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Capítulo II

¿Quienes son?

¿Dónde he visto esos ojos?
¡Agh! Ya me dolió la cabeza.

—Danu, no entretengas a los lectores, sigamos.

—¿Qué pasa Des, despertaste de mal humor? Bien, continuemos con esto.

🌘🌗🌖🌕🌔🌓🌒

Aquella semana pasó volando. Las clases eran intensas, más de lo que pensé. En ocasiones me sentía un poco perdida, fuera de lugar. Empezar desde cero no es mi fuerte, ni siquiera me decidía exactamente por la profesión que quería optar. Así que me dejé llevar y me concentré en la parte científica que se me daba de maravilla.

Esa semana Marek me presentó a su hermano. Ambos eran un encanto y nos pasamos los días haciendo planes para conocernos mejor. Ellos me llevaban a lugares y yo protestaba por ir a cualquier sitio fuera de casa, salía de mi cuarto a puro regañadientes, pero nos divertíamos después de todo.

Para mis nuevos amigos la hora del almuerzo era horario de chismes.
Parecíamos tres chicas cotorreando de cualquiera y eso conllevaba a media hora de puras risas y ocurrencias.

De un momento a otro, el tiempo comenzó a transitar en cámara lenta, fue como si por la única entrada que tenía la cafetería atravesaran los dioses y reyes de este pueblo –la entrada perfecta en mi imaginación-. Todos tenían un aire poderoso, pero por alguna razón no me sentí menos que ellos. Eran cuatro chicos bastante, no, demasiado perfectos, todos con rasgos parecidos, pero a la vez diferentes.

Me recordaron a esos libros que leemos y los chicos son detalladamente maravillosos. Entre ellos se encontraban dos chicas, una de ellas se podía apreciar que era melliza de uno de ellos y la otra, parecía ser una agregada en aquel grupo de intimidantes personas.

La cafetería se convirtió en una lluvia de murmullos, miradas amenazantes y el poder que emanaban aquellas personas, para los otros chicos y chicas de la cafetería, el grupo que avanzaba entre las mesas con un aire escalofriante, les dejaba mucho que desear, pero yo los note como cualquier persona de este lugar.

Todos habían dejado su bandeja para cotorrear de los recién llegados, bajaban la mirada cuando ellos pasaban, mostrándoles algo que no se parecía, ni aunque disimularan a lo que se llamaba respeto, era más parecido a... ¿sumisión? Yo les hice parecer comunes y corrientes. Y creo que las mesas más cercanas a mi notaron que a esos seis los hice tan insignificantes como al resto del comedor.

Hambrienta seguí comiendo de mi bandeja como si nada hubiera pasado mientras que me ganaba el susurro de muchos, y lo que pensaba que había sido unas 3 horas habían sido solo unos segundos. Largos y eternos segundos.

Luego de que los "reyes" se ubicaran en la única mesa que quedaba vacía, mis ojos volvieron a toparse con aquellos trozos de plata llenos de secretos, los mismos del primer día, pero esta vez, hubo algo más.

Sigo repasando a los presentes cuando mi mirada se cruza con unos iris azules, había visto personas con los ojos azules, pero no tan increíbles como aquellos, eran del azul más impresionante que podrías toparte, me recordó cuando miras al cielo despejado y su color te enamora. Su nariz perfecta, un pelo como el bronce y unas líneas de labios rosadas que lo hacía parecer el hombre más hermoso del mundo.