𝐈𝐳𝐮𝐤𝐮 𝐌𝐢𝐝𝐨𝐫𝐢𝐲𝐚 4/4

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Nota; Última parte * snif *
SHOT LARGO.

•••

Enterró los tubérculos de las patatas en los agujeros hechos con la azada, y una vez que acabó los tapó y echo agua.

Se quitó el sudor de la frente, y se puso las manos en la cadera. Suspiró del cansancio, y automáticamente miró hacia arriba, hacia las nubes, hacia el cielo por donde su mejor amiga desapareció hace tres semanas.

Sin embargo, Ochako había seguido viniendo. Le traía pan, vino, y algunos dulces al adolescente, todo lo que podía dar ella y su familia. Eran muy buenos amigos, solo que el chico no podia evitar sentir algo por la chica. Aunque, lo que le echaba hacia atrás, era el gran vacío en el corazón que le quedaba tras ya no estar con el dragón.

Aquel día vino también, aquella tarde, se encontraban los dos sentados en el césped, comiendo manzanas de uno de los árboles del chico, mirando el resto del paisaje.

—Izuku, quiero que sepas algo.—dijo Ochako algo apenada, el buen ambiente se disipó con su cambio de humor.

El peliverde se preocupó bastante, y se sentó firme para escucharla.

—¿Qué pasa Ochako...?—se acercó a ella lentamente, intentando buscar su mirada.

—Pronto..., pronto seré...—su voz se entrecortaba, respiró hondo—. Pronto seré la p-prometida del príncipe Katsuki.

Todo en Midoriya se vino abajo. Su poca felicidad, la ilusión de que ella estuviera allí con él, y sus ganas de seguir hacia adelante.

—¿C-cómo...?

—Ha sido así..., mis padres siendo nobles, el monarca ha aceptado el matrimonio para unir las tierras de los Uraraka con los Bakugo. Todos salimos beneficiados, y el reino podrá crecer.

—Y tú..., ¿tú estás de acuerdo?

Uraraka dudó, y miró hacia otra parte, con una sonrisa de pena.

—Sí.—Izuku se rompió en miles de pedazos—. Dentro de lo que cabe, Katsuki sacrifica mucho por los suyos, se preocupa por su pueblo y lucha sin descanso. Y aunque no lo parezca, detrás de ese temperamento de cascarrabias, se esconde un dulce chico. No me desagrada ser su esposa, su reina...

Midoriya miró hacia el suelo, y sus dedos se clavaron en la tierra. Mordió su labio para evitar unas frágiles lágrimas, y decidió mirar al frente, para dibujar una sonrisa en su cara, y dedicársela a la chica.

—Enhorabuena Ochako.—le dijo con una entrecortada voz—. Serás una reina estupenda.

—Izuku...

El chico se levantó antes de que ella dijera o hiciera nada, se dirigió hacia el granero.

—He recordado que debo de alimentar a los cerdos, nos vemos otro día Ochako. Ten cuidado a la vuelta.—se despidió sin siquiera verla. La chica se quedó plasmada, sin habla.

Lo entendió.

Se levantó, se sacudió el vestido, y tomó sus cosas para irse.

вokυ no нιro ▪ᴏɴᴇ-sʜᴏᴛs▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora