-¡Ay, Dios! ¿Todo eso es... sangre?
Cisco cayó desmayado a los pies de Leonard quién únicamente lo esquivó y acudió a despertar a la doctora Snow de su trance.
-¡Snow! ¡Reacciona!
Caitlin sacudió rápidamente su cabeza y se enfocó en la herida.
-Llévala a la camilla y no dejes de presionar, arreglaré los instrumentos y en un segundo regreso con ella.
Leonard asintió y suavemente la depositó en el lugar indicado, con ambas manos presionó el abdomen de la mujer, suplicándole que no lo abandonara.
-Resiste, Helena, estarás bien... Estarás bien.
En ese instante, una corriente de aire llamó la atención de aquel ojiazul, que tenía un horrible nudo en el pecho.
-¿Snart?
-Barry.
-¿Qué haces aquí?
-Preparo el té, ¿y tú?
Barry resopló por el sarcasmo. Se quitó la mascara de su traje y se aproximó hasta el lado de su nemesis dispuesto a enfrentarlo, pero la visión de la mujer que ahí yacía, al borde de la muerte, lo inquietó sobrenaturalmente.
-¿Qué le hiciste?
-No fui yo.
-¿Quién entonces?
-Oh, Barry, si lo supiera ya estaría en el Infierno.
-¡Snart! Ya puedes traerla. -gritó Caitlin desde el otro lado de la habitación-.
Leonard tomó la camilla del lado superior y arrollando a Cisco, atravesó el cortex para introducirla en una nívea y resplandeciente sala.
Ahí, de nuevo la sostuvo en sus brazos y la depositó en otra camilla.
Caitlin comenzó a conectarla a unos dispositivos que marcaban su pulso y frecuencia cerebral.
-Oh, oh. -dijo una vez que terminó de ajustarla-.
-¿Oh, oh?
-Ha perdido demasiada sangre, no tardará en tener un colapso nervioso si no equilibramos su flujo sanguíneo.
-¿Qué tipo de sangre es? -preguntó Barry, preocupado por aquella mujer que en su vida había visto-.
-A negativo. -contestó el ojiazul, tras detenerse a recordar unos segundos-.
Caitlin corrió hacia el pequeño banco de sangre en el otro extremo de la habitación.
-Solo tengo sangre de Barry y mía... A y AB positiva... Si intento la transfusión solo empeorará.
Snart palideció ante tal revelación. Parecía que todo estaba en su contra ese día.
-Necesito otra A negativa. O una O...
-Negativa. -completó el ojiazul-. Un donante universal.
Sin pensarlo dos veces, Snart comenzó a descubrir su brazo a la par que tomaba asiento junto a la castaña.
-Tómala de mí.
Caitlin no se demoró más en actuar y extrajo un algodón, lo sumergió levemente en alcohol y comenzó a limpiar la parte interna del codo de Leonard. Luego, sacando un pequeña aguja adherida a un delgado tubo transparente, lo conectó en su arteria braquial; posteriormente hizo lo mismo con el brazo de Helena.
En ese momento, Cisco ya estaba despertando.
-¿Ahora a quién mataste? -preguntó magreando su cabeza y dirigiéndose a Snart-.
-No maté a nadie. -replicó con el ceño fruncido-.
-¿Y ella quién es? -preguntó de nuevo-.
-Es... Mi nueva compañera.
-Es tu... ¿Pareja? -preguntó Barry sorprendido-.
-Pareces colegial, Scarlett. Es la nueva integrante de los Rogues.
-O era.
Helena comenzó a entrar en un shock nervioso; su frecuencia cardíaca se disparó, su cuerpo no paraba de brincar y la herida que Caitlin había terminado de coser se estaba reventando.
-¡Snow! Haz algo! -gritó Leonard tratando de detener a la inconsciente morena-.
-¡¿Qué crees que intento?!
Leonard se sosegó al percibir la reacción de la doctora. En verdad estaba haciendo todo lo que podía.
Snow logró estabilizar una vez más a Helena y de nuevo, se aprestó a coser la herida de su vientre.
Después de todo ese alboroto, se encargó de limpiar el exceso de sangre del cuerpo de Kast, así como curar las heridas menores, revisar los huesos rotos y algunos moretones que se había ganado.
Leonard seguía abriendo y cerrando el puño, permitiendo que su sangre se mezclara con la de aquella mujer, esperando que aquel acto le devolviera la vida y una pronta recuperación a su 'compañera'.
-Snart... Snart... ¡Snart!
-¿¡Qué!?
-Voltéate. Por favor. -pidió Caitlin-.
-¿Por qué?
-Voy a cambiarla de ropa.
-¿Y quién dice que no la he visto sin ropa?
Caitlin se sonrojó y comenzó a tartamudear.
-Ya, lo haré. -aseguró con una leve mueca-.
Giró su silla de tal manera que el paso de sangre no se obstruía, y, al mismo tiempo, su vista quedaba interceptada por un incómodo ángulo.
Sin juicios precedentes, y a pesar de estar liada con el sujeto que la secuestro hacía poco menos de dos años, Caitlin no pudo sentir nada más que empatía por aquella mujer. No importó la inconciencia en la que estaba sumida, quedó maravillada ante sus hermosos rasgos, los cuales seguían prevaleciendo en aquel pálido rostro. Tenía una hermosa nariz respingada y su boca... Apostaba a que su sonrisa era muy dulce. Los gestos suaves le hicieron deducir un poco de su personalidad: alegre, desafiante, vivaz... Parecía una Blanca Nieves moderna.
Pero, ¿qué hacía una chica así con un criminal?
Mejor dicho, qué había hecho ya.
Leonard Snart nunca había acudido a ellos con otra mujer que no fuera su hermana.
Y en ese caso, su desesperación había sido moderada comparada con la reciente.
No podía esperar a que la mujer despertara para abrumarla con tantas preguntas.
Su instinct féminin le decía que con el tiempo se volverían buenas amigas.
Terminó de limpiar a Helena y se llevó la ropa sucia fuera de esa habitación.
Tras el llamado de Caitlin, Leonard regresó su silla a la posición inicial y se acercó desesperadamente al lado de la castaña.
Acomodó tiernamente un mechón de cabello por detrás de su oreja, y con las yemas de sus dedos, delineó su descolorida faz.
La tez de la mujer era tan suave, tan contrastante a sus ásperos dedos.
De inmediato, aquella sensación lo volvió adicto al tacto.
Sin contener una sonrisa, continuó llenando a Kast de suaves caricias que no hacía más que confundir a Barry y Cisco, quienes lo observaban boquiabiertos desde un par de metros atrás.
-Crees que...
-¿Se haya enamorado? No lo sé.
-Parece eso, ¿no?
Barry se alzó de hombros.
-Sí, lo parece.
Ambos se quedaron callados un momento, reflexionando sobre aquella escena.
-¿Piedra, papel o tijeras para ver quién le pregunta? -sugirió Cisco-.
-¡Cisco, es su vida privada! Déjalo ser...
Cinco segundos después, los dos 'adult-niños' estaban disputándose la tarea de reportero en una ardiente batalla de "dos de tres".
-¡Já! ¡Perdiste! -exclamó Barry, llamando la atención de Snart-. Perdiste la oportunidad de... Usar la silla de Wells. Suerte para la próxima...
La mirada que Leonard les dirigió duró poco, pues nada de lo que acontecía fuera de la habitación donde se encontraba velando el sueño de su hermosa castaña le importaba.
-¿Estás loco? ¡Me congelará si tan sólo pregunto su nombre!
-¿Acaso no tienes honor, Cisco Ramón?
-¡Sí, lo tengo!
Cisco echó un vistazo a Leonard, y permaneció así hasta que el ojiazul se percató de este gesto y le regresó la mirada, confundido por tanto revuelo.
-Pero tengo más miedo. -chilló, desconectando sus ojos de los de Snart-.
-Cisco, ¡sales con su hermana! ¿Qué es lo peor que puede pasar?
-Tienes razón -suspiró dándose ánimos-, lo haré.
Mientras sucedía esta guerrilla entre el par de nerds, Caitlin se acercó a Leonard para informarle el diagnóstico de su amiga.
-Tiene dos costillas rotas, fractura del humero proximal y varios golpes, además de la herida abdominal. Me encargaré de que se recupere rápido. Si avanza según lo planeado, en seis semanas podría regresar a casa.
-¿Seis semanas?
Caitlin asintió.
-¿Te parece mucho?
-Al contrario, dudo que logres curar una fractura en ese tiempo.
-Tengo un doctorado en bioingeniería.
-¿Y en traumatología?
Snow miró desdeñosamente a Snart, quien a su vez, no había despegado la vista ni un minuto de la castaña inconsciente.
Aprovechando tal estado mental del ojiazul, comenzó a realizarle ciertas preguntas que a primera vista parecían inofensivas y meramente triviales.
-¿Hace cuanto que la conoces?
-Casi dos meses.
Caitlin tuvo que reprimir un pequeño grito. Dos meses le había tomado a aquella mujer desbravar al Capitán Frío. En verdad quería conocerla.
-¿Cómo se llama? -prosiguió mientras jugueteaba con la bolsa de suero conectada a su brazo-.
-Helena.
-¿Helena qué?
Snart le dirigió una mirada de soslayo. Por más cuidadosa que fuera la doctora y por más inocentes que parecieran su preguntas, Leonard no perdía de vista las implicaciones que tales respuestas podrían acarrear en un futuro.
-Ya, bien, no más información personal.
El ojiazul asintió, regresando su completa atención a la 'bella durmiente' delante de él.
-Parece agradable. No sé cómo puede estar contigo.
Snow se llevó rápidamente las manos a la boca. Lo había dicho sin pensar.
Len soltó una ligera risa por la sinceridad de la doctora.
-Ni yo, créeme.
Ambos permanecieron en silencio por un tiempo, absortos en el monótono subibaja del pecho de Helena.
Luego, tras consultar su reloj y descubrir que la sangre de Snart había llegado a su límite, Caitlin carraspeó su garganta llamando la atención del varón.
-Con esa sangre es suficiente, de lo demás me haré cargo yo. -comentó mientras retiraba la aguja de su arteria-. Ahora, deberías reposar; ve a darte una ducha o desayunar un poco, puede que no despierte en un largo rato.
Leonard asintió con la cabeza a la par que se volvía a enfundar su chaqueta negra.
-Gracias, Snow.
La doctora pareció sorprendida por aquella respuesta.
¿Leonard Snart, el 'Capitán Frío', agradeciéndole?
Que alguien la pellizcara.
Al salir de la habitación, el ojiazul chocó con el pequeño y asustadizo Cisco.
-¡Hey! ¿Qué haces? -preguntó tomándolo de los hombros y enderezándolo-.
-Yo, yo, solo quería preguntar si... Si sales con ella -cuestionó engrosando la voz y poniéndose firme-.
Snart lo miró divertido.
Flexionó levemente sus rodillas hasta quedar a su altura, se acercó a su rostro y cuando Cisco comenzó a inquietarse, le respondió.
-Qué te importa. -arrugó su nariz y lo esquivo, siguiendo su camino-.
-¡Snart! -llamó Barry-. ¿Vas a salir así? ¿No prefieres cambiarte? Aquí tenemos muchas sudaderas.
-No, prefiero parecer Carrie a usar algo que grite "nerd" a cualquiera que me vea.
-¿No crees que sería sospechoso? Digo, tienes sangre en... toda la remera.
-¡No me había dado cuenta! ¿Se nota mucho?
Barry viró los ojos. ¿Algún día lo tomará en serio?
-Pero...
-Ya, Scarlett, ¿por qué tanta insistencia para que me quite la camisa?
Allen se ruborizó y la risa que soltó Cisco no contribuyó más que a incomodarlo el doble de lo que ya se sentía.
Sin reparar en el efecto que había causado en el alter-ego de Flash, Leonard atravesó el cortex y conociendo el camino, descendió hasta la primera planta, tomó su motocicleta y sin una intensa taquicardia, regresó a su casa.
-¿Qué es lo querías ver debajo de su camisa? -preguntó Cisco una vez Snart desapareció-.
-¡Yo no lo decía en ese sentido! Esto me pasa por preocuparme por los demás.
Cisco lo miró pícaramente, reteniendo una risa.
-¿Iris lo sabe?
-¿El qu-? ¡Ah! Ja, ja. Qué chistosito, Cisco.
Allen decidió ignorar el resto de los molestos gestos de su amigo y en su lugar, ingresó a la sala quirúrgica, donde se encontraba Helena.
-¿Sabes algo de ella? -preguntó a Caitlin-.
-No mucho. No la había visto nunca.
-¿Algún alter-ego? ¿Meta humano?
Caitlin negó con la cabeza.
-Solo sé que su nombre es Helena.
-¿Y por qué no buscamos sus registros policíacos? Snart dijo que trabaja con él, debe tenerlos. -añadió Cisco, entrando al aula-.
-No confío mucho en lo que diga, ya nos ha tomado el pelo varias veces. Tal vez es una de los nuestros y la secuestró para quién sabe qué cosa, como a Cait. Además, está convaleciendo a unos metros de nuestro cortex, no me parece es el mejor momento para averiguar.
-¡Oh, vamos, señor moralidad! Dime que tú no tienes curiosidad sobre ella. ¿Cada cuánto viene ese sujeto llegar a pedirnos ayuda? ¡Y con una mujer que no es Lisa!
El argumento de Cisco pareció surtir efecto en Barry, pues tras un disperso balbuceo, terminó accediendo. La peculiaridad de aquel caso había vencido a su ética de súper héroe.
En cuanto Barry aceptó, todos corrieron hacia la computadora central para indagar más sobre la misteriosa mujer.
Cisco, quien estaba a cargo del teclado, movía sus manos sorprendentemente rápido, entrando en una y otra base del gobierno.
-Espera... -dijo Caitlin señalando una ventana de la computadora-. ¿Qué es eso?
-¿La sección de noticias?
-Sí, ahora lee el titular.
-Black Diamond aparece en Ciudad Central...
-¡Oh, por...! ¿Será ella?
-¿Quién ella? ¿Y por qué ese nombre me parece conocido? -preguntó Barry acercándose a la pantalla-.
-¡Chist! Dame espacio y deja de hacer preguntas, necesito concentrarme.
Cisco volvió a infiltrarse en el portal jurídico, pero ahora de Gotham, para continuar rastreando el nombre de la castaña yacente en su cortex.
-¡Ay, Santos Bonnie y Clyde! ¡Sí es Black Diamond! ¡La mujer que está inconsciente en nuestro laboratorio es la mayor genio malvada de la informática! -gritó efusivo, mientras se ponía de pie y corría hasta el otro lado de los laboratorios-.
-¿Qué le sucede? -cuestionó Barry a la par que seguía a Ramón con la mirada-.
-Hace mucho tiempo, un joven y emo Cisco tenía dos principales sueños: Uno era montar una ballena... -Barry la miró extrañado en esa parte-. No me veas así, no era mi sueño.
Y el otro, conocer a Black Diamond.
Ella fue su principal inspiración para volverse hacia la informática luego de terminar su doctorado en ingeniería mecánica. Decía que se convertirían en amos del ciberespacio o algo así... Incluso dibujó los bocetos de sus trajes. -relató Caitlin mientras soltaba una risilla-.
Barry, que parecía más perturbado que divertido, se acercó a Helena.
-Imposible creer que ella sea una criminal.
-Lo sé. Apostaba a que era pianista.
-¿Pianista?
-Mira sus manos, sus dedos son largos, no hubiera sido mala.
Barry asintió mientras rozaba la muñeca de Kast.
Cuando lo hacía, se percató de un ligero bulto en el costado de la menor; levantó apenas la sabana que la recubría y encontró el arma de Snart.
-Cait, ¿qué hace esto aquí?
Snow se acercó al ángulo de Barry y atisbó el artefacto.
Lo tomó y sacudió el escaso polvo que lo cubría.
-No me había percatado de que lo tenía... Además estaba cubierto de cenizas.
A pesar de ser el hombre más veloz que existe, Barry tardó varios minutos en conectar los puntos, dándole a Caitlin el triunfo.
-¡El incendio! -exclamó alejándose de Allen-. Ella debió estar ahí cuando ocurrió... Pero, ¿por qué? ¿Qué tiene que ver todo eso con Leonard? Y con su arma, que... -Snow examinó el dispositivo cuidadosamente-. ¡Está averiada!
-Solo hay una manera de descubrirlo... Esperar a que despierte. -exhaló el castaño-.
-O haciéndola despertar.
Cisco entró a la sala con una camiseta blanca con el logo de Black Diamond impreso en el centro de esta.
También portaba una gorra negra con el alter ego de Helena.
En su mano izquierda llevaba una taza que llevaba impresa la leyenda: Keep calm and BD hacked first.
La consternada mirada de ambos científicos se posicionó sobre su compañero y sus extravagantes pertenencias.
-Cisco... ¿Qué es eso?
-Mi colección privada de Black Diamond. -respondió con obviedad-.
-¿Y lo desenterraste por qué...?
-¡Qué mejor que despertar ante tu fan número uno! Si le damos a Helena algo "familiar" estimularemos sus sentidos y poco a poco recobrará la consciencia. Algo como Lady Gaga y tú.
-¿No es mejor llamar a Snart antes de hacerlo?
-Bartholomew Henry Allen, le quitas lo divertido a la vida. Además, no me dejaría acercármele. -dijo con cierta aflicción-.
Ramón se aproximó cuidadosamente hacia la mujer; quitó a Barry de su posición inicial y se estableció allí.
-Hola... Soy Cisco, puedes llamarme Cisco o amor de mi vida, como tú lo desees.
Solo quiero decirte que estoy muy emocionado de estar aquí, contigo. Sé que estas inconsciente pero pronto despertarás y cuando lo hagas yo estaré junto a ti, cerca, muy, muy, cerca...
En ese instante, los latidos de Helena volaron; su frecuencia cardíaca aumentó descontroladamente, provocando que la pantalla a la que estaba conectada no dejara de pitar.
-¿Ven? ¡Les dije que funcionaría! ¡Ella reaccionó a miií! -festejó eufórico-.
-¡No, Cisco! Únicamente aumentaste la dosis de adrenalina cuando te recargaste en la cama.
-Oh.
-¡Caitlin, haz algo! -pidió Barry asustado por el incesante pitido-.
-¡Dios, todos tienen que dejar de decirme eso!
Snow jaló a Cisco de su ridícula playera y retiró el frasco de adrenalina que tenía colgado a un costado de Helena, pero era tarde, Kast regresó de entre los muertos a la manera de Pulp Fiction.
Su ojos se abrieron de imprevisto, revelando sus enormes pupilas dilatadas; un espasmo provocó que la mujer se elevara en la cama hasta quedar completamente erguida. Un grito ahogado fue el único sonido que exhaló la mujer tras haber despertado; su impaciente mirada recorrió las paredes de aquel cuarto, reparando en los amigables rostros de sus acompañantes.
-Len... Len... -musitó apenas consciente-.
Una vez que Helena pareció menos aturdida, el trío se le acercó poco a poco hasta que esta recobró el sentido.
-¡Hola! -saludaron al unísono-.
-Qué... ¿Qué hago aquí?
-Snart te trajo aquí. -respondió Barry-.
Los ojos de Helena brillaron radiantemente.
-¿Él está aquí? -preguntó tratando de incorporarse pero recibiendo un agudo dolor en la zona del vientre-.
Caitlin negó.
Cuando ella insistió en hacer ese movimiento, la blanca sabana se deslizó hasta su abdomen, dejando al descubierto su sujetador.
Ambos hombres, algo sonrojados taparon sus ojos mutuamente.
Helena se dio cuenta del suceso y recurrió a la manta de nuevo.
Caitlin le facilitó una sudadera de S.T.A.R Labs que la castaña aceptó con una sonrisa.
Cuando los pechos de la menor estuvieron cubiertos, ambos amigos retiraron sus manos de sus rostros.
Cisco la miraba fascinado, cosa que no pasó desapercibida por Helena.
-Me gusta tu playera. -comentó-.
-¿Me la firmas?
-Seguro.
Ramón corrió en el cortex buscando un bolígrafo que más tarde conservaría en su preciada vitrina de trofeos.
Helena consintió al ojinegro regalándole las firmas que deseaba y una que otra foto.
-¿Qué tal si posamos en una como... ¡Oh, ya sé! Debo conseguir unos lentes... Lentes, lentes, lentes...
-¡Cisco! ¡Ya! Déjala descansar.
Kast deletreó ese nombre en su mente, ¿dónde lo había oído antes?
Cisco, Cisco, Cisco, Cisco...
¡Cisco!
-¡Tú eres el novio de Lisa! -exclamó señalando a Ramón-. Tú eres la doctora Caitlin y...
Tú debes ser el rayito. -sonrió-.
Barry la miró sorprendido.
-¿Cómo lo sabes?
-Snart me contó que el novio de su hermana trabajaba con Flash y como eres el único otro hombre a parte de Cisco es obvio; además, todavía llevas puesto el traje.
Barry corrió a quitarse el ajustado disfraz.
Helena soltó una pequeña carcajada. Sí que era torpe.
-¿Dónde estoy?
-Creo que la sudadera lo explica.
La morena dio un emocionado respingo al leer el logo, acto que de nuevo le infligió un agudo dolor que se interpuso entre el júbilo y su comodidad.
-Un vidrio te atravesó el abdomen, tienes una fractura y algunas costillas rotas, te recomendaría no hacer eso.
-Ojalá lo hubieras dicho antes. -se quejó tratando de acomodarse-.
-Y ya que vamos por ese camino, ¿podrías decirnos por qué tenías el arma de Snart contigo?
-¿Y qué hacías en el bar antes de que se incendiara?
La sonrisa de Helena se borró.
-Tuve una pelea con él. Es una larga historia...
-Tenemos tiempo. -afirmó Cisco-.
Helena suspiró.
-De acuerdo, la escucharán, ¡pero muero de hambre!
-¿Belly Burger? -ofreció Barry-.
-Vegetariana. -se excusó Lena-.
-¿Ni siquiera ovolactovegetariana?
-Si lo fuera ya tendría poderes.
-Oh, Dios mío. ¡Eres aún mejor de lo que imaginé!
Caitlin y Barry observaron confundidos a los dos nerds.
-Scott Pilgrim vs. the World.
Snow y Allen negaron.
-¡Y así se hacen llamar mis amigos!
Helena volvió a esbozar una sonrisa. Aquel equipo tenía una dinámica bastante peculiar... Le agradaba.
-¿Una ensalada estará bien?
Kast asintió.
Barry utilizó su super velocidad para comprar la comida y en menos de cinco minutos ya estaba de vuelta.
-Increíble. -vaciló Helena cuando regresó-. ¿El acelerador de partículas hizo esto?
-El acelerador y la materia oscura. Pero ahora necesitamos saber todo sobre el incendio.
-Sí, antes de iniciar, debo preguntar, ¿por qué? Verán, es un conflicto más bien personal.
-Bueno, te encontraron inconsciente con tecnología de nuestro laboratorio a unos pocos metros de un siniestro que seguramente acabo con muchas vidas. Para mantener el trato que hice con Snart necesito asegurarme de que ni él, ni su equipo, lo han violado.
Kast frunció los labios, reflexionando. No podía argüir contra aquella razón.
Así, vencida, comenzó a contar su relato con los tres oyentes a su lado, absortos en cada palabra que decía. Helena sonreía cada vez que su historia lograba arrancar emociones de los rostros de sus espectadores, en especial cuando estas reacciones eran las mismas que ella había tenido en su momento.
-Y entonces decidí explotarlo.
-¿O sea que todo este asunto fue culpa de Snart?
-La mayor parte, sí.
-Déjame ver si entendí: tú mencionaste a su ex y él te hizo enfadar, quiso arreglar las cosas pero seguías brava, te negabas a hablar con él; luego te alcoholizaste y besaste a Mardon... Cantaste Womanizer y olvidaste su arma fría en el bar. Al día siguiente, él se dio cuenta y se molestó, tú trataste de remediarlo recuperándola; salió mal y terminaste incendiando el lugar y casi muerta.
-Primero, canté 'Oops! I Did it again', no 'Womanizer'. Segundo, no salió mal, recuperé el arma. Y tercero, suena menos interesante si lo cuentas así. -se cruzó de brazos-.
-Un minuto... ¿Vives junto a Snart? -cuestionó Cisco, quien pareció más interesado por ese detalle que por el resto de la historia-.
-Con Snart. Compartimos casa.
Barry estuvo a punto de escupir el café que tomaba de la taza de Ramón.
-¿Tiene algo de malo?
-No, es solo que... Leonard es muy Leonard y ¡tú eres una margarita andando!
-¿Gracias?
-Entonces Snart y tú son ¿amigos?, ¿compañeros?... ¿Pareja?
Helena se sonrojó demasiado al terminar de escuchar la pregunta proveniente de Cisco.
Caitlin, compasiva, decidió intervenir en favor de su colega de mismo sexo.
-Barry, Cisco, ¿por qué no van a ver si H.R ya regresó?
-Pero lleva dormido cuatro horas en el baño...
Snow los miró con una mueca.
-Oh, sí, entendemos.
Los hombres se despidieron de Kast y ella les correspondió con una sonrisa a boca cerrada y un ligero bye.
-Puedo imaginar lo difícil que debe ser convivir con Snart, -comenzó Cait-. Fui testigo de su enorme ego e insensibilidad cuando él y Heatwave me secuestraron. Si alguien tiene razones para aborrecerlo, créeme que soy yo. Pero, cuando llegó hoy, contigo en brazos... pude notar que algo ha cambiado en él, y sin afán de ser entrometida, creo que te lo debe a ti. Si gustas hablar de 'eso' con alguien, estaré feliz de escucharte.
Snow estaba por levantarse cuando la morena, para su sorpresa, la detuvo.
-En realidad me encantaría.
Cait regresó a su lugar inicial y prestó total atención a la menor.
-Nuestra relación es algo difícil... ¿Es una relación acaso? -suspiró-. Al principio, creí que era solo la fachada: un patán egoísta con complejo de narcisista, y digo, no me daba motivos para pensar lo contrario... Pero, conforme pasó el tiempo, comenzó a enseñarme el panorama completo, y una vez visto eso, he estado tan confundida, doc. Cuando lo veo, realmente, a los ojos... -Kast resopló, virando ligeramente los ojos- siento algo nuevo, algo que quiero vivir cada día de mi vida. Tiene esa maldita peculiaridad que me derrite al cruzar miradas; y si te soy sincera, no me molesta que noté en el efecto que causa en mí.
Snow sonrió por la manera en que se expresaba Helena, su intuición estaba en lo correcto. Había algo más que camaradería en esa casa.
-Antes de desmayarme -continuó-, el último recuerdo que llegó a mi fue uno en el cual bailamos como si no importara nuestra doble vida; no como Black Diamond ni Capitán Frío, no como criminales, tan sólo Helena y Leonard: personas normales a escondidas. En ese momento advertí que había una mínima posibilidad de que él sintiera lo mismo que yo; sus ojos... ¡Allah, Cait! Esos hermosos ojos azules tenían un brillo que jamás había visto... Y estoy segura de que ahora mismo, yo también lo tengo.
Pero es... tan complicado. Y bueno, yo no he ayudado mucho, menos con lo recién sucedido.
Helena suspiró derrotada, sus ojos obtuvieron una cristalización radical comparada con el destello que hacia poco presenció Snow.
La doctora acercó un pañuelo a la menor, quien lo aceptó y apretó entre sus manos hasta que sus lágrimas comenzaron a correr cuesta abajo.
-No sé mucho sobre Snart, pero puedo asegurarte que le importas demasiado.
-¿Lo crees?
Caitlin asintió mientras apretaba sus labios en una sonrisa.
-Nunca lo había visto como esta mañana. No se quería separar ni un sólo segundo de ti. ¡Te obsequió litro y medio de sangre y quería continuar haciéndolo! Claro que no lo dejé. Él a regañadientes obedeció. También observé la forma en que te miraba; ¿puedes imaginar que le sacaste una pequeña sonrisa? Porque ni los chicos, ni yo dábamos crédito.
Helena pronto recuperó el color en sus mejillas por los amorosos detalles que la mayor le relataba.
-No tengo idea de lo que sucedió con Sara, pero puedo apostar a que no tienes que preocuparte más por ella. Tú eres el presente, Helena.
Esas palabras terminaron por recobrar la totalidad de energía en Helena.
-¿Algún último consejo, doc?
-Arriésgate, Lena, es lo mejor que puedes hacer con un hombre como él.
Será complicado que Snart dé el primer paso por si mismo, pienso que puedes ayudarlo un poco con eso, al menos hasta que se sienta en sintonía. Muéstrale que es mutuo el sentimiento.
Kast agradeció profundamente a Caitlin, quien solo acarició su mejilla y salió de esa aula.
Helena no tuvo ni un par de segundos para reflexionar aquello cuando Cisco ya se encontraba de nuevo en el cuarto.
-Tú, yo, maratón de Star Wars, no sé, piénsalo.
-¡Ven aquí Chewy!
Cisco se acurrucó junto a Helena y mientras comían algunas golosinas y compartían bobos chistes de Star Wars, disfrutaron la película.
Caitlin y Barry se dedicaron a investigar sobre su pequeño y futurista problema de nombre Savitar, que los había estado atormentando desde hacia varias semanas.
Así transcurrió la tarde, entre películas de ciencia ficción y análisis de sangre, sistemas de identificación facial y algunas visitas al pasado.
Nada fuera de lo normal para ese alegre equipo.
-¿Qué dices si en el siguiente Halloween nos disfrazados de Leia y Luke?
-¿Hermanos que cometen incesto? Me agrada. Pero solo si tu te vistes de Leia y yo de Luke Skywalker.
-¡Snart!
-Tranquilo, intentaré convencerlo para que se vista de Chewbacca. ¡Mide casi dos metros!
-No... Snart esta aquí. -comentó, señalándolo levemente-.
El pulso de Helena comenzó a aumentar y la pantalla registró la taquicardia que Kast sufría.
Cisco la miró sonriente y ella retiró rápidamente el aparato conectado a su dedo índice.
Caitlin y Snart se dirigieron hasta la sala quirúrgica.
-Cisco, necesito que revises la cafetera.
-Creí que te habías deshecho de ella.
Snow tomó a Cisco de su lóbulo, tiró de él, y mientras lo reprendía por no saber captar indirectas, lo llevó fuera de aquel cuarto.
Leonard entró y cerró completamente la puerta detrás suyo.
Examinó cuidadosamente el estado de Helena y se sentó junto a ella en el mismo banco de la mañana.
-¿Cómo estás? -fue lo primero que logró articular-.
-He estado mejor. -expulsó la castaña con una mueca-.
De nuevo el silencio reinó en la habitación.
-Len...
-Helena...
Kast tapó la boca de Snart para impedir que volviera a hablar, él reaccionó confundido pero a pesar de todos los sentimientos encontrados, no protestó.
-Necesito decir esto primero, así que no me interrumpas:
Lamento todo lo que hice, en serio, siento tanto haber actuado... Tan infantil y poco profesional. Estuvo mal; mezclé nuestros asuntos con los del equipo y lo de hoy pudo salir peor, pudieron haber muerto muchas personas inocentes.
Pero prometo que no volverá a suceder, juro que esto no me define, y por eso te pido otra oportunidad para regresar al equipo, una última, por favor...
De la casa, ni hablar -suspiró-. Buscaré algún departamento cerca de la ciudad.
Solo... Perdóname.
La morena exhaló gravemente a la par que desviaba su mirada lejos de los inquisidores ojos azules de Snart. Ya, lo había soltado; solo restaba esperar la reacción del varón y atenerse a sus reproches.
Leonard despegó lentamente la mano de Helena de su rostro y entrelazó sus dedos, provocando que Kast se sobresaltara al percibirlo.
-Yo también lo siento.
Helena no tuvo tiempo de ocultar su estupor.
Era la primera vez que escuchaba a Leonard pronunciar sinceramente aquella frase.
-Y quiero que sepas que no creo todo lo que dije. Sobre ti.
Hice mal en dejarte sola en la lluvia, y tan lejos de casa; estuvo mal gritarte, y si te hubiera pasado algo hoy, yo... -Snart negó, ni siquiera quiso imaginar un final alternativo-. Créeme, Helena, me hubieras perseguido hasta el final de mi vida.
Kast sonrío vagamente. Esa no era una mala idea.
-Sigues en el equipo. Eres lo mejor que nos ha sucedido en mucho tiempo.
Y respecto a la casa, puedes quedarte tanto como quieras.
La menor no pudo estar más feliz. De pronto todo el riesgo corrido había valido la pena.
Cuando Leonard quiso soltar la mano de su compañera, se vio sorprendido al presenciar el fuerte agarre que Helena mantenía. Ambos cruzaron miradas... Y ahí estaba. Ese brillo que Helena había descrito a Caitlin hacia poco. Seguía ahí, parpadeando incesantemente dentro de los ojos de Snart.
Kast no pudo evitar sonreír, contagiando al instante a Leonard, quien estaba encantado de poder ver una vez más aquel gesto.
Mientras tanto, Caitlin, Cisco y Barry morían de amor al verlos en ese estado. Si bien Snart les había dado grandes dolores de cabeza, parecía que esa mujer por fin aplacaría el volcánico ímpetu del Capitán Frío.
-Es suficiente de espiarlos, chicos, vayamos a hacer pruebas para mejorar la velocidad de Barry.
Ambos amigos asintieron y siguieron a la pelirroja fuera del cortex, abandonando a la pareja para que discutieran sus asuntos privados.
Helena se recorrió en la cama para que Snart, en contra de su voluntad, entrara en aquel espacio. Después, recargó su cabeza sobre el torso del mayor y se permitió continuar jugueteando con la mano del hombre mientras este peinaba los escurridizos mechones de cabello detrás de su oreja.
-Sara Lance.
-¿Qué?
-Su nombre es Sara Lance, ex-miembro de la Liga de Asesinos, debes haber escuchado de ellos. -se detuvo un momento, procesando el perfil que le daría a su ex-. Muerta, resucitada, con una sed de sangre carcomiéndola cada vez que nos enfrentábamos a algo.
Desde el primer momento que la vi pelear, me sentí atraído a ella, en especial porque conocía esa mirada suya, el peligro tenía el mismo efecto en mí.
Kast escuchaba todo aquello con especial atención; algunas veces un pico de celos hacia aquella mujer se presentaba e inconscientemente la hacía apretar la mano del varón como si no quisiera que se enfrascara en aquellos recuerdos, tratando de devolverlo a la realidad, desvaneciendo el más mínimo fantasma que Sara pudo haber dejado en él.
-Solo aceptamos lo que sentíamos en las últimas misiones, pero eso fue suficiente para que creáramos una especie de relación no-formal; sexo, salidas, algunas cenas...
Todo funcionaba, esa era nuestra forma de expresarnos la atracción que sentíamos el uno por el otro, no sentimentalismos, no ataduras, no raíces.
El problema comenzó cuando ella sí quiso algo fijo. Le explique que alguien como nosotros jamás podría tener eso; ella insistió en intentarlo, me negué.
Esa misma noche ella desapareció de mi vida, bueno, al menos físicamente. Temí que algo le hubiera pasado pero, ¿qué podría sucederle a la asesina más letal del planeta?
Sin una despedida: la cereza del pastel de nuestra extraña relación.
Helena se tomó un momento para procesar toda esa información.
Nunca esperó que Leonard diera dos pasos tan grandes el mismo día. Si antes estaba feliz con la reacción del ojiazul ante su disculpa, ese nuevo gesto le había hecho olvidar casi todos sus malestares.
De no ser por el desenlace de aquella historia y la elevada posibilidad de que la suya terminara del mismo modo, habría sanado esa misma noche.
Sin reparar demasiado en dicho detalle, y enfocándose en lo bien que le hizo aquella confidencia, levantó su cabeza sin despegarla del pecho del hombre y lo miró con sus hermosos y reconfortantes ojos marrón.
Snart disfrutó de ese gesto más de lo que hubiera aceptado. Quedó tan embelesado por la mirada de Helena que, maquinalmente, guio una de sus manos hasta la barbilla de la mujer, la cual sujetó con delicadeza, conteniendo el impulso de tocar sus labios.
-Gracias.
Fue lo único que susurró la mujer.
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Viviendo con frío [EN EDICIÓN]
Fanfiction-Lisa, cariño, una cosa es que te quedes en la casa un par de noches, pero que llegues con una extraña a compartir mi comida vegana y que duerma bajo mi techo es algo muy diferente. -¡Vamos Lenny! Te estás volviendo muy gruñón, necesitas algo de com...