Capítulo XXXI

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—¿Qué estoy haciendo? ¿Dónde estoy?— quiero despertar pero me resulta imposible.

—La chica intenta reaccionar ¿Qué hacemos?

—Código negro— todos en la sala intercambiaron miradas, era la última indicación que se esperaba recibir ante esta situación.

—Srta. Aun no estamos en condi...

—He dicho código negro.

No les quedó otro remedio que aplicar este método. De lo que muchos no estaban consientes era, que esto significaba una cuenta regresiva para el fin.

🌒🌓🌖🌕🌔🌗🌘

La imagen de Kara atormentaba mi mente mientras corría hasta llegar al punto de quedar sin aliento.

—Kara está muerta.

Las palabras de Adio torturaban mi cabeza. De momento comenzó a llover a cantaros, pero eso no impedía mi paso.

—... cuando a la puerta de nuestra mansión llegó el corazón de nuestra hermana como si fuera un juguete solo para darnos una advertencia...

Nada de esto es real Des... Despierta... ya despierta.

Esos susurros... se escuchan tan reales.

Comenzaba a perder el conocimiento.

—No, no, no... por favor ahora no.

Entre protestas y una vista bastante borrosa, logré llegar a la puerta del cementerio. Respire hondo y a su vez un escalofrió recorrió toda mi espina dorsal. Escaneé mis alrededores, pero no hallé nada fuera de lo común. Me resultaba imposible concentrarme.

Despierta Desa...

Flashback

Hicimos un trato, me dijeron que me mantendrían al tanto de todo su proceso y ahora resulta que le dan un trato "especial".

—Solo eres un niño Caleb, no te incumben nuestros asuntos.

—Lo que tenga que ver con Desa Green, me incumbe.

Uno de los presentes comienza a reírse a carcajadas.

—Niño, vete a jugar y deja a los adultos hacer su trabajo.

—No lo subestimes Kagome, es una de nuestras joyas maestras.

—¿Qué me hará un niño de nueve años?

En la sala se implantó un silencio aterrador, el señor que se burlaba de Caleb observaba a este con ojos de burla y superioridad, a lo que el pequeño que en realidad tenía doce años respondió demostrando el poder que le había implantado Kagome Hall al ser parte de la financiación de tales horrores.

Caleb dio un salto que cayó encima del individuo y sin ningún esfuerzo le atravesó el estómago.

—Hablen ahora de lo que le hicieron a Desa o terminaré arrancándole sus órganos y mataré delante de sus ojos a uno de sus socios más importantes.

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