Dicen por ahí que...

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No todo lo que brilla es oro,
tal vez solo tienes pupilas sensibles y
tus ojos se encandilan con cualquiera.      

Ojo por ojo,
acabaron todos ciegos,
con la cara ensangrentada.
Diente por diente,
acabaron con las bocas deshechas
y las encías rotas.

El que fue a Sevilla
perdió su silla.
Si quieres puedes volver,
pero te sientas en el piso.

Ojos que no ven,
corazón que se destroza cuando
se lo cuenta alguno de los otros órganos.

La suerte de la fea
(esa que ella siempre ha considerado
una maldición),
la linda la desea.
Es que nunca ha podido saber lo que
se siente cuando te aman a pesar de
estar llena de defectos.

Es mejor estar solo
que mal acompañado.
¡Pero joder!
Qué bien se sentía su
presencia, aunque sabía
que estaba llena de mentiras,
desastres y destrucción.

A palabras necias,
digo: «Está bien»,
me doy la vuelta,
me largo, y hago lo que
me venga en gana.

Más vale pájaro en mano
(uno leal y fiel, que cante solo
para ti), que ciento volando, de
esos que se encuentran en cualquier
sitio, que se acercan solo si lo alimentas.

El que mucho abarca, está
abarcando basura; a alguien
de valor no le interesaría
ser parte de ese bulto.

«El amor es ciego»,
dicen para justificar sus
tropezones y golpes esos
que van por ahí con los ojos cerrados.

Sueños de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora