𝐄𝐢𝐣𝐢𝐫𝐨 𝐊𝐢𝐫𝐢𝐬𝐡𝐢𝐦𝐚

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Nota; Kirishima sí es un hombre.

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—¿Puedo hacer hoy la cena?, ¿puedo puedo puedo puedo puedo puedo puedo?—le preguntaste a tu pareja, mientras te agarrabas de su brazo y dabas pequeños saltos a medida que seguiais caminando por la acera.

El suspiró cansado, y te miró con preocupación.

—¿No prefieres comida rápida?, así tendremos tiempo para nosotros aprovechando que estaremos solos en casa...—contestó Kirishima, en un intento de seducción para convencerte.

Sin embargo ya veías sus malas intenciones.

Nunca te dejaba cocinar ya que tu comida era horrorosa, sin embargo querías mejorar en ello, y el único que se atrevía a probar de tus platos era tu novio... Ni tus padres, ni tu hermano y ni tus amigos se atrevían a darle un bocado a lo que preparabas.

Sacaste el labio inferior, y le hiciste ojitos. Como el Gato con botas.

—Por favor...—suplicaste en un bajo tono.

Kirishima se tensó por completo, y sus mejillas no tardaron en volverse literalmente como unos tomates. Sabías que hacer aquello era su punto más débil.

—_____, no empieces...—te pidió en voz baja.

—Venga, déjame hacer la cena...—te juntaste más a él, aplastando tus pechos en su forzudo brazo.

Tragó saliva duro, y sintió sus orejas echar literalmente fuego.

Finalmente suspiró, y te miró con nerviosismo. Seguias teniendo aquella mirada de gato pidiendo por leche.

—Está bien...—observó hacia otro lado, a lo que tú cambiaste tu expresión de un segundo para otro, y saltaste para enrollar tus brazos en su cuello, y darle un beso en la mejilla.

(•••)

Llegasteis a la casa del pelirrojo, dejaste tus cosas en su habitación, y recién que estuviste lista, bajaste las escaleras, donde cierto chico te esperaba al final de ellas. En el penúltimo escalón te lanzaste hacia él, a lo que este te agarró en el aire y te abrazó con fuerza. Rió en tu cuello, y tú te aferraste a él en un cálido abrazo.

Levantaste la cabeza, y le miraste a los ojos con una adorable sonrisa. Él te la devolvió. Seguido pusiste las palmas de tus manos en sus dos mejillas, y las apretaste para que quedara con los labios en forma de pez. Reiste, y le besaste aún así.

Kirishima también rio, y te bajó hasta que tocaste el suelo. Te abrazó por la cintura y te atrajo a él. Olió tu perfume pasando su nariz por tu cuello, y provocándote agradables escalofríos por este.

—¿Segura que no quieres pedir nada para cenar?, me podrás cocinar otro día...—dijo en una ronca voz.

Admitiste que aquello te puso los pelos de punta, aunque, no abandonarías a tus principios.

—Nop, y encima, me pondré ahora mismo ya que me llevará tiempo.—reiste juguetonamente y te dirigiste hacia la cocina.

Eijiro no se iba a salvar. Pudo evitar una de tus comidas hasta 2 veces, pero como dicen, a la 3 va la vencida.

Y aquella era la tercera.

вokυ no нιro ▪ᴏɴᴇ-sʜᴏᴛs▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora