Sueños de Papel

¿Hasta Cuándo?

—¿Hasta cuándo crees que estaremos juntos —le pregunto, así de pronto, después de estar recostada a él por un buen rato, estamos en la orilla de playa, el mar estaba precioso. Él sonríe y luego contesta.

—Mira, vamos a estar juntos hasta que... no sé, hasta que el mar se seque, o hasta que... —en eso se percarta de que hay un grupo de chicos bailando en la arena a unos metros de nosotros—. Hasta que los cantantes de reguetón dejen de usar cadenas tan gordas como ruedas de camiones.

Aquello me hizo gracia, no pude evitar reírme. Inmediatamente me puse a pensar algo para decirle, y se me ocurrió.

—Hasta que Dora la exploradora encuentre las cosas ella sola —ambos reímos.

—Hasta que los Backyardigans hagan un capítulo en el que no canten —dice él y continúa riéndose.

—Hasta que el Coyote atrape al Correcaminos, hasta que Perry el ornitorrinco diga algo que no sea: grgrgrgrg.

—Tengo la definitiva ya —dice él con entusiasmo, como si hubiera descubierto algo importante—. Vamos a estar juntos hasta que dejemos de reírnos por cualquier tontería.

—Esa me gusta, es imposible que dejemos de reírnos, somos dos tontos sin remedio, lo mismo nos hacen gracia los dibujos animados, que los memes, que cualquier cosa, somos bobos, es la verdad.

—Eres la persona más boba y más adorable de este mundo —me dice, luego siento como sus brazos se estrechan en mi cuerpo.

—Bueno, ¿entonces qué?... ¿juntos hasta que dejemos de reír? ¿Dedopromesa? —le enseño mi meñique para hacer el juramento.

—Juntos hasta que dejemos de reír, prometido —me responde entrelazando su meñique con el mío. Yo giro la cabeza para terminar con un beso aquella tonta pero romántica promesa.

Fin. Terminé otro capítulo más. Me quito los espejuelos y los pongo al lado del monitor. Apoyo los codos sobre la mesa de la computadora y me paso las manos por la cara. Observo lo que he escrito y me hago una pregunta que últimamente me pasa mucho por la cabeza. ¿Algún día me pasarán cosas bonitas como esas que tanto escribo?