudeza, y tesonería; voluntariosa y  tal vez manipuladora... le agradaba. 
Tenía una corazonada sobre ella. Pero antes de actuar, necesitaba ahondar más en algunos asuntos relacionados con el equipo para el cual generaría los planes.
-Sobre tu hermano...
A Lisa le volvieron a brillar los ojos.
-Su nombre es Leonard Snart, es soltero, guapo...
Helena detuvo a su amiga con un leve sonrojo en las mejillas.
-Me refiero a su carácter.
-Oh, -Lisa hizo una mueca de disgusto-. Es muy... cabeza dura, una vez que se le mete una idea no la deja ir por nada del mundo. -resopló-. Es solitario; algo aburrido... Nunca esperes que vaya a una fiesta por su propia cuenta; poco sentimental y últimamente muy cohibido. -dijo esto acercándose a Helena como si no quisiera que alguien la oyera-.
-¿Y por qué hablas así? -preguntó Helena de la misma manera-.
-Terminó una misión con un grupo llamado "Leyendas" y al parecer la misión concluyó bien aunque su relación no tanto.
-¿Quieres decir que se ha vuelto más amargado de lo que ya era?
-Así es. -asintió Lisa mientras ordenaba una bebida-.
Helena se estancó por un momento en sus pensamientos; había algo que le hacía creer que trabajar con Snart no sería tan malo. Una parte de ella se sintió feliz por tener tanta suerte de ser parte de los Rouges, de hecho, estaba ocultando muy bien su emoción por conocer al famoso Capitán Frío.
-¿Cómo sé que puedo confiar en ti, Lisa?
La ojiverde le devolvió la mirada. 
-Te he dado mucha información. Puedes corroborarla cuando quieras.
-¿Con que? ¿Una ID de criminales?
Lisa rio de nuevo.
-No es mala idea. Debería existir algo así.
-Y descuentos.
La menor de los Snart asintió mientras tomaba otro shot.
-No sabes lo caro y difícil que es encontrar piezas que embonen en un arma de oro.
-¡Exacto! Yo, con todas las veces que he comprado en Dell, creo que ya tengo bien merecida una buena rebaja.
Las dos permanecieron en silencio por un rato. Lisa observando cómo Helena volvía rellenar su vaso y a beberlo de un solo trago.
-Entonces, ¿cuándo empezamos, compañera?
Helena sonrío a labios apretados.
-No quiero ser grosera, Lisa, pero todavía no me fío de ti.
-Yo sí lo hago, Lena. Allá afuera me salvaste.
-Tú habrías podido con él. -respondió la morena con modestia-.
-¿Después de cuánto tiempo? Era grande. Y asqueroso y apestoso, pero me sacaba ventaja. ¿Qué me hubiera hecho antes de que tu llegaras?
Kast se mordió el labio mientras pensaba en esa situación. El honor criminal era una cualidad muy difícil de encontrar. Y a su parecer, Lisa podría ser poseedora de ella al ofrecerle unirse a su equipo y respaldarla en cualquier momento después de presentarla.
-¿Sabes? Le agradarías a mi hermano.
Esa afirmación llamó su atención inmediatamente. 
-¿Sí? -preguntó con una disimulada curiosidad-.
-Ambos son difíciles de convencer. Y de ganarse su confianza... ¿De pura casualidad no te rompieron el corazón?
Helena rio. 
-No; hace mucho de mi última ruptura amorosa.
-Entonces... ¿estás soltera?
Kast asintió.
-¿Tienes alguien en mente para mi? -preguntó, tratando de descifrar la sonrisa lasciva de su rostro-. Digo, si vamos a ser compañeras de trabajo, me gustaría que mis citas a ciegas no fueran "tan a ciegas".
-¿Entonces aceptas?
La menor afirmó mientras se llevaba el vaso los labios.
Lisa soltó su trago y se abalanzó sobre su amiga.
Tener a otra mujer en el equipo la hacía sentir bien, además de que sentía que a su hermano le vendría bastante bien tenerla como rommie.
-Solo necesito conseguir un departamento y...  
-De eso no te preocupes linda, puedes quedarte en mi casa.
-¿En serio? -cuestionó perpleja por tanta amabilidad-.
-Claro. Hay mucho espacio. Déjame ser una buena anfitriona, ¿sí?
Helena terminó por aceptar y regalar una bella sonrisa a su nueva amiga.
Un par de horas más tarde ya estaban optando por dejar ese lugar.
Kast estaba terminando su sexto trago cuando Lisa, más ebria de lo que ella aceptaría, llamó a su hermano.

Viviendo con frío [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora