Capítulo VI

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Hoy no tengo nada que decir.

¿En serio no dirás nada de la actitud de esos imbéciles?niego con la cabeza y ella resopla masajeándose el puente de la nariz.

Desa, no todo puede ser perfecto, y al menos tú pasas por muchísimo.

¿Cuánto queda?

Ten paciencia, ahora alístate y acepta la invitación.

🌘🌗🌖🌕🌔🌓🌒

Paredes blancas, piso blanco. ¿Dónde estoy?

Miro a mis alrededores y solo hay una puerta del color de la habitación. Delante de mí, hay un chico amarrado a una silla. Su rostro está completamente ensangrentado y moreteado. Tenía la cabeza hacia abajo y su respiración era pesada. Su cabello rubio se le notaba más oscuro por el sudor y la combinación con la sangre.

Intenté moverme, pero algo me lo impidió. Yo también estaba amarrada.

Des... Desa.

Esa voz...

Despierta hija.

Abro mis ojos y me recibe una luz cegadora, mis ojos arden por la claridad y el dolor de cabeza vuelve a ser protagonista, pestañeo varias veces y poco a poco comienzo a enfocar los objetos a mi alrededor.

—Tranquila hija, despacio— pude descifrar el perfume de mi madre muy cerca, me percaté de que era ella la que me ayudaba a incorporarme y gracias a ese gesto mi cuerpo se estremece por el grandísimo dolor en todos mis huesos.

—Des, oh por dios despertaste cariño, ¿estás bien?— mi madre se asegura de que esté bien, me mira y me toca como si inspeccionara que no me faltara nada y luego me abraza con delicadeza. —Tranquila no hagas esfuerzo, tienes agrietada una costilla.

¿Qué tengo qué en dónde? Aún no me había visto en el espejo, pero al menos por dentro no estaba tan jodida como esperaba después de los golpes que me dieron esos hombres. Ni siquiera sé cómo llegué a mi cuarto.

Un flashback de lo ocurrido se cruzó en mi cabeza. Tuve que hacerme la que no sabía que me había pasado.

—¿Qué me pasó?

—Tuviste un accidente...— ¿un qué? A alguien en todas sus capacidades mentales no se le hubiera ocurrido decir que tuve un accidente —tu amigo te trajo y rápidamente llamamos al doctor, te hizo todos los exámenes que estuvieron a su alcance para descartar daños internos, solo detecto esa grieta— en mi cabeza se reprodujeron las palabras de mi madre "tu amigo te trajo" no quise hacer hincapiés a eso así que cambié el tema.

—¿Es grave?— pregunté tragando el nudo de mi garganta.

—No, pero debes tener cuidado, te ha mandado reposo hasta que suelde— asentí con la cabeza porque no encontraba nada más que decir. Mi familia tiene pánico a los accidentes que yo pueda tener, ya que, en uno real, faltó poco para que perdiera la vida.

De pronto, sentí algo raro a nuestro alrededor, no estábamos solas, allí había alguien más.

Y como un ángel oscuro, mi salvador atravesó la puerta de mi habitación, aparición perfecta, con toda la oscuridad que emana de él y la luz del sol a pocas horas de ocultarse resaltando su perfección. Luce espléndido, sus iris tan grises como un día lluvioso y su cabello blanco como la nieve alborotado, pero a él todo le quedaba bien.

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