Inseguridades que matan amores

57 25 21
                                    

Victor

Vamos camino a la escuela los cuatro que siempre estamos juntos. Marian, Anabel, Eduardo y yo. A veces surgen temas de conversación interesantes en ese corto trayecto. Yo hago como que no me importa lo que hablan pero en realidad le presto mucha atención a todo lo que dicen.

—Oye Anabel, ¿por fin qué te pasó con Christian el de 11no 2? —dice Marian sonriendo—. ¿Se te declaró verdad? ¿Qué le dijiste? Cuenta.

—Sí sí, a mí me contaron de eso también, dentro de poco hay boda creo yo —dice Eduardo mientras ríe y le pasa una mano por encima del hombro a Anabel.

—Yo no me lo pensaría dos veces, me casaría con él mañana mismo —vuelve a intervenir Marian—. Es un papacito, tiene una sonrisa tan linda, unos labios, y sus ojos, dios mío que ojos más bellos tiene.

Es normal que Anabel termine con un chico así como Christian, así tan... perfecto. Ella llama la atención de todo el que está a su alrededor, es imposible no mirarla. Pero para mí es mucho más que eso. Al principio de conocerla creí que era la típica barbie sin cerebro, pero me equivoqué. Lamento haber descubierto que es una chica maravillosa, porque eso hizo que terminase enamorándome de alguien que está fuera de mi alcance.

Aunque es una muchacha estupenda estoy seguro de que al final elegirá estar en los brazos de chicos como Christian, rostro perfecto y bello, 1.80 de estatura, abdominales marcados, biceps ensanchados de tanto ejercicio y tantas pastillas que toma para la musculación. En cambio yo... yo soy todo lo contrario a eso. Siempre seré poca cosa para ella.

Anabel

Vamos camino a la escuela y escucho a Marian mencionar algo sobre que Christian se me declaró y todo eso. De verdad que ese tema ya me cansa. Un tipo que casi ni conozco va tras de mí como un perro a olisquearme el trasero y ahora todas mis amigas dicen que tengo suerte por eso ya que es uno de los chicos más populares y buenotes de la escuela.

¿Qué? ¿Eduardo acaba de mencionar algo sobre boda? De verdad que hablan tonterías. Si supieran que lo que ese tonto va a recibir de mí va a ser un no eterno. Volteo el rostro y miro hacia otro lado. La verdad este tema no me interesa en lo más mínimo.

—Yo no me lo pensaría dos veces, me casaría con él mañana mismo —oigo que dice Marian—. Es un papacito, tiene una sonrisa tan linda, unos labios, y sus ojos, dios mío que ojos más bellos tiene.

Bueno ya es oficial que Marian no tiene nada que sirva en la cabeza ¿Sonrisa, labios y ojos? ¿Eso es lo que le interesa de un hombre? ¿Eso es lo más importante para ella? Que me disculpe, pero a mí me la pelan los ojos, los abdominales y los brazos hinchados por las horas de gimnasio, no sé, llega el momento en el que una busca... otras cosas.

El único que nunca me hace bromas con lo de los chicos es Victor. Lo observo y veo que está serio, con la cabeza gacha, ¿estará celoso? Ojalá, eso querría decir que le importo. Él sí es un chico que merece la pena, pero creo que jamás se fijará en mí. Estoy segura de que me ve como una barbie pija cabeza hueca. Lo que le pega a él es una chica inteligente y culta, de esas que devoran un libro de más de doscientas páginas todos los días. Siempre seré poca cosa para él.

Sueños de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora