вokυ no нιro ▪ᴏɴᴇ-sʜᴏᴛs▪

𝐃𝐞𝐧𝐤𝐢 𝐊𝐚𝐦𝐢𝐧𝐚𝐫𝐢

Nota; Otro Shot largo, no me matéis :')

¿Tenéis pañuelos cerca?

•••

La alarma de _______________ resonó por la habitación. Como ya estaba algo despertada de antes, la apagó sin ningún problema. No tenía nada que hacer aquel día, solo que le gustaba ponerse alarma para no gastar la mañana durmiendo.

Por ejemplo, así podía dedicarle más tiempo a su entrenamiento en el patio. Se incorporó y estiró. Se levantó y fue a la ventana para abrir las cortinas. Miró tras el cristal con una sonrisa, parecía una mañana muy tranquila.

Pero no para ella.

Se giró, y recién que lo hizo, casi sufrió un infarto de miocardio.

—Ohayo~

—QUIEN MIERDAS ERES TÚ.—se pegó a la pared como araña, y se preparó para usar su Kosei en cualquier momento.

El rubio, quién estaba sentado encima de su mesa, ladeó la cabeza y sonrió.

—Mi nombre es Kaminari Denki, encantado.—sonrió con dulzura, se levantó y fue hacia el colchón—. Y soy-

No pudo seguir, ella comenzó a lanzarle todo aquello que tenía al lado; Latas, zapatos, lápices, calcetines, ropa interior... Era una heroína profesional, pero no, se defendía con la basura de su habitación.

No obstante, el chico, con cara de "Sabía que iba a pasar esto", solo quedó observando a la chica. Todos los objetos que recibía, eran traspasados por él como si fuera niebla.

—Déjame explic-

Bueno, tampoco. Encontró una bolsa de patatillas y se la lanzó, pero pasó lo mismo, lo traspasó.

—DEJA DE USAR TU KOSEI, FUERA DE AQUÍ, FUERA.

Kaminari resopló, se cruzó de brazos y giró los ojos.

—Si me dejaras habla-

La chica lanzó unas fuertes llamas azules a su cabeza, y al igual que antes, solo le pasó de largo, ni lo rozó, solo disipó su rostro por unos segundos, pero luego volvió a la normalidad. _______________ miró sus manos, alucinada de que aquello no hubiera hecho efecto.

—Pero qué...—se acercó a él poco a poco. El rubio ni se inmutó, siguió esperando hasta que ella le pudiera dar un turno respetado de palabra. La chica pasó su mano por su cabeza, pecho, hombros... Sus dedos traspasaban a través de él como si no estuviera ahí. Escuchó su resoplido—. ¿Eres real...?

—Si puedo hablar, mejor.

Ella por si acaso cogió un paraguas de a saber dónde, y se alejó dos pasos para apuntarlo y mantener distancia en caso de seguridad.

—Suéltalo.

Kaminari suspiró, y se dejó caer en el colchón, sentándose agotado.

—No estoy vivo.—espetó, ella parpadeó un par de veces—. Mi muerte fue hace una semana, un villano me arrebató la vida, y no llegaron a tiempo. Bueno, cosas de ser un aprendiz de héroe.—rió, fue un tono amargo—. La cosa es que, por cierta razón, mi alma no puede descansar en paz. Y te preguntarás, ¿por qué? Pues mira, no entiendo pito.—alzó los hombros.

—Entonces...

—Eh, aún no he acabado.—ella cerró la boca—. Volví aquí, me hicieron volver. Y bueno, por cierta razón, creo que son cosas de espíritus, no sé, vendrá en el manual de instrucciones..., no puedo irme de aquí hasta que cumpla mi deseo.—apretó los labios, ella frunció un poco el ceño—. Cuando estaba vivo, yo tenía un sueño, uno que deseaba por cumplir, y..., no lo logré. Me mandaron aquí, y, ahora no puedo salir de tu casa. Así que...—la miró a los ojos—. Estás relacionada con mi sueño, debes ayudarme.