Price [En Edición]

Capítulo XXIII

–Ahora ya sabes parte de la verdad– Desa respiró aliviada.

–Danu, ¿falta mucho?

–Apenas este es el principio de todo un mar de secretos.

🌘🌗🌖🌕🌔🌓🌒

La daga rosaba peligrosamente mi cuello. Sentía la respiración de Caín en mi oído y su otra mano sujetaba fuertemente mi brazo izquierdo.

—No eres consciente del poder que tienes sobre mí ¿cierto?— fruncí el ceño al escucharlo decir esas palabras –Si me lo hubieras pedido, respondería todas tus preguntas y te quitaría todas las dudas que te implantó tu padre, pero escogiste el camino equivocado.

—¿Cómo sabes lo de...?

—Desa Green, pensaba que eras más astuta.

Sentí recorrer por mi cuello un líquido caliente. Me había cortado, no era nada profundo, solo quiso que me quedara claro que la navaja tenía filo. Intenté darle un golpe bajo.

—¿De verdad quieres ser como él? ¿En serio quieres parecerte a tu hermano menor? ¿Quieres convertirte en un cobarde?― le logré dar una buena puñalada sin necesidad de utilizar arma. Una buena detective siempre encontraba el punto débil de su objetivo.

—¿Cómo coño sabes lo...?

—Caín Price, pensaba que eras más inteligente― gracias a que aflojó su agarre le pude propiciar un codazo por el abdomen que hizo arrojar la daga lejos de nosotros.

Saqué mi arma de mi chaqueta de cuero y esta vez fui yo quien le amenazaba con una daga. Él sonrió con malicia.

—No serías capaz de lastimarme, Desa— mi sonrisa fue mucho más maliciosa que la suya.

―Juguemos limpio, Green― ¿quiere pelear a golpe limpio? Este chico se ha vuelto loco. Tiré mi daga lejos y estuve lista para recibir un puñetazo de su parte, este rió, intentaba distraerme —esa es mi chica, tan jodidamente inteligente...― mi puño terminó impactando su mandíbula.

―Menos charla, Price― escupió sangre para rebatirse contra mí, lo pude esquivar y le di otro piñazo por el estómago, se dobló de dolor, no pude evitar sentirme orgullosa por eso.

―Así que no recuerdas absolutamente nada de lo que pasó con tu hermanito ¿verdad?

La palabra "hermanito" me caía tan mal que me enfurecía. Intenté darle una patada en la cara, pero la esquivó, perdí un poco el equilibrio y me dio un fuerte golpe en mi mandíbula. Por suerte no zafó ninguno de mis dientes.

―Veo, que te molesta hablar del tema.

―Te va el morado― el imbécil sonrió, sabía que me refería a los moretones que le dejarían cada uno de mis golpes. Volví a atacar, pero fallé y me dio un golpe en mi pómulo, eso sí dolió. Me cansé de cortesías.

Me abalancé contra Caín y le di una patada en su entrepierna, fue tan dura que terminó arrodillándose en el suelo, sin esperar a que se recuperara, le di otra patada en su bello rostro hasta tumbarlo completamente al suelo, cuando veía que se retorcía de dolor me senté a horcajadas sobre él y le di otro puñetazo en la cara. Caín gimió de dolor.