Curvas que me aceleran

51 18 18
                                    

Aviso: escenas sexuales explícitas

Estamos sentados en mi cama terminando de practicar lo que tenemos que exponer mañana en la escuela. Estoy consciente de que el momento es un poco tenso. Estamos por primera vez solos en mi casa desde que somos novios.

Tanto ella como yo somos vírgenes, así que desde hace tiempo me da vueltas por la cabeza la idea de cómo será cuando... eso.

—Fabio no te estás concentrando bien en esto, mejor descansamos un rato y después seguimos estudiando, a ver si te centras —me dice ella después de ver que estoy despistado.

—Sí sí, vamos a descansar un momento por favor, ya estoy un poco quemado con estas cosas de la escuela —puse cara de estar exhausto, luego le dije algo que me salió así sin pensarlo—. ¿Qué tal si descansamos besándonos?

Rodeo su cuello con mis manos y la beso. Fueron besos... intensos, de esos en los que se escucha claramente el sonido de los labios al unirse y separarse, ella los correspondió con gusto.

—Hay que aprovechar que estamos solos —mis labios estaban a punto de volver a besarla. En realidad lo dije porque me gustaba hacerme el pícaro, no porque estuviera necesitado con urgencia de... eso. Aunque ganas no me faltaban.

—¿Ah sí? —fue lo único que ella dijo.

Sin que yo me lo esperase puso sus manos en mis hombros y me tumbó hacia atrás. Mucho menos me esperaba que fuera a acostarse encima de mí.

—Si quieres podemos tomar en serio lo de aprovechar que estamos solos —dijo ella mientras rozaba su nariz con la mía.

Nos miramos a los ojos en silencio por un momento. Fue como hablar sin que salieran palabras de nuestras bocas, nos dijimos que estábamos listos para hacerlo, otro beso terminó de confirmarlo, sentí un sabor especial en sus labios.

Luego se levantó un poco y se quitó la blusa rápidamente. Mi reacción inmediata fue poner mis manos debajo de sus senos. Me tocó suavemente por debajo de mi camisa antes de quitármela por completo.

Acarició mi pecho con el roce de la yema de sus dedos haciendo que yo comenzara a erizarme. Se echó hacia adelante para poner su cuerpo sobre el mío nuevamente.

Me besó de manera lenta y pausada. Con suave tacto pasó una mano por mi rostro y con la otra palpaba mi abdomen, su cuerpo se sentía tan cálido, tan sensual.

—¡Ay Stela! —dije cuando empecé a sentirme excitado.

Yo quería tomar el mando del asunto. En un rápido movimiento la llevé hacia un lado y me puse yo encima. Besé su cuello, mientras lo hacía podía sentir su exquisito aroma, su olor me envolvía, era algo único.

Mi cintura se movía para hacer que mis partes rozaran con las suyas, eso me calentaba más todavía, sentirla moviendo su intimidad rítmicamente contra la mía.

Mis manos fueron hacia sus senos y ella captó el mensaje. Volvió a besarme, sonrió, y luego comenzó a quitarse el sujetador. Fue tan excitante aquella vista, era como un paraíso, su piel morena de un color chocolate increíblemente sexy, las curvas de sus caderas, sus grandes senos al descubierto. Mis manos fueron sobre ellos, hice movimientos circulares para palparlos y sentirlos, noté lo firmes que eran. Puse mi rostro entre ambos y pasé mis labios por esa zona mientras los seguía estimulando con mis manos.

Con mis pulgares acaricié sus pezones. Sentí como se endurecían. No aguanté más y puse mis labios en ellos. Primero sobre el izquierdo. Al principio un beso tímido, tenerlo en mi boca me hizo ver las estrellas, lo acaricié con la punta de mi lengua. Luego abrí más los labios y estos se pasearon sin temor saboreándolo todo. Mi lengua recorrió cada centímetro de aquellas tetas.

—Fabio... ufff... Fabio —gimió bajito, eso me ponía más caliente. Que ella se excitase me excitaba más.

Fui bajando por su abdomen pasando mi lengua y dando besos en esa parte de su cuerpo. Mientras tanto mi mano derecha se escapaba hasta su sexo. Lo tocaba con movimientos lentos por encima de su ropa.

Ella lo estaba disfrutando, movía sus caderas al ritmo de mi mano. Así estuvimos unos minutos hasta que me decidí a desabrocharle el short, fui bajándoselo despacio. Estaba usando un tanga rojo que no tapaba casi nada.

Quedaron al descubierto las grandes curvas de su cadera, sus muslos. Pasé mis manos por ellos, los apreté, los besé, pasé mi lengua, joder... quería morderlos, quería comérmelos.

Ya llegaba el momento de quitarle la única prenda de ropa que le quedaba para dejarla desnuda, aquel tanga rojo. Antes le di un suave beso ahí justo en sus partes. Ambos nos miramos y sonreímos. Puse mis manos en los bordes del tanga y se lo fui bajando con cuidado.

—¡uff! ¡Ay Stela! —fue lo único que me salió decir en aquel momento.

Pasé mi dedo índice por encima de su sexo, suavemente, con cariño, estaba explorando el terreno, observando aquella zona que siempre me había resultado tan intrigante, ahora la tenía justo delante de mí para hacerle lo que quisiese.

Comencé a tocarla allí con mi mano derecha, haciendo movimientos circulares, primero lento, luego fui aumentando el ritmo, sentía cada parte de su sexo, lo toqué y masajeé cuanto quise. Juntando mis dedos índice y anular provoqué que gimiera cuando traté de introducírselos solo un poquito, así que la pentré más y más con ellos hasta que entraron por completo en su vagina. La llenó de placer aquel mete y saca cada vez más rápido de mis manos en su cuerpo.

—Uhh... Dioss... Ohh... Fabio... Yaa.

Cuando ya estaba a cien no lo pensé dos veces y llevé mi boca hasta allí. Le di dos besos suaves, ella puso sus manos en mi cabeza y comenzó a empujarme para que siguiera. Pasé mi lengua por todo su borde, por los labios de su vagina, los agarré con los míos. Con mis manos la abrí más para buscar el clítoris, no podía dejar de probarlo ya que sé que es de las zonas más erógenas de la mujer, así que también lo saboreé. Terminé pasando mi lengua por cada parte de su sexo, de forma desenfrenada y deshinibida.

—Ohh... Ay dios... Ohh —sus gemidos eran cada vez más fuertes.

Me separé y la giré para dejarla boca abajo. Quedaron sus nalgas ante mí. Puse mis manos sobre ellas y las toqué cuanto quise. Luego las besé y hasta las mordí. Quería agarrarlas pero eran tan grandes que no podía, así que las apretaba. Ya no aguantaba más. Me quité lo que me quedaba de ropa. Me acosté sobre ella y le hablé al oído.

—Ponte de rodillas y apoya las manos —susurré cerca de su oreja.

Enseguida me obedeció y se colocó en la posición. Estaba lista para ser mía. La tenía allí, en posición de cuatro. Puse mis manos sobre su espalda. Me moría de ganas de entrar en ella, ya lo iba a hacer, cuando de pronto...

Mis ojos se abren súbitamente. Mi corazón iba a mil por hora, estaba sofocado. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estaba solo en aquella cama, como siempre. Todo había sido un sueño.

—¡No! —dije mientras me tapaba la cara con la almohada y me lamentaba de haber despertado.

Stela ni siquiera es mi novia. En realidad es mi crush desde que la conocí. Hasta en mis sueños se cuela, y ni siquiera ahí termino de llegar a concretar algo con ella.

Sueños de PapelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora