Sueños de Papel

Despedida

Lo siento mamá, pero no soporto seguir viviendo aquí ni un día más. Me voy, me largo de este infierno. En parte es tu culpa también por no ser lo suficientemente valiente como para luchar por tu libertad como yo lo estoy haciendo. Abre los ojos de una maldita vez, sé que es tu marido y que es mi padre, pero eso no hace que deje de ser un monstruo. Tú tendrías que estar huyendo junto conmigo ahora mismo, sé que tienes ganas de hacerlo, se nota en la expresión de tu rostro cuando lo ves llegar borracho día tras día, cuando te golpea por las razones estúpidas que el alcohol le da para hacerlo, cuando nos prohibe salir de casa, porque es que él nos ve como si fuéramos su propiedad, ¿quieres pasar el resto de tu vida siendo una esclava a su servicio? No tenemos vida, él es nuestro propietario y hace con nosotras lo que le venga en gana, bueno, conmigo no podrá volverlo a hacer porque me largo. Tengo algo importante que decirte, estoy embarazada, no tengo ni idea de como reaccionaría él si llegara a enterarse, así que por mi seguridad y la de este bebé que estoy esperando, tengo que irme. Espero que algún día tú también decidas ser libre. No te preocupes por mí, aunque soy joven sé cuidarme. No puedo decirte para donde voy porque sé que él te haría decírselo, pero dentro de un tiempo volveré a hablar contigo para saber cómo estás. La principal responsable de liberarse eres tú misma, hazlo mamá... no porque yo te lo esté diciendo, sino por ti misma, por tu dignidad como mujer y como ser humano.

Puse la nota en la mesa de cocina. Ella era la que la iba a encontrar primero porque se levantaba bien temprano todas las mañanas a preparar el desayuno. Cogí la mochila con la poca ropa que llevaba y caminé en silencio hasta la puerta, miré la casa por última vez, sabiendo que jamás volvería a entrar en ella, por nada de este mundo volvería.